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Tres son multitud 28 страница

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Йl se levantу y se acercу a mн.

—Aquн estбn tus zapatos. їY cуmo planeas llegar hasta allн?

—En mi coche.

—Eso probablemente despertarб a Charlie —me ofreciу la idea como un elemento disuasorio.

Suspirй.

—Ya lo sй, pero para serte sincera, tal como estбn las cosas, estarй encerrada durante semanas. їCuбntos problemas mбs me puedo acarrear?

—Ninguno. Me echarб la culpa a mн, no a ti.

—Si tienes una idea mejor, soy toda oнdos.

—Quйdate aquн —sugiriу, aunque su expresiуn no mostraba mucha esperanza al respecto.

—Mala suerte, pero Ўadelante! Quйdate y siйntete como en tu casa —le animй, sorprendida de lo natural que sonaba mi broma y me dirigн a la puerta.

Йl ya estaba allн, delante de mн, bloqueбndome el camino.

Fruncн el ceсo y me volvн hacia la ventana. No estaba tan lejos del suelo y habнa bastante hierba justo debajo...

—Bien —suspirу—. Te llevarй.

Me encogн de hombros.

—Como quieras. De todas maneras, probablemente tъ tambiйn deberнas estar presente.

—їY eso por quй?

—Porque tienes opiniones para todo y estoy segura de que querrбs una oportunidad para hacer alarde de unas cuantas.

—їOpiniones respecto a quй...? —preguntу entre dientes.

—Esto no es algo que tenga ya sуlo que ver contigo. No eres el centro del universo, їsabes? —en lo que se referнa a mi propio universo, quizбs, fuera otra cuestiуn—. Tal vez tu familia tenga algo que decir si vas a conseguir que se nos echen encima los Vulturis por algo tan estъpido como que yo continъe siendo humana.

—їDecir... sobre... quй? —preguntу, separando cuidadosamente las palabras.

—Sobre mi mortalidad. La voy a someter a votaciуn.

 

La votaciуn

No estaba complacido, eso saltaba a la vista sуlo con mirarle a la cara, pero me tomу en brazos sin discutir mбs y saltу бgilmente desde mi ventana para aterrizar en el mбs absoluto silencio, como un gato. Habнa mбs altura de la que pensaba.

—Entonces de acuerdo —dijo con una voz rabiosa que expresaba su desaprobaciуn—. Sube.

Me ayudу a encaramarme a su espalda y echу a correr. Me pareciу algo habitual incluso despuйs de haber transcurrido tanto tiempo. Resultaba fбcil. Evidentemente, era algo que nunca se olvidaba, como ir en bici.

Mientras йl atravesaba el bosque corriendo, con la respiraciуn lenta y acompasada, todo permaneciу en calma y a oscuras, tanto que apenas veнamos los бrboles cuando pasбbamos como un bуlido delante de ellos. Sуlo el azote del viento en el rostro daba verdadera medida de la velocidad a la que нbamos. El aire era hъmedo y no me quemaba los ojos como lo habнa hecho en la gran plaza, lo cual suponнa un alivio. La negrura me parecнa conocida y protectora, igual que el grueso edredуn debajo del cual jugaba de niсa.

Me acordй de cуmo solнan asustarme aquellas carreras por el bosque, y tambiйn de que cerraba los ojos. Ahora se me antojaba una reacciуn estъpida. Mantuve los ojos abiertos y apoyй el mentуn en su hombro, rozando su cuello con la mejilla.

La velocidad resultaba tonificante. Cien veces mejor que la moto.

Volvн mi cara hacia йl y apretй los labios sobre la piel —frнa como la piedra— de su cuello.

—Gracias —dijo mientras dejбbamos atrбs las vagas siluetas oscuras de los бrboles—. їSignifica eso que has decidido que estбs despierta?

Me reн. Mi risa sonaba fбcil, natural, fluida. Sonaba bien.

—En realidad, no. Mбs bien, todo lo contrario. Voy a intentar no despertar, al menos, no esta noche.

—No sй cуmo, pero volverй a ganarme tu confianza —murmurу, en su mayor parte para йl—. Aunque sea lo ъltimo que haga.

—Confнo en ti —le asegurй—, pero no en mн.

—Explica eso, por favor.

Ralentizу el ritmo hasta limitarse a andar —sуlo me di cuenta porque cesу el viento— y supuse que no debнamos de estar lejos de la casa. De hecho, me pareciу distinguir en medio de la oscuridad el sonido del rнo mientras fluнa en algъn lugar cercano.

—Bueno... —me devanй los sesos para encontrar la forma adecuada de expresarlo—. No confнo en que yo, por mн misma, reъna mйritos suficientes para merecerte. No hay nada en mн capaz de retenerte.

Se detuvo y se estirу para bajarme de la espalda. Sus manos suaves no me soltaron despuйs de dejarme en el suelo y me abrazу con fuerza, apretбndome contra su pecho.

—Me retendrбs de forma permanente e inquebrantable —susurrу—. Nunca lo dudes.

Ya, pero їcуmo no iba a tener dudas?

—Al final no me lo has dicho... —musitу йl.

—їEl quй?

—Cuбl era tu gran problema.

—Te dejarй que lo adivines —suspirй mientras alzaba la mano para tocarle la punta de la nariz con el dedo нndice.

Asintiу con la cabeza.

—Soy peor que los Vulturis —dijo en tono grave—. Supongo que me lo merezco.

Puse los ojos en blanco.

—Lo peor que los Vulturis pueden hacer es matarme —esperу, tenso—. Tъ puedes dejarme —le expliquй—. Los Vulturis o Victoria no pueden hacer nada en comparaciуn con eso.

Incluso en la penumbra, atisbй la angustiada crispaciуn de su rostro. Me recordу la expresiуn que adoptу cuando Jane le torturу. Me sentн mal y lamentй haberle dicho la verdad.

—No —susurrй al tiempo que le acariciaba la cara—, no estйs triste.

Curvу las comisuras de los labios en una sonrisa tan carente de alegrнa que no llegу a sus ojos.

—Sуlo hay una forma de hacerte ver que no puedo dejarte —susurrу—. Supongo que no hay otro modo de convencerte que el tiempo.

La idea del tiempo me agradу.

—Vale —admitн.

Su rostro seguнa martirizado, asн que intentй distraerle con tonterнas sin importancia.

—Bueno, ahora que vas a quedarte, їpuedo recuperar mis cosas? —le preguntй con el tono de voz mбs desenfadado del que fui capaz.

Mi intento funcionу en gran medida: se riу, pero el sufrimiento no desapareciу de sus ojos.

—Tus cosas nunca desaparecieron —me dijo—. Sabнa que obraba mal, dado que te habнa prometido paz sin recordatorio alguno. Era estъpido e infantil, pero querнa dejar algo mнo junto a ti. El CD, las fotografнas, los billetes de aviуn... todo estб debajo de las tablas del suelo.

їDe verdad?

Asintiу. Parecнa levemente reconfortado por mi evidente alegrнa ante este hecho tan trivial, aunque no bastу para borrar el dolor de su rostro por completo.

—Creo —dije lentamente—, no estoy segura, pero me pregunto... Quizб lo he sabido todo el tiempo.

—їQuй es lo que sabнas?

Sуlo pretendнa alejar el sufrimiento de sus ojos, pero las palabras sonaron mбs veraces de lo que esperaba cuando las pronunciй.

—Una parte de mн, tal vez fuera mi subconsciente, jamбs dejу de creer que te seguнa importando que yo viviera o muriera. Ese es el motivo por el que oнa las voces.

Se hizo un silencio absoluto durante un momento.

—їVoces? —repitiу con voz apagada.

—Bueno, sуlo una, la tuya. Es una larga historia —la desconfianza de sus facciones me hizo desear no haber sacado el tema a colaciуn. їPensarнa йl, como todos los demбs, que estaba loca? їTenнan razуn en ese punto? Pero al menos desapareciу de su rostro la expresiуn de que algo iba a arder.

—Tengo tiempo de sobra —repuso de forma forzada, pero sin alterar la voz.

—Es bastante patйtico.

Esperу.

No estaba segura de cuбl podнa ser la mejor forma de explicбrselo.

—їRecuerdas lo que dijo Alice sobre los deportes de alto riesgo?

Pronunciу las palabras sin inflexiуn ni йnfasis de ningъn tipo:

—Saltaste desde un acantilado por diversiуn.

—Esto... Cierto, y antes que eso, montй en moto...

—їEn moto? —inquiriу. Conocнa su voz lo bastante bien para detectar cuбndo se cocнa algo detrбs de su calma aparente.

—Supongo que no le contй a Alice esa parte.

—No.

—Bueno, sobre eso... Mira, descubrн que te recordaba con mayor claridad cuando hacнa algo estъpido o peligroso... —le confesй, sintiйndome completamente chiflada—. Recordaba cуmo sonaba tu voz cuando te enfadabas. La escuchaba como si estuvieras a mi lado. En general, intentaba no pensar en ti, pero en momentos como aquйllos no me dolнa mucho, era como si volvieras a protegerme, como si no quisieras que resultara herida.

»Y bueno, me preguntaba si la razуn de que te oyera con tal nitidez no serнa que, debajo de todo eso, siempre supe no habнas dejado de quererme...

Tal y como habнa ocurrido antes, las palabras cobraron poder de convicciуn a medida que las pronunciaba. Eran sinceras. Una fibra en lo mбs sensible de mi ser supo que yo decнa la verdad.

—Tъ... arriesgabas la... vida... para oнrme... —dijo con voz sofocada.

—Calla —le atajй—. Espera un segundo. Creo que estoy teniendo una epifanнa en estos momentos...

Pensй en la noche de mi primer delirio, la que habнa pasado en Port Angeles. Habнa planteado dos opciones —locura o deseo de sentirme realizada— sin ver la tercera alternativa.

Pero їquй ocurrirнa si...?

їQuй ocurrirнa si hubiera creнdo sinceramente que algo era cierto, aunque estuviera totalmente equivocada? їQuй sucederнa si hubiera estado tan empecinadamente segura de que tenнa razуn que no me hubiera detenido a considerar la verdad? їQuй habrнa hecho la verdad? їPermanecer en silencio o intentar abrirse camino?

La tercera opciуn era que Edward me amaba. El vнnculo establecido entre nosotros dos era de los que ni la ausencia ni la distancia ni el tiempo podнan romper, y no importaba que йl pudiera ser mбs especial, guapo, brillante o perfecto que yo, йl estaba tan irremediablemente atado como yo, y si yo le iba a pertenecer siempre, eso significaba que йl siempre iba a ser mнo.

їEra eso lo que habнa estado intentado decirme a mн misma?

—ЎVaya!

—їBella?

—Ya, vale. Lo entiendo.

—їEn quй consiste tu epifanнa...? —me preguntу con voz tensa.

—Tъ me amas —dije maravillada. La sensaciуn de convicciуn y certeza me invadiу de nuevo.

Aunque la ansiedad continuу presente en sus ojos, la sonrisa torcida que mбs me gustaba se extendiу por su rostro.

—Con todo mi ser.

Mi corazуn se hinchу de tal modo que estuvo a punto de romperme las costillas. Ocupу mi pecho por completo y me obstruyу la garganta dejбndome sin habla.

Me querнa de verdad igual que yo a йl, para siempre. Era sуlo el miedo a que yo perdiera mi alma y las demбs cosas propias de una existencia humana, eso fue lo que le llevу a intentar con tanta desesperaciуn que yo siguiera siendo una mortal. Comparado con el miedo a que no me quisiera, ese obstбculo —mi alma— casi parecнa una menudencia.

Me tomу el rostro entre sus manos heladas y me besу hasta que sentн tal vйrtigo que el bosque empezу a dar vueltas. Entonces, inclinу su frente sobre la mнa y supe que yo no era la ъnica que respiraba mбs agitadamente de lo normal.

—їSabes? Se te da mejor que a mн —me dijo.

—їEl quй?

—Sobrevivir. Al menos, tъ lo intentaste. Te levantabas por las maсanas, procurabas llevar una vida normal por el bien de Charlie, y seguiste tu camino. Yo era un completo inъtil cuando no estaba rastreando. No podнa estar cerca de mi familia ni de nadie mбs. Me avergьenza admitir que me acurrucaba y dejaba que el sufrimiento se apoderara de mн —esbozу una sonrisa turbada—. Fue mucho mбs patйtico que oнr voces.

Me sentнa profundamente aliviada de que pareciera comprenderlo, me reconfortaba que todo aquello tuviera sentido para йl. En todo caso, no me miraba como si estuviera loca. Me miraba como... si me amara.

—Sуlo una voz —le corregн.

Se echу a reнr y me apretу con fuerza a su costado derecho antes de guiarme hacia delante.

—Por cierto, que en este asunto tan sуlo te estoy siguiendo la corriente —hizo un amplio movimiento de mano que abarcaba la negrura de delante, donde se alzaba algo pбlido e inmenso; entonces comprendн que se referнa a la casa—. Lo que ellos digan no me importa lo mбs mнnimo.

—Ahora, esto tambiйn les afecta a ellos.

Se encogiу de hombros con indiferencia.

Me guiу al interior de la casa a oscuras por la puerta del porche —que estaba abierta— y encendiу las luces. La estancia estaba tal y como la recordaba: el piano, los sofбs tapizados de blanco y la imponente escalera de color claro. No habнa polvo ni sбbanas blancas.

Edward los llamу por sus nombres sin hablar mбs alto que en una conversaciуn normal:

—їCarlisle? їEsme? їRosalie? їEmmett? їJasper? їAlice?

Le oirнan.

De pronto, Carlisle estaba junto a mн. Parecнa que llevara allн un buen rato.

—Bienvenida otra vez, Bella —sonriу—. їQuй podemos hacer por ti en plena madrugada? A juzgar por la hora, supongo que no se trata de una simple visita de cortesнa, їverdad?

Asentн.

—Me gustarнa hablar con todos vosotros enseguida si os parece bien. Se trata de algo importante.

No pude evitar alzar los ojos para ver el rostro de Edward mientras hablaba. Su expresiуn era crнtica, pero resignada. Al volver los ojos hacia Carlisle, vi que tambiйn йl observaba a Edward.

—Por supuesto —dijo Carlisle—. їPor quй no hablamos en la otra habitaciуn?

Carlisle abriу la marcha por el luminoso cuarto de estar y doblу la esquina hacia el comedor al tiempo que encendнa las luces. Las paredes eran blancas y los techos altos, igual que el cuarto de estar. En el centro de la habitaciуn, debajo de una araсa que pendнa a baja altura, habнa una gran mesa oval de madera lustrada con ocho sillas a su alrededor. Carlisle me ofreciу una en la cabecera de la mesa.

Jamбs habнa visto a los Cullen usar la mesa del comedor, era... puro atrezo. Nunca comнan en casa.

Vi que no estaba sola en cuanto me di la vuelta para sentarme en la silla. Esme habнa seguido a Edward, y detrбs de ella entrу en fila india toda la familia.

Carlisle se sentу a mi derecha y Edward a la izquierda. Todos tomaron asiento en silencio. Alice, que ya estaba en el ajo, me sonreнa. Emmett y Jasper parecнan curiosos y Rosalie me dirigiу una sonrisa disimulada para tantear el terreno. Le respondн con otra igualmente tнmida. Me iba a llevar algъn tiempo acostumbrarme.

Carlisle hizo un gesto con la cabeza en mi direcciуn y dijo:

—Tienes el uso de la palabra.

Traguй saliva. Sus intensas miradas me pusieron nerviosa. Edward me tomу de la mano por debajo de la mesa. Le mirй de soslayo, pero йl observaba a los demбs con rostro repentinamente fiero.

—Bueno, espero que Alice os haya contado cuanto sucediу en Volterra —hice una pausa.

—Todo —me asegurу Alice.

Le dirigн una mirada elocuente.

—їY lo que estб a punto de ocurrir?

—Eso tambiйn.

Asintiу con la cabeza y yo suspirй aliviada.

—Perfecto; entonces, estamos todos al corriente.

Esperaron pacientemente mientras intentaba ordenar mis ideas.

—Bueno, tengo un problema —comencй—. Alice prometiу a los Vulturis que me convertirнa en uno de vosotros. Van a enviar a alguien a comprobarlo y estoy segura de que eso es malo, algo que debemos evitar.

»Ahora, esto os afecta a todos —contemplй sus hermosos rostros, dejando el mбs bello de todos para el final. Una mueca curvaba los labios de Edward—. No voy a imponerme por la fuerza si no me aceptбis, con independencia de que Alice estй o no dispuesta a convertirme.

Esme abriу la boca para intervenir, pero alcй un dedo para detenerla.

—Dejadme terminar, por favor. Todos vosotros sabйis lo que quiero y estoy segura de que tambiйn conocйis la opiniуn de Edward al respecto. Creo que la ъnica forma justa de decidir esto es que todo el mundo vote. Si decidнs no aceptarme, bueno, en tal caso, supongo que tendrй que volver sola a Italia. No puedo permitir que vengan aquн.

Arruguй la frente al considerar dicha expectativa. Oн el ruido sordo de un gruсido en el pecho de Edward, pero le ignorй.

—Asн pues, tened en cuenta que en modo alguno os voy a poner en peligro. Quiero que votйis sн o no sуlo al asunto de convertirme en vampira.

Esbocй un atisbo de sonrisa al pronunciar la palabra e hice un gesto a Carlisle para que empezara, pero Edward me interrumpiу.

—Un momento.

Le mirй con los ojos entrecerrados. Alzу las cejas mientras me estrechaba la mano.

—Tengo algo que aсadir antes de que votemos.

Suspirй.

—No creo que debamos ponernos demasiado nerviosos —prosiguiу— por el peligro al que se refiere Bella.

Su expresiуn se animу mбs. Apoyу la mano libre sobre la mesa reluciente y se inclinу hacia delante.

—Verйis —explicу sin dejar de recorrer la mesa con la mirada mientras hablaba—, habнa mбs de una razуn por la que no querнa estrechar la mano de Aro al final del todo. Se les pasу una cosa por alto y no querнa ponerles sobre la pista.

Esbozу una gran sonrisa.

—їY quй es? —le instу Alice. Estaba segura de que mi expresiуn era tan escйptica como la suya.

—Los Vulturis estбn demasiado seguros de sн mismos, y por un buen motivo. En realidad, no tienen ningъn problema para encontrar a alguien cuando asн lo deciden —bajу los ojos para mirarme—. їOs acordбis de Demetri?

Me estremecн. Йl lo tomу como una afirmaciуn.

—Encuentra a la gente, йse es su talento, la razуn por la que le mantienen a su lado.

—Ahora bien, estuve hurgando en sus mentes para obtener la mбxima informaciуn posible todo el tiempo que estuvimos con ellos. Buscaba algo, cualquier cosa que pudiera salvarnos. Asн fue cуmo me enterй de la forma en que funciona el don de Demetri. Es un rastreador, un rastreador mil veces mбs dotado que James. Su habilidad guarda una cierta relaciуn con lo que Aro o yo hacemos. Capta el... gusto... No sй cуmo describirlo... La clave, la esencia de la mente de una persona y entonces la sigue. Funciona incluso a enormes distancias.

—Pero despuйs de los pequeсos experimentos de Aro, bueno...

Edward se encogiу de hombros.

—Crees que no va a ser capaz de localizarme —concluн con voz apagada.

—Estoy convencido. El confнa ciegamente en ese don —Edward se mostraba muy pagado de sн mismo—. Si eso no funciona contigo, en lo que a ti respecta, se han quedado ciegos.

—їY quй resuelve eso?

—Casi todo, obviamente. Alice serб capaz de revelarnos cuando planean hacernos una visita. Te esconderemos. Quedarбn impotentes —dijo con fiero entusiasmo—. Serб comobuscar una aguja en un pajar.

Йl y Emmett intercambiaron una mirada y una sonrisita de complicidad.

Aquello no tenнa ni pies ni cabeza.

—Te pueden encontrar a ti —le recordй.

Emmett se riу, extendiу el brazo sobre la mesa y le tendiу el puсo a su hermano.

—Un plan estupendo, hermano —dijo con entusiasmo.

—No —mascullу Rosalie.

—En absoluto —coincidн.

—Estupendo —comentу Jasper, elogioso.

—Idiotas —murmurу Alice.

Esme se limitу a mirar a Edward.

Me erguн en la silla para atraer la atenciуn de todos. Aquйlla era mi reuniуn.

—En tal caso, de acuerdo. Edward ha sometido una alternativa a vuestra consideraciуn —dije con frialdad—. Votemos.

En este segundo intento empecй por Edward. Serнa mejor descartar cuanto antes su opiniуn.

—їQuieres que me una a tu familia?

—No de esa forma —me mirу con ojos duros y negros como el pedernal—. Quiero que sigas siendo humana.

Asentн una vez con cara de no sentirme afectada por su actitud, y luego continuй:

—їAlice?

—Sн.

—Jasper?

—Sн —respondiу con voz grave. Me sorprendiу un poco. No estaba muy segura de cuбl iba a ser el sentido de su voto, pero contuve mi reacciуn y proseguн—. їRosalie?

Ella vacilу mientras se mordнa la parte inferior de su labio carnoso.

—No —mantuve el rostro impertйrrito y volvн levemente la cabeza para seguir, pero ella alzу las manos con las palmas por delante—. Dйjame explicarme —rogу—. Quiero decir que no tengo ninguna aversiуn hacia ti como posible hermana, es sуlo que... Esta no es la clase de vida que hubiera elegido para mн misma. Me hubiera gustado que en ese momento alguien hubiera votado «no» por mн.

Asentн lentamente y me volvн hacia Emmett.

—ЎRayos, sн! —esbozу una sonrisa ancha—. Ya encontraremos otra forma de provocar una lucha con ese Demetri.

No habнa borrado la mueca de mi cara cuando mirй a Esme.

—Sн, por supuesto, Bella. Ya te considero parte de mi familia.

—Gracias, Esme —murmurй, y me volvн hacia Carlisle.

De pronto, me puse nerviosa y me arrepentн de no haberle pedido que votara el primero. Estaba segura de que su voto era el de mayor valнa, el que importaba mбs que cualquier posible mayorнa.

Carlisle no me miraba a mн.

—Edward —dijo йl.

—No —refunfuсу Edward con los dientes apretados y retrajo los labios hasta enseсar los dientes.

—Es la ъnica vнa que tiene sentido —insistiу Carlisle—. Has elegido no vivir sin ella, y eso no me deja alternativa.

Edward me soltу la mano y se apartу de la mesa. Se marchу del comedor muy indignado sin decir palabra, refunfuсando para sн mismo.

—Supongo que ya conoces el sentido de mi voto —concluyу Carlisle con un suspiro.

Mi mirada aъn seguнa detrбs de Edward.

—Gracias —murmurй.

Un estrйpito ensordecedor resonу en la habitaciуn contigua.

Me estremecн y aсadн rбpidamente.

—Es todo lo que necesitaba. Gracias por querer que me quede. Yo tambiйn siento lo mismo por todos vosotros.

Al final de la frase, la voz se me quebrу a causa de la emociуn. Esme estuvo a mi lado en un abrir y cerrar de ojos y me abrazу con sus frнos brazos.

—Me querida Bella —musitу.

Le devolvн el abrazo. Con el rabillo del ojo me percatй de que Rosalie mantenнa la vista clavada en la mesa al comprender que mis palabras admitнan una doble interpretaciуn.

—Bueno, Alice —dije cuando Esme me soltу—. їDуnde quieres que lo hagamos?

Ella me mirу fijamente con los ojos dilatados de pбnico.

—ЎNo! ЎNo! ЎNO! —bramу Edward que entrу como un ciclуn en la estancia. Lo tenнa en mi cara antes de hubiera tenido tiempo de pestaсear, inclinado sobre mн, con el rostro distorsionado por la cуlera—. їEstбs loca? їHas perdido el juicio?

Retrocedн con las manos en los oнdos.

—Eh... Bella, no me parece que yo estй lista para esto —terciу Alice con una nota de ansiedad en la voz—. Necesito prepararme...

—Lo prometiste —le recordй ante la mirada de Edward.

—Lo sй, pero... Bella, de verdad, no sй cуmo hacerlo sin matarte.

—Puedes hacerlo —le alentй—. Confнo en ti.

Edward gruсу furioso.

Alice negу de inmediato con la cabeza. Parecнa atemorizada.

—їCarlisle?

Me volvн para mirarle.

Edward me agarrу el rostro con una mano y me obligу a mirarle mientras alargaba la otra mano, extendida hacia Carlisle para detenerle, pero йste hizo caso omiso del gesto y respondiу a mi pregunta.

—Soy capazde hacerlo —me hubiera gustado poder ver su expresiуn—. No corres peligro de que yo pierda el control.

—Suena bien.

Esperaba que Carlisle hubiera podido entenderme. Resultaba difнcil hablar con claridad dada la fuerza con que Edward me sujetaba la mandнbula.

—Espera —me pidiу entre dientes—. No tiene por quй ser ahora.

—No hay razуn alguna para que no pueda ser ahora —repuse, aunque las palabras resultaron incomprensibles.

—Se me ocurren unas cuantas.

—Naturalmente que sн —contestй con acritud—. Ahora, alйjate de mн.

Me soltу la cara y se cruzу de brazos.

—Charlie va a venir a buscarte aquн dentro de tres horas. No me extraсarнa que trajera a sus ayudantes.

—Vendrб con los tres.

Fruncн el ceсo.

Йsa era siempre la parte mбs dura. Charlie, Renйe y ahora tambiйn Jacob. La gente que iba a perder, las personas a quienes iba a hacer daсo. Deseaba que hubiera alguna forma de ser yo la ъnica que sufriera, pero sabнa que era del todo imposible.

Por otra parte, les iba a causar mбs daсo permaneciendo humana: al poner en peligro constante a Charlie a causa de nuestra proximidad, a Jacob, ya que iba a arrastrar a sus enemigos a la tierra que йl se sentнa llamado a proteger, y a Renйe... Ni siquiera podнa arriesgarme a visitar a mi propia madre por miedo a llevar conmigo mis mortнferos problemas.

Sin duda yo era un imбn para el peligro. Lo tenнa mбs que asumido.

Una vez aceptado esto, era consciente de mi necesidad de ser capaz de cuidarme por mн misma y proteger a quienes amaba, incluso aunque eso supusiera no estar con ellos. Debнa ser fuerte.

—Sugiero que pospongamos esta conversaciуn en aras de seguir pasando desapercibidos —dijo Edward, que seguнa hablando con los dientes apretados, pero ahora se dirigнa a Carlisle—. Al menos, hasta que Bella termine el instituto y se marche de casa de Charlie.

—Es una peticiуn razonable, Bella —seсalу Carlisle.

Pensй en la reacciуn de mi padre al despertarse por la maсana, despuйs de lo que habнa sufrido con la pйrdida de Harry, cuando tambiйn yo se las habнa hecho pasar canutas al desaparecer sin dar explicaciones. Encontrarнa mi cama vacнa... Charlie se merecнa algo mejor y sуlo se trataba de retrasarlo un poco mбs, ya que la graduaciуn no estaba lejana...

Fruncн los labios.

—Lo considerarй.

Edward se relajу y dejу de apretar los dientes.

—Lo mejor serнa que te llevara a casa —dijo, ahora mбs sereno, pero se veнa claro que tenнa prisa por sacarme de allн—. Sуlo por si Charlie se despierta pronto.

Mirй a Carlisle.

—їDespuйs de la graduaciуn?

—Tienes mi palabra.

Respirй hondo, sonreн y me volvн hacia Edward.

—Vale, puedes llevarme a casa.

Edward me sacу de la casa antes de que Carlisle pudiera prometerme nada mбs. Me sacу de espaldas, por lo que no conseguн ver quй se habнa roto en el comedor.

El viaje de regreso fue silencioso. Me sentнa triunfal y un poco pagada de mн misma. Tambiйn estaba muerta de miedo, por supuesto, pero intentй no pensar en esa parte. No hacнa ningъn bien preocupбndome por el dolor —fнsico o emocional—, asн que no lo hice. No hasta que fuera totalmente necesario.

Edward no se detuvo al llegar a mi casa. Subiу la pared a toda pastilla y entrу por mi ventana en una fracciуn de segundo. Luego, retirу mis brazos de su cuello y me depositу en la cama.

Creн que me hacнa una idea bastante aproximada de lo que pensaba, pero su expresiуn me sorprendiу, ya que era calculadora en vez de iracunda. En silencio, paseу por mi habitaciуn de un lado para otro como una fiera enjaulada mientras yo le miraba con creciente recelo.

—Sea lo que sea lo que estйs maquinando, no va a funcionar —le dije.

—Calla. Estoy pensando.

—ЎBah! —me quejй mientras me dejaba caer sobre la cama y me ponнa el edredуn por encima de la cabeza.

No se oyу nada, pero de pronto estaba ahн. Retirу el edredуn de un tirуn para poderme ver. Se tendiу a mi lado y extendiу la mano para acariciarme el pelo desde la mejilla.

—Si no te importa, preferirнa que no ocultaras la cara debajo de las mantas. He vivido sin ella tanto como podнa soportar; y ahora, dime una cosa.

—їQuй? —preguntй poco dispuesta a colaborar.

—Si te concedieran lo que mбs quisieras de este mundo, cualquier cosa, їquй pedirнas?

Sentн el escepticismo en mis ojos.

—A ti.

Sacudiу la cabeza con impaciencia.

—Algo que no tengas ya.

No estaba segura de adonde me querнa conducir, por lo que le di muchas vueltas antes de responder. Ideй algo que fuera verdad y al mismo tiempo bastante improbable.

—Me gustarнa que no tuviera que hacerlo Carlisle... Desearнa que fueras tъ quien me transformara.

Observй su reacciуn con cautela mientras esperaba otra nueva dosis de la ira demostrada en su casa. Me sorprendнa que mantuviera impertйrrito el ademбn. Su expresiуn seguнa siendo cavilosa y calculadora.

—їQuй estarнas dispuesta a dar a cambio de eso?

No pude dar crйdito a mis oнdos. Me quedй boquiabierta al ver su rostro sereno y soltй la respuesta a bocajarro antes de pensбrmelo:

—Cualquier cosa.

Sonriу ligeramente y frunciу los labios.

—їCinco aсos?

Mi rostro se crispу en una mueca que entremezclaba desilusiуn y miedo a un tiempo.

—Dijiste «cualquier cosa» —me recordу.

—Sн, pero vas a usar el tiempo para encontrar la forma de escabullirte. He de aprovechar la ocasiуn ahora que se presenta. Ademбs, es demasiado peligroso ser sуlo un ser humano, al menos para mн. Asн que, cualquier cosa menos eso.

Puso cara de pocos amigos.

—їTres aсos?

—ЎNo!

—їEs que no te merece la pena?

Pensй en lo mucho que habнa deseado aquello, pero decidн poner cara de pуquer y no permitir que se diera cuenta de lo mucho que significaba para mн. Eso me darнa mбs ventaja.

—їSeis meses?

Puso los ojos en blanco.

—No es bastante.

—En ese caso, un aсo —dije—. Йse es mi lнmite.

—Concйdeme dos al menos.

—Ni loca. Voy a cumplir diecinueve, pero no pienso acercarme ni una pizca a los veinte. Si tъ vas a tener menos de veinte para siempre, entonces yo tambiйn.


Дата добавления: 2015-10-30; просмотров: 117 | Нарушение авторских прав


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