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—Mmm.
—їQuй pasa? —inquiriу Angela.
—Ayer hizo un aсo de mi primer dнa aquн —musitй.
—Nada ha cambiado demasiado —murmurу Angela, mirando en direcciуn a Lauren y Jessica.
—Ya lo sй —asentн—. Eso mismo estaba pensando.
Repeticiуn
No estaba segura de quй demonios estaba haciendo allн.
їEs que estaba intentando empujarme de nuevo hacia el estado de estupor zombi? їMe habнa vuelto masoquista, habнa desarrollado una aficiуn a la tortura? Deberнa haberme ido directamente a La Push. Me sentнa mucho, mucho mejor cerca de Jacob. Comportarme de esa manera no era precisamente lo mбs cuerdo por mi parte.
No obstante, seguн conduciendo lentamente a travйs del camino zigzagueante lleno de maleza, entre los бrboles que se arqueaban sobre mн como un verde tъnel vivo. Tanto me temblaban las manos que las apretй con fuerza en torno al volante.
Era consciente de que parte de mi motivaciуn para hacer esto era la pesadilla; ahora que estaba realmente despierta, la vaciedad del sueсo me carcomнa los nervios, como si fuera un perro jugueteando con un hueso. Habнa algo que tenнa que buscar. Algo imposible e inalcanzable, atemorizador y enajenador, pero estaba allн fuera, en alguna parte. Debнa creer que era asн.
Por otro lado, estaba esa extraсa sensaciуn de repeticiуn que habнa sentido hoy en el colegio, la coincidencia de fechas. El sentimiento de que estaba empezando de nuevo, de que todo transcurrнa como si realmente fuera mi primer dнa en el instituto y yo fuera la persona mбs rara que habнa aquella tarde en la cafeterнa.
Las palabras se precipitaban por mi mente, monуtonas, como si las estuviera leyendo y no como si se las estuviera oyendo decir:
Serб como si nunca hubiese existido.
Me mentнa cuando dividнa en dos partes mi argumentaciуn para venir aquн. No querнa admitir la motivaciуn mбs fuerte porque sonaba a perturbaciуn mental.
La verdad es que querнa volver a oнrle, como le habнa oнdo en el extraсo delirio del viernes por la noche. Durante aquellos escasos momentos, cuando su voz llegу desde alguna parte de mi inconsciente, cuando sonу perfecta, tan dulce como la miel, mucho mejor que en ese pбlido eco que mi memoria era capaz de evocar, pude recordarle sin dolor. Pero no habнa durado; la pena me habнa superado, como yo sabнa que ocurrirнa con certeza, y como demostraba esta misiуn de locos. Sin embargo, los preciosos instantes en los que pudiera volver a oнrle eran un seсuelo irresistible. Tenнa que encontrar el modo de poder repetir la experiencia... o quizбs serнa mбs preciso decir «el episodio».
Tenнa la esperanza de que esa sensaciуn de dйjа vu fuera la clave. Por eso iba a su casa, un lugar donde no habнa estado desde el dнa fatнdico de mi fiesta de cumpleaсos, hacнa ya tantos meses.
La densa maleza, casi como una jungla, se deslizaba lentamente por las ventanillas del coche. El camino seguнa adelante. Comencй a ir mбs deprisa, ya que me estaba poniendo nerviosa. їCuбnto tiempo llevaba conduciendo? їNo deberнa haber llegado ya a la casa? El sendero estaba tan invadido por la espesura que no me parecнa familiar.
їQuй pasarнa si no lograba encontrarlo? Me echй a temblar. їY quй ocurrirнa si no quedaba ninguna prueba tangible en absoluto...?
Entonces apareciу el hueco entre los бrboles que yo estaba buscando, sуlo que no se percibнa con tanta facilidad como antes. La vegetaciуn en Forks no tardaba mucho en reclamar cualquier terreno que se quedara baldнo. Los altos helechos habнan invadido el prado que rodeaba la casa, apretбndose en torno a los troncos de los cedros, llegando incluso al amplio porche. Era como si el cйsped hubiera sido inundado, hasta la altura de la cintura, por verdes olas como plumas.
La casa estaba allн, pero no era la misma. Aunque no creнa que nada hubiera cambiado en el exterior, el vacнo gritaba desde las ventanas cerradas. Resultaba espeluznante. Por primera vez desde que habнa visto aquella hermosa casa, me pareciу que era una guarida apropiada para vampiros.
Frenй en seco mientras miraba alrededor. Tuve miedo de continuar.
Pero no ocurriу nada. No se oнa ninguna voz en mi cabeza...
... de modo que dejй el motor en marcha y saltй al mar de helechos. Quizбs, si avanzaba hacia la casa, como habнa ocurrido el viernes por la noche...
Me acerquй lentamente hacia la fachada vacнa y desnuda mientras sentнa el reconfortante rugido del motor de mi coche a mi espalda. Me parй al llegar a las escaleras del porche, porque allн no habнa nada. Ni el mбs ligero testimonio de su presencia... de la presencia de йl. La casa estaba allб, como un cuerpo sуlido, pero eso no significaba nada. Su realidad concreta no llenarнa el vacнo de mis pesadillas.
Me quedй allн, a unos pasos de la casa. No querнa mirar por las ventanas. No estaba segura de quй serнa mбs duro de ver. Si las habitaciones estuvieran vacнas, sonando a eco desde el suelo hasta el techo, seguramente me resultarнa doloroso. Como ocurriу en el funeral de la abuelita, cuando mi madre insistiу en que no entrara a verla y permaneciera fuera. Me dijo que no necesitaba verla en ese estado, que serнa mejor recordarla viva y no de esa manera.
Pero їno serнa aъn peor que no hubiera ningъn cambio? їQue los sofбs se encontraran colocados exactamente igual que la ъltima vez, las pinturas en su sitio, y lo mбs horrible, el piano encima de la pequeсa tarima? Eso serнa casi tan malo como que la casa entera desapareciera de un golpe. La demostraciуn clara de que no habнa ninguna posesiуn fнsica que los atara de ningъn modo. Que todo quedaba, intacto y olvidado, tras su paso.
Al igual que yo.
Le volvн la espalda a ese enorme vacнo y me apresurй hacia mi coche. Iba casi corriendo. Ansiaba alejarme, volver al mundo humano. Me sentнa horriblemente vacнa y querнa ver a Jacob. Quizбs estaba desarrollando una nueva clase de enfermedad, otro tipo de adicciуn, como lo habнa sido el aturdimiento antes, pero eso no me preocupaba. Conduje el coche lo mбs rбpidamente que pude hasta salir disparada en direcciуn a mi dosis.
Jacob estaba esperбndome. Se me empezу a relajar el pecho conforme lo vi, facilitбndome la respiraciуn.
—ЎHola, Bella! —me llamу.
Sonreн aliviada.
—Hola, Jacob —saludй con la mano a Billy, que estaba mirando por la ventana.
—Vamos a ponernos a trabajar —dijo Jacob con una voz baja pero entusiasta.
Yo pude reнr sin saber cуmo.
—Pero їde verdad no estбs harto de mн ya? —le preguntй. Seguramente estarнa empezando a preguntarse cuбn desesperada tenнa que estar yo por conseguir compaснa.
Jacob encabezу el camino alrededor de la casa en direcciуn a su garaje.
—Quй va. Todavнa no.
—Por favor, hazme saber cuбndo empiezo a ponerte de los nervios. No quiero ser una pesada.
—Vale —se riу, y sonу como un gorgoteo—. Aunque, bueno, yo de ti no me preocuparнa por eso.
Cuando llegamos al garaje, me quedй de una pieza al encontrarme la motocicleta roja en pie, con aspecto de moto real, mбs que de una pila de hierros retorcidos.
—Jake, eres sorprendente —jadeй.
Rompiу a reнr de nuevo.
—Me obsesiono cuando tengo cualquier proyecto entre manos —se encogiу de hombros—. Aunque lo habrнa alargado un poco mбs si tuviera algo de cerebro.
—їPor quй?
Mirу hacia el suelo, parбndose tanto rato que me preguntй si habrнa escuchado mi pregunta. Finalmente, inquiriу:
—Bella, їque habrнas hecho si te hubiera dicho que no podнa arreglar las motos?
Yo tampoco respondн con rapidez, y йl levantу la mirada para comprobar mi expresiуn.
—Te hubiera respondido que... tampoco era para tanto, que seguro que serнamos capaces de encontrar a alguien que pudiera hacerlo. Y si realmente nos hubiйramos sentido desesperados, incluso podrнamos haber hecho alguna de las tareas del colegio.
Jacob sonriу y sus hombros se relajaron. Se sentу al lado de la moto y tomу una llave inglesa.
—Entonces, їme estбs diciendo que seguirбs viniendo cuando haya terminado?
—їA eso es a lo que te referнas? —sacudн la cabeza—. Y yo que suponнa que me estaba aprovechando de tus poco reconocidas habilidades mecбnicas. Estarй aquн tanto tiempo como me dejes seguir viniendo.
—їEsperando a encontrarte con Quil de nuevo? —bromeу Jacob.
—Me has pillado.
Se riу entre dientes.
—їDe verdad que te gusta pasar el tiempo conmigo? —me preguntу, maravillado.
—Mucho. Muchнsimo. Y te lo demostrarй. Maсana tengo trabajo, pero el miйrcoles haremos algo que no tenga que ver con la mecбnica.
—їComo quй?
—No tengo ni idea. Podemos ir a mi casa, asн no tendrбs la tentaciуn de continuar con tu obsesiуn. Puedes traerte los deberes del instituto, ya que debes de estar retrasбndote, igual que yo.
—Lo de hacer las tareas es una buena idea —hizo una mueca y me preguntй cuбntas cosas estaba dejando sin hacer por estar conmigo.
—Sн —asentн—. Tenemos que empezar a comportarnos de una forma responsable, o Billy y Charlie no se lo van a tomar tan bien como hasta ahora —hice un gesto refiriйndome a los dos como una sola entidad, cosa que le gustу porque sonriу abiertamente.
—їTareas una vez a la semana? —propuso.
—Mejor que sean dos —sugerн al pensar en la pila de trabajos que acababan de ponerme ese mismo dнa.
Suspirу pesadamente. Apartу su caja de herramientas y tomу una bolsa de papel de supermercado de donde sacу dos latasde soda. Abriу una y me la pasу. Luego abriу la segunda y la elevу ceremoniosamente.
—De aquн a la responsabilidad —brindу—. Dos veces por semana.
—Y a la imprudencia todos los dнas que queden —aсadн yo con йnfasis.
Sonriу e hizo chocar su lata con la mнa.
Lleguй a casa mбs tarde de lo planeado y me encontrй con que Charlie habнa preferido encargar una pizza antes que esperarme. No me dejу que me disculpara.
—No importa —me asegurу—. De todos modos te mereces un descanso de la cocina.
Me di cuenta de que lo que realmente ocurrнa es que se sentнa aliviado de que yo siguiera todavнa comportбndome como una persona normal, y desde luego, йl no lo iba a echar a perder.
Comprobй el correo antes de comenzar con mis tareas caseras. Recibн un mensaje bastante largo de Renйe. Se habнa regodeado en cada detalle de lo que le habнa contado, por lo que le devolvн otra descripciуn exhaustiva de lo que habнa hecho en el dнa. Todo, salvo lo de las motos. Incluso la despreocupada Renйe se alarmarнa por una cosa como йsa.
El martes, en el instituto, tuvo sus momentos buenos y malos. Angela y Mike estaban dispuestos a recibirme de vuelta con los brazos abiertos, haciendo la vista gorda amablemente ante esos meses en los que yo habнa mostrado un comportamiento aberrante. Jess parecнa mбs reacia. Me preguntй si es que necesitaba una disculpa formal, por escrito, por el incidente de Port Angeles.
Mike estuvo animado y charlatбn en el trabajo. Parecнa como si hubiera almacenado un semestre de temas de conversaciуn y ahora los estuviera soltando todos. Descubrн que volvнa a ser capaz de sonreнr y reнr con йl, aunque no me salнa con tanta naturalidad como con Jacob. Lo consideraba bastante inofensivo y una manera de pasar el tiempo.
Mike puso el cartel de cerrado en la ventana mientras yo doblaba mi chaleco y lo ponнa bajo el mostrador.
—Lo he pasado muy bien esta noche —dijo Mike contento.
—Cierto —asentн, aunque la verdad es que habrнa preferido pasar la tarde en el garaje.
—Quй pena que la otra noche tuvieses que salirte de la pelнcula.
No entendн bien el camino que seguнan sus pensamientos. Me encogн de hombros.
—Es que soy una rajada, me temo.
—Lo que quiero decir es que deberнas ir a ver una pelнcula mejor, alguna que realmente pudieras disfrutar —me explicу.
—Oh —murmurй, todavнa desorientada.
—Podrнa ser este viernes. Conmigo. Ya sabes, ir a ver algo que no te diera miedo bajo ningъn concepto.
Me mordн el labio.
No querнa cagarla con Mike, no cuando era una de las pocas personas que estaba dispuesta a perdonarme despuйs de haber perdido la cabeza, pero esto tambiйn me pareciу muy familiar. Como si el ъltimo aсo nunca hubiera existido. Me habrнa gustado que Jess me sirviera de excusa esta vez.
—їComo si fuera una cita? —le preguntй. La honradez era quizбs la mejor polнtica llegados a este punto. Mejor enfrentarse a ello.
Йl reconociу mi tono de voz.
—Si asн lo quieres, pero no tiene por quй ser asн.
—No quiero citas —repuse lentamente, dбndome cuenta de cuбnta verdad encerraba esa afirmaciуn. Todo ese mundo me parecнa increнblemente lejano.
—їSуlo como amigos? —sugiriу йl. Sus ojos azul claro ya no mostraban entusiasmo. Deseй que йl realmente creyera que podrнamos ser amigos de alguna manera.
—Suena divertido, pero lo cierto es que tengo ya planes para este viernes, їquй tal la semana prуxima?
—їQuй vas a hacer? —preguntу, seguramente con mбs intenciуn de la que querнa mostrar.
—Tareas. Tengo que... estudiar con un amigo.
—Ah, vale. Quizбs la semana que viene.
Me acompaсу hasta mi coche, menos eufуrico que antes. Aquello me trajo recuerdos muy nнtidos de mis primeros meses en Forks. Habнa completado el ciclo y ahora lo sentнa todo como un eco vacнo, desprovisto del interйs que solнa tener.
La noche siguiente, Charlie no pareciу para nada sorprendido de encontrarnos a Jacob y a mн tirados por el suelo del salуn con nuestros libros desparramados alrededor, de modo que deduje que Billy y йl habнan estado hablando a nuestras espaldas.
—Hola, chicos —dijo mientras desviaba la mirada hacia la cocina donde me habнa pasado toda la tarde haciendo una lasaсa, mientras Jacob miraba y la probaba de vez en cuando. El olor se extendнa por el vestнbulo. La habнa hecho a conciencia, para expiar todas las pizzas que habнa tenido que pedir.
Jacob se quedу a cenar y se llevу un plato a casa para Billy. Consintiу de mala gana en aсadirme otro aсo en nuestras negociaciones sobre la edad por ser una buena cocinera.
El viernes estuvimos en el garaje, y el sбbado, despuйs de mi turno en el negocio de los Newton, tocу hacer las tareas en casa otra vez. Charlie confiaba tanto en mi nueva cordura que se pasу el dнa pescando con Harry. Cuando regresу, ya habнamos terminado todo, lo que, por cierto, nos hizo sentirnos muy maduros y responsables, y estбbamos viendo un episodio de Monster Garage en el canal Discovery.
—Quizбs deberнa irme ya —suspirу Jacob—. Es mбs tarde de lo que pensaba.
—Vale, de acuerdo —rezonguй—. Te llevarй a casa.
Pareciу agradarle lo reacio de mi expresiуn, y lanzу una carcajada.
—Maсana, de vuelta al trabajo —le dije, tan pronto como estuvimos a salvo en el coche—. їA quй hora quieres que vaya?
Sonriу al responderme con un entusiasmo contenido.
—Te llamarй antes, їde acuerdo?
—Bueno.
Torcн el gesto sin dejar de preguntarme quй se traнa entre manos. Su sonrisa se ensanchу.
La maсana siguiente me dediquй a limpiar la casa mientras esperaba la llamada de Jacob, a la vez que intentaba sacarme de encima la ъltima pesadilla. El escenario habнa cambiado. La ъltima noche habнa estado vagando por un mar de helechos entre los cuales crecнan enormes бrboles de cicuta. No habнa allн nada mбs, y yo me habнa perdido, vagabundeando sola y sin direcciуn, sin saber lo que buscaba. Hubiera querido darme de patadas por la estъpida excursiуn de la ъltima semana. Intentй sacar el sueсo de mi mente consciente, esperando que se quedara metido en alguna otra parte y no volviera a escapar de allн.
Charlie estaba fuera lavando el coche patrulla asн que, cuando sonу el telйfono, soltй la escobilla del baсo y corrн escaleras abajo para responder.
—їDiga? —contestй casi sin aliento.
—Bella —dijo Jacob, con un extraсo tono formal de voz.
—Hola, Jake.
—Creo que... tenemos una «cita» —entonу la palabra con segundas intenciones.
Me llevу mбs de un segundo pillar la indirecta.
—їEstбn terminadas? —justo a tiempo. Necesitaba algo que me distrajera de pesadillas y vacнos.
—Sн, andan y todo.
—Jacob eres, sin ningъn gйnero de duda, la persona de mayor talento y mбs maravillosa que conozco. Te concedo diez aсos sуlo por esto.
—ЎGuay! Ya soy una persona madura.
Me reн.
—ЎY yo pronto lo conseguirй!
Dejй las cosas del baсo en el armarito y tomй la chaqueta.
—Vas a ver a Jake —dijo Charlie al verme pasar a toda velocidad. En realidad, no me lo estaba preguntando.
—Sн —repliquй mientras saltaba al interior de mi coche.
—Luego, me irй a la comisarнa —me gritу Charlie cuando ya estaba dentro.
—ЎVale! —gritй de vuelta, girando la llave de contacto.
Charlie aсadiу algo mбs, pero el rugido del motor impidiу que le escuchara con claridad. Me sonу a algo asн como: «їDуnde estб el fuego?».
Aparquй el coche en un costado de la casa de los Black, cerca de los бrboles, para que resultara mбs fбcil sacar las motos a hurtadillas. Una mancha de colores captу mi atenciуn nada mбs echar pie a tierra; eran las dos relucientes motos —una roja y otra negra— escondidas debajo de una pнcea, lo que las hacнa invisibles desde la casa. Jacob se habнa preparado bien.
Le habнa puesto un pequeсo lazo azul a cada uno de los manillares. Esto me hizo reнr mucho y aъn seguнa riйndome cuando Jacob saliу de la casa.
—їPreparada? —me preguntу en voz baja, con los ojos chispeantes.
Mirй por encima de su hombro y no vi ni rastro de Billy.
—De acuerdo —contestй, pero ya no estaba tan entusiasmada como antes; estaba intentando imaginarme a mн misma montada de verdad encima de la moto.
Jacob las metiу con facilidad en la parte posterior del coche, y las tumbу de lado de modo que no se vieran.
—Vбmonos —me animу, con la voz algo mбs aguda de lo habitual por la excitaciуn—. Conozco un sitio perfecto; nadie nos verб allн.
Salimos fuera de la ciudad y condujimos en direcciуn sur. La carretera polvorienta salнa y entraba del bosque y algunas veces sуlo veнamos бrboles. Y de repente, surgiу una espectacular panorбmica del ocйano Pacнfico que llegaba hasta el horizonte, de color gris oscuro bajo las nubes. Estбbamos por encima de la playa, sobre los acantilados que bordeaban la costa y la vista parecнa perderse hacia el infinito.
Conduje despacio para poder echar una ojeada de vez en cuando al mar sin correr peligro, especialmente cuando la carretera se ceснa a los acantilados. Jacob hablaba sobre cуmo habнa terminado las motos, pero su descripciуn era muy tйcnica para mн, asн que no prestй demasiada atenciуn.
Fue entonces cuando descubrн cuatro figuras de pie en un saliente rocoso, demasiado cercanas al precipicio. No podнa calcular sus edades a semejante distancia, pero supuse que eran varones. A pesar de que el aire era helado, me pareciу que ъnicamente llevaban pantalones cortos.
Mientras los observaba, el mбs alto dio unos pasos hacia el borde. Disminuн la velocidad automбticamente, con el pie aъn dubitativo sobre el pedal de freno.
Entonces, se arrojу por el precipicio.
—ЎNo! —gritй, golpeando el freno con una pisotуn.
—їQuй pasa? —gritу Jacob a su vez, alarmado.
—ЎEse chico... acaba de saltar por el borde del acantilado! їPor quй no se lo han impedido? ЎTenemos que llamar a una ambulancia! —abrн mi puerta de un golpe y saltй fuera, aunque eso no tenнa ningъn sentido. La manera mбs rбpida de llegar a un telйfono consistнa en conducir de vuelta a casa de Billy. Pero todavнa no me podнa creer lo que habнa visto. Quizбs, de modo subconsciente, esperaba ver algo distinto sin tener por medio el cristal del parabrisas.
Jacob se riу y yo me girй con rapidez para mirarle furiosa. їCуmo podнa demostrar esa insensibilidad y esa crueldad?
—Sуlo estбn haciendo salto de acantilado, Bella. Es un pasatiempo. Ya sabes, La Push no tiene centro comercial —aunque bromeaba, habнa una extraсa entonaciуn irritada en su voz.
—їSalto de acantilado? —repetн, atуnita. Sin podйrmelo creer todavнa, vi que otra figura se subнa al borde, hacнa una pausa, y entonces saltaba al espacio vacнo de forma airosa. Cayу durante lo que me pareciу una eternidad y al final se introdujo con suavidad entre las oscuras olas grises de allб abajo.
—ЎGuau! ЎCon lo alto que estб...! —volvн a deslizarme en mi asiento, aъn mirando con los ojos abiertos como platos a los dos saltadores que quedaban—. Deben de ser lo menos treinta metros.
—Bueno, vale, la mayorнa saltamos de mбs abajo, desde esa roca que sobresale del acantilado a mitad de camino entre donde estбn ellos y el mar —seсalу un punto a travйs de su ventanilla que desde luego parecнa una altura mucho mбs razonable—. Esos chicos estбn mal de la cabeza. Probablemente lo ъnico que pretenden demostrar es lo duros que son. Lo que quiero decir es que hoy hace mucho frнo y el agua no debe de ser ninguna delicia —hizo una mueca de desagrado, como si la proeza le disgustara personalmente. Me sorprendiу un poco. Jamбs hubiera pensado que habrнa algo que le enfadara.
—їTъ tambiйn has saltado desde el acantilado? —no se me habнa escapado ese «nosotros».
—Claro, claro —se encogiу de hombros y mostrу una amplia sonrisa—. Es divertido. Da un poco de miedo y algo de agobio.
Volvн a fijar la mirada en los acantilados, mientras la tercera figura se acercaba al borde. Nunca habнa sido testigo de algo tan temerario en mi vida. Se me abrieron los ojos de admiraciуn, y sonreн.
—Jake, tienes que llevarme a hacer salto de acantilado.
Volviу el rostro hacia mн, con el ceсo fruncido y una expresiуn de clara desaprobaciуn.
—Bella, te recuerdo que has estado a punto de llamar una ambulancia para Sam —seсalу. Me sorprendiу que hubiera reconocido quiйn era a esa distancia.
—Quiero intentarlo —insistн, y me volvн para salir de nuevo del coche.
Jacob me agarrу de la muсeca.
—Pero no hoy, їvale? їNo podrнamos esperar por lo menos a un dнa mбs cбlido?
—Vale, de acuerdo —asentн, ya que estaba de acuerdo en eso. Al abrir la puerta, la brisa helada me estaba poniendo la carne de gallina—. Pero quiero ir pronto.
—Pronto —puso los ojos en blanco—. Algunas veces te comportas de una manera muy rara, Bella. їLo sabes, no?
Suspirй.
—Sн.
—No saltaremos desde lo mбs alto.
Mirй fascinada la forma en que el tercer chico tomaba carrerilla y se alzaba en el aire a mбs distancia que los otros dos. Girу sobre sн mismo y dio una voltereta lateral mientras caнa, como si estuviera haciendo paracaidismo acrobбtico. Parecнa disfrutar de una libertad absoluta, irreflexiva y completamente irresponsable.
—Vale —acordй—. Al menos, no la primera vez.
Ahora fue Jacob el que suspirу.
—їVamos a probar ahora las motos o no? —inquiriу.
—Vale, venga —contestй, apartando con dificultad la mirada de la ъltima persona que aguardaba en el acantilado. Me abrochй otra vez el cinturуn y cerrй la puerta. El motor seguнa encendido, rugiendo, a pesar de estar al ralentн. Volvimos a la carretera otra vez.
—Bueno, їy quiйnes eran esos chicos, los locos? —le preguntй.
Йl hizo un sonido de disgusto que saliу de lo mбs hondo de su garganta.
—La banda de La Push.
—їTenйis una banda? —preguntй. Me di cuenta de que sonaba como si estuviese impresionada por ello.
Mi reacciуn le dio risa.
—Bueno, no tanto como eso. Te lo juro, son como vigilantes jurados que se hubieran vuelto locos. No arman peleas, se dedican a mantener la paz —bufу—. Por ejemplo, mira lo que pasу con aquel chico que vino de algъn sitio cerca de la reserva de Makah, uno bien grande, con una pinta que daba miedo. Bueno, se corriу el rumor de que vendнa alcohol a los crнos y Sam Uley y sus discнpulos le echaron de nuestras tierras. Se pasan todo el dнa hablando de nuestra tierra, el orgullo de la tribu... Es algo ridнculo. Lo peor del asunto es que el consejo los toma en serio. Embry me dijo que el consejo suele mantener reuniones con Sam —sacudiу la cabeza con el rostro lleno de resentimiento—. Embry tambiйn oyу, porque se lo contу Leah Clearwater, que se llaman a sн mismos «protectores» o algo parecido.
Las manos de Jacob se habнan convertido en puсos, como si deseara golpear a alguien. Nunca habнa visto este otro lado suyo.
Me sorprendiу escuchar el nombre de Sam Uley. No querнa volver a evocar las imбgenes de mi pesadilla, asн que hice una observaciуn rбpida para distraerme.
—A ti no te gustan demasiado.
—їSe nota mucho? —preguntу sarcбsticamente.
—Bueno... no parece que estйn haciendo nada malo —intentй suavizбrselo, para que volviera a poner buena cara—. Mбs que una banda, parecen un grupo de irritantes niсatos resabiados.
—Sн, lo de irritantes es una palabra que les va como anillo al dedo. Se pasan todo el dнa fanfarroneando por ahн, como con lo del salto de acantilado. Ellos actъan... bueno, no sй, como tipos duros. Un dнa del pasado semestre Quil, Embry y yo estбbamos dando una vuelta por la tienda, y Sam se pasу por allн con sus seguidores, Jared y Paul. Quil dijo algo, ya sabes que es un bocazas, y Paul se cabreу. Los ojos se le oscurecieron, y mostrу una especie de sonrisa, aunque mбs que sonreнr, lo que hizo fue enseсar los dientes como un poseso, y empezу a temblar o algo parecido. Entonces, Sam le puso la mano en el pecho y sacudiу la cabeza. Paul le mirу un minuto o asн y se calmу. Lo cierto es que era como si Sam le estuviera sujetando, como si Paul hubiera estado dispuesto a hacernos pedazos si Sam no lo hubiera parado —gruсу—, como en las pelнculas malas del oeste. Ya sabes, Sam es un tнo muy grande, tiene los veinte bien cumplidos mientras que Paul sуlo tiene diecisйis aсos, como nosotros, es mбs bajo que yo y no estб tan cachas como Quil. Creo que cualquiera de nosotros podrнa con йl sin problemas.
—Chicos duros —asentн, mostrбndome de acuerdo. Podнa reconstruirlo en mi cabeza tal como йl lo habнa contado y me recordу algo... un trнo de hombres altos, morenos, de pie, juntos y muy quietos en el salуn de mi padre. Sуlo me acordaba de la imagen de refilуn, porque mi cabeza estaba apoyada en el sofб mientras el doctor Gerandy y Charlie se inclinaban sobre mн... їEran ellos, la banda de Sam?
Volvн a hablar con rapidez para esquivar esos recuerdos tan deprimentes.
—їY no es Sam un poco mayor ya para este tipo de cosas?
—Claro. Se suponнa que iba a ir a la universidad, pero se ha quedado aquн sin que nadie haya dicho una mierda sobre el tema. Todo el consejo se le echу encima a mi hermana cuando dejу perder una beca parcial y se casу, pero, claro, Sam Uley no mete nunca la pata.
Su rostro mostraba ahora una expresiуn indignada y ademбs habнa algo mбs que no reconocн al principio.
—Realmente todo esto suena irritante y extraсo, pero no entiendo por quй te lo tomas de una manera tan personal —le echй una ojeada a la cara, esperando no haberle molestado. Se habнa tranquilizado de pronto, mirando por la ventanilla lateral.
—Te acabas de pasar la desviaciуn —dijo con voz serena.
Realicй una vuelta en herradura y estuve a punto de chocar contra un бrbol, ya que me vi obligada a salirme un buen trozo fuera de la carretera.
—Gracias por el aviso —murmurй al tomar de nuevo el carril correspondiente.
—Perdona, no he prestado atenciуn.
Se quedу inmуvil durante un minuto escaso.
—Puedes pararte por aquн, donde tъ quieras —dijo en voz baja y sin mirarme.
Aparquй y apaguй el motor. Los oнdos me zumbaban en el silencio que siguiу. Salimos ambos del coche y Jacob se dirigiу a la parte trasera del coche para sacar las motos. Intentй leer su expresiуn. Habнa algo mбs que le molestaba. Habнa tocado alguna fibra sensible.
Sonriу sin muchas ganas mientras empujaba la moto roja hasta ponerla a mi lado.
—Feliz cumpleaсos tardнo. їTe sientes preparada?
—Eso creo —de repente la moto me intimidaba y me asustaba. Fue en ese momento cuando me di cuenta de que tendrнa que montarla.
—Nos lo tomaremos con calma —me prometiу. Apoyй la moto con cuidado contra el guardabarros del coche, mientras йl iba a recoger la suya.
—Jake... —dudй al hablarle, mientras йl caminaba tranquilamente bordeando el coche.
—їSн?
—їQuй es lo que realmente te molesta? Me refiero a lo de Sam... їHay algo mбs? —observй su rostro. Hizo una mueca, pero no parecнa enfadado. Mirу hacia el suelo y frotу su zapato contra la rueda delantera de su moto una y otra vez, como si se estuviera tomando tiempo para algo. Suspirу.
—Es sуlo... el modo en que me tratan. Me enferma —ahora las palabras se atropellaban unas a otras para salir—. Ya sabes, se supone que el consejo se compone de iguales, pero si hubiera un lнder, йse tendrнa que ser mi padre. Nunca he conseguido averiguar por quй la gente lo trata de la manera en que lo hace ni tampoco por quй su opiniуn es la que mбs cuenta. Creo que tiene algo que ver con su padre y su abuelo. Mi bisabuelo, Ephraim Black, fue algo asн como el ъltimo jefe que tuvimos, y si aъn escuchan a Billy, quizбs se deba a eso. Pero yo soy como otro cualquiera. Nadie me trata de forma especial..., al menos hasta ahora.
Дата добавления: 2015-10-30; просмотров: 141 | Нарушение авторских прав
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