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Asentн con la misma confianza.
—Pero si yo creyera lo mismo que йl... —me mirу con sus ojos insondables—. Si tъ creyeras lo mismo que йl, їle quitarнas su alma?
La forma en que enunciу la pregunta desbaratу mi respuesta. Si йl me hubiera preguntado si arriesgarнa mi alma por Edward, la respuesta serнa obvia. Pero їhabrнa arriesgado su alma? Fruncн los labios con tristeza. Esto no era cualquier cosa.
—Supongo que ves el problema.
Neguй con la cabeza, consciente de la posiciуn terca de mi barbilla.
Carlisle suspirу.
—Es mi elecciуn —insistн.
—Tambiйn es la suya —levantу la mano cuando vio que me disponнa a discutir—, desde el momento en que йl es el responsable de hacerlo.
—No es el ъnico capaz de hacerlo —fijй una mirada especulativa en йl, que se echу a reнr, aligerando repentinamente su humor.
—ЎOh, no, me parece que has de solucionarlo con йl! —entonces suspirу—. Йsta es la parte de la que nunca puedo estar seguro. En muchos otros sentidos, creo que he hecho lo mejor que he podido con lo que me ha tocado. Pero їes correcto maldecir a otros con esta clase de vida? No podrнa tomar esa decisiуn.
No pude contestar. Imaginй lo que podrнa haber sido mi vida si Carlisle hubiera resistido la tentaciуn de cambiar su vida solitaria... y me estremecн.
—Fue la madre de Edward la que me decidiу —la voz de Carlisle era casi un susurro. Su mirada ausente se perdiу mбs allб de las ventanas oscuras.
—їSu madre? —siempre que le habнa preguntado a Edward por sus padres, йl sуlo me habнa dicho que habнan muerto hacнa mucho, y que conservaba recuerdos vagos de ellos. Comprendн que los recuerdos de Carlisle, a pesar de lo breve de su contacto con ellos, eran perfectamente claros.
—Sн. Su nombre era Elizabeth. Elizabeth Masen. Su padre, que tambiйn se llamaba Edward, no llegу a recobrar el conocimiento en el hospital. Muriу en la primera oleada de gripe.
Pero Elizabeth estuvo consciente casi hasta el final. Edward se le parece mucho, tenнa el mismo extraсo tono broncнneo de pelo y sus ojos eran del mismo color verde.
—їEdward tambiйn tenнa los ojos verdes? —murmurй mientras intentaba imaginarlo.
—Sн... —los ojos de color ocre de Carlisle habнan retrocedido cien aсos en el tiempo—. Elizabeth se preocupaba de forma obsesiva por su hijo. Perdiу sus propias oportunidades de sobrevivir por cuidarle en su lecho de muerte. Yo esperaba que йl muriera primero, ya que estaba mucho peor que ella. Cuando le llegу su final, fue muy rбpido. Ocurriу justo despuйs del crepъsculo, cuando yo llegaba para relevar a los doctores que habнan estado trabajando todo el dнa. Eran tiempos muy duros como para andar disimulando, habнa mucho trabajo por hacer y yo no necesitaba descansar. ЎCuбnto odiaba regresar a casa para esconderme cuando habнa tanta gente muriendo!
»En primer lugar me fui a comprobar el estado de Elizabeth y su hijo, con quienes me sentнa emocionalmente ligado, algo siempre peligroso para nosotros si se tiene en cuenta la fragilidad de la naturaleza humana. Me di cuenta a primera vista de que ella tenнa muy mal aspecto. La fiebre campaba a sus anchas y su cuerpo estaba demasiado dйbil para seguir luchando.
»Sin embargo, no parecнa tan dйbil cuando me clavу los ojos desde la cama.
»—ЎSбlvelo! —me ordenу con voz ronca, la ъnica que su garganta podнa emitir ya.
»—Harй cuanto me sea posible —le prometн al tiempo que le tomaba la mano. Tenнa tanta fiebre que ella probablemente no sintiу la gelidez antinatural de la mнa. Su piel ardнa, por lo que todo debнa de parecerle frнo al tacto.
»—Ha de hacerlo —insistiу mientras me aferraba con tanta fuerza que me preguntй si, despuйs de todo, conseguirнa sobrevivir a la crisis. Sus ojos eran duros como piedras, como esmeraldas—. Debe hacer cuanto estй en su mano. Incluso lo que los demбs no pueden, eso es lo que debe hacer por mi Edward.
»Esas palabras me amedrentaron. Me miraba con aquellos ojos penetrantes y por un momento estuve seguro de que ella conocнa mi secreto. Entonces, la fiebre la venciу y nunca recobrу el conocimiento. Muriу una hora despuйs de haberme hecho esa peticiуn.
«Habнa sopesado durante dйcadas la posibilidad de crear un compaсero, alguien que pudiera conocerme de verdad, mбs allб de lo que fingнa ser, pero no podнa justificarme a mн mismo el hacer a otros lo que me habнan hecho a mн.
»Era obvio que al agonizante Edward le quedaban unas pocas horas de vida, y junto a йl yacнa su madre, cuyo rostro no conocнa la paz ni siquiera en la muerte, al menos no del todo...
Carlisle rememorу la escena completa; conservaba muy nнtidos los recuerdos a pesar del siglo transcurrido. Yo lo veнa con idйntica claridad a medida que йl hablaba: la atmуsfera desesperada del hospital, la omnipresencia de la muerte, la fiebre que consumнa a Edward mientras se le escapaba la vida con cada tictac del reloj... Volvн a estremecerme y me esforcй en desechar la imagen de mi mente.
—Las palabras de Elizabeth aъn resonaban en mi cabeza. їCуmo podнa adivinar lo que yo podнa hacer? їQuerrнa alguien realmente una cosa asн para su hijo?
»Mirй a Edward, que conservaba la hermosura a pesar de la gravedad de su enfermedad. Habнa algo puro y bondadoso en su rostro. Era la clase de rostro que me hubiera gustado que tuviera mi hijo...
«Despuйs de todos aquellos aсos de indecisiуn, actuй por puro impulso. Llevй primero el cuerpo de la madre a la morgue; luego, volvн a recogerle a йl. Nadie se dio cuenta de que aъn respiraba. No habнa manos ni ojos suficientes para estar ni la mitad de pendientes de lo que necesitaban los pacientes. La morgue estaba vacнa, de vivos, al menos. Le saquй por la puerta trasera y le llevй por los tejados hasta mi casa.
»No estaba seguro de quй debнa hacer. Optй por imitar las mismas heridas que yo habнa recibido hacнa ya tantos siglos en Londres. Despuйs, me sentн mal por eso. Resultу mбs doloroso y prolongado de lo necesario.
»A pesar de todo, no me sentн culpable. Nunca me he arrepentido de haber salvado a Edward —volviу al presente. Sacudiу la cabeza y me sonriу—. Supongo que ahora debo llevarte a casa.
—Yo lo harй —intervino Edward, que entrу en el salуn en penumbra y se acercу despacio hacia mн. Su rostro estaba en calma, impasible, pero habнa algo raro en sus ojos, algo que intentaba esconder con todo su empeсo. Sentн un incуmodo espasmo en el estуmago.
—Carlisle me puede llevar —contestй. Me mirй la blusa; la tela de algodуn azul claro estaba moteada con manchas de sangre. El hombro derecho lo tenнa cubierto con una capa espesa de una especie de glaseado rosa.
—Estoy bien —repuso con voz inexpresiva—. En cualquier caso, debes cambiarte de ropa si no quieres que a Charlie le dй un ataque al verte con esas pintas. Le dirй a Alice que te preste algo.
Saliу a grandes zancadas otra vez por la puerta de la cocina.
Mirй a Carlisle con ansiedad.
—Estб muy disgustado.
—Sн —coincidiу Carlisle—. Esta noche ha ocurrido precisamente lo que mбs teme, que te veas en peligro debido a lo que somos.
—No es culpa suya.
—Tampoco tuya.
Desviй la mirada de sus ojos sabios y hermosos. No podнa estar de acuerdo con eso.
Carlisle me ofreciу la mano para ayudarme a levantar de la mesa. Le seguн hacia la habitaciуn principal. Esme habнa regresado y se habнa puesto a limpiar con lejнa la parte del suelo donde yo me habнa caнdo para eliminar el olor.
—Esme, dйjame que lo haga —pude sentir que enrojecнa otra vez.
—Ya casi he terminado —me sonriу—. їQuй tal estбs?
—Estoy bien —le asegurй—. Carlisle cose mucho mбs deprisa que cualquier otro doctor de los que conozco.
Ambas reнmos entre dientes.
Alice y Edward entraron por la puerta trasera. Alice se apresurу a acudir a mi lado, pero Edward se rezagу, con una expresiуn indescifrable.
—Venga, vamos —me dijo—. Te darй algo menos macabro para que te lo pongas.
Encontrу una blusa de Esme de un color muy parecido a la mнa. Estaba segura de que Charlie no se darнa cuenta. El largo vendaje blanco del brazo no parecнa ni la mitad de serio una vez que dejй de estar salpicada de sangre. Charlie ya nunca se sorprendнa de verme vendada.
—Alice —susurrй cuando ella se dirigiу hacia la puerta.
—їSн?
Ella mantuvo el tono de voz bajo tambiйn y me mirу con curiosidad, con la cabeza inclinada hacia un lado.
—їHasta quй punto ha sido malo?
No podнa estar segura de que mis susurros fueran un esfuerzo baldнo, ya que aunque estбbamos en la parte de arriba de las escaleras, con la puerta cerrada, a lo mejor йl podнa oнrlo igualmente.
Su rostro se tensу.
—Aъn no estoy segura.
—їCуmo estб Jasper?
Ella suspirу.
—No se siente muy orgulloso de sн mismo. Todo esto supone un gran reto para йl, y odia sentirse dйbil.
—No es culpa suya. Dile que no estoy enfadada con йl, en absoluto, їse lo dirбs?
—Claro.
Edward me esperaba en la puerta principal. La abriу —sin despegar los labios— en cuanto lleguй al pie de la escalera.
—ЎNo te dejes olvidados los regalos! —gritу Alice mientras me acercaba a йl con cautela. Ella recogiу los dos paquetes, uno a medio abrir, y la cбmara de debajo del piano, y los empujу todos contra mi brazo bueno—. Ya me darбs las gracias luego, cuando los abras.
Esme y Carlisle se despidieron con un tranquilo «buenas noches». Advertн las miradas furtivas que dirigнan a la expresiуn impasible de su hijo, igual que las mнas.
Fue un alivio salir afuera. Me apresurй a dejar atrбs los farolillos y las rosas, ahora recuerdos incуmodos. Edward se adaptу a mi ritmo sin decir ni una palabra. Me abriу la puerta del copiloto y subн sin quejarme.
Habнa un gran lazo rojo en torno al nuevo aparato estйreo del salpicadero. Quitй el lazo y lo arrojй al suelo. Edward se sentу al volante mientras lo escondнa debajo de mi asiento.
No me mirу ni a mн ni al estйreo. Ninguno de los dos lo encendimos, y el silencio se vio intensificado por el repentino estruendo del motor. Condujo con demasiada rapidez por el sinuoso camino.
El silencio me estaba volviendo loca.
—Di algo —supliquй al fin, cuando enfilaba hacia la carretera.
—їQuй quieres que diga? —preguntу con indiferencia.
Me acobardй ante su tono distante.
—Dime que me perdonas.
Esto hizo que su rostro se agitara con una chispa de vida, una chispa de ira.
—їPerdonarte? їPor quй?
—Nada de esto hubiera ocurrido si hubiera tenido mбs cuidado.
—Bella, te has cortado con un papel. No es como para merecer la pena de muerte.
—Sigue siendo culpa mнa.
Mis palabras demolieron la barrera que contenнa sus emociones.
—їCulpa tuya? їQuй hubiera sido lo peor que te hubiera podido pasar de haberte cortado en la casa de Mike Newton, con tus amigas humanas, Angela y Jessica? Si hubieras tropezado y te hubieras caнdo sobre una pila de platos de cristal sin que nadie te hubiera empujado, їquй es lo peor que te hubiera podido pasar? їManchar de sangre los asientos del coche mientras te llevaban a urgencias? Mike Newton te hubiera tomado la mano mientras te cosнan sin tener que combatir contra el ansia de matarte todo el tiempo que hubieras permanecido allн. No intentes culparte por nada de esto, Bella. Sуlo conseguirбs que todavнa me sienta mбs disgustado.
—їCуmo es que ha entrado Mike Newton en esta conversaciуn? —inquirн.
—Mike Newton ha aparecido en esta conversaciуn porque, maldita sea, йl te hubiera convenido mucho mбs que yo —gruсу.
—Preferirнa morir antes que terminar con Mike Newton —protestй—. Preferirнa morir antes que estar con otro que no fueras tъ.
—No te pongas melodramбtica, por favor.
—Vale; entonces, no seas ridнculo.
No me contestу. Mirу a travйs del cristal delantero con una expresiуn furibunda.
Me estrujй las meninges en busca de alguna forma de salvar la noche, pero todavнa no se me habнa ocurrido nada cuando aparcamos delante de mi casa.
Apagу el motor, sin apartar las manos que apretaban de forma crispada el volante.
—їTe quedarбs esta noche? —le preguntй.
—Deberнa irme a casa.
Lo ъltimo que querнa era que se marchara para seguir regodeбndose en el remordimiento.
—Sуlo por mi cumpleaсos —le presionй.
—No puedes tener las dos cosas, o quieres que la gente ignore tu cumpleaсos o no lo quieres. Una cosa u otra.
Su voz sonaba severa, pero no tan seria como antes. Para mis adentros, suspirй con alivio.
—De acuerdo. Acabo de decidir que no quiero que ignores mi cumpleaсos. Te verй arriba.
Me volvн un momento para recoger mis paquetes. El frunciу el ceсo.
—No estбs obligada a llevбrtelos.
—Quiero hacerlo —le respondн a bote pronto; luego, me preguntй si no estarнa usando conmigo la tбctica de llevarme la contraria para que hiciera lo que йl querнa.
—No, no estбs obligada. Carlisle y Esme sуlo han gastado dinero.
—Los acepto —coloquй los paquetes de cualquier modo debajo del brazo bueno y cerrй la puerta de un portazo al salir. Йl se bajу del coche y estuvo a mi lado en menos de un segundo.
—En tal caso, dйjame que te los lleve —dijo mientras me los quitaba—. Estarй en tu habitaciуn.
Yo sonreн.
—Gracias.
—Feliz cumpleaсos —suspirу yse inclinу para rozar mis labios con los suyos.
Me puse de puntillas para prolongar el beso, pero йl se retirу, sonriу con esa sonrisa traviesa que tanto me gustaba y desapareciу en la oscuridad.
El juego no se habнa acabado. Tan pronto como traspasй la puerta principal, sonу el timbre que anunciaba mi llegada por encima del parloteo del gentнo en la televisiуn.
—їBella? —me llamу Charlie.
—Hola, papб —contestй al doblar la esquina que daba al salуn. Acerquй el brazo al costado. La ligera presiуn me quemaba y arruguй la nariz. Al parecer, se estaba yendo el efecto de la anestesia.
—їCуmo te lo has pasado? —Charlie estaba tumbado con los pies descalzos apoyados en el brazo del sofб. Tenнa aplastado contra la cabeza lo que le quedaba de su cabello marrуn rizado.
—Alice se pasу. Pastel, flores, velas, regalos... Vamos, el lote completo.
—їQuй te han regalado?
—Un estйreo para el coche —y varias cosas que aъn no habнa visto.
—Guau.
—Vaya —asentн—. En fin, menuda nochecita.
—Te verй por la maсana.
Me despedн con la mano.
—Hasta maсana.
—їQuй le ha pasado a tu brazo?
Enrojecн y maldije en mi fuero interno.
—Resbalй, pero no ha sido nada.
—Ay, Bella —suspirу йl al tiempo que sacudнa la cabeza.
—Buenas noches, papб.
Me apresurй hacia el baсo, donde guardaba mi pijama para noches como йstas. Me puse el top y los pantalones de algodуn a juego que tenнa allн para reemplazar la sudadera llena de agujeros que solнa usar para irme a la cama. Hacнa gestos de dolor con cada movimiento que me tiraba de los puntos. Me lavй la cara con una mano, los dientes, y me precipitй a mi habitaciуn.
Estaba sentado en el centro de mi cama sin dejar de juguetear ociosamente con una de las cajas plateadas.
—Hola —dijo con voz apenada; parecнa regodearse en la tristeza.
Me fui a la cama, le quitй los regalos de las manos y me sentй en su regazo.
—Hola —me acurruquй contra su pecho pйtreo—. їPuedo abrir mis regalos ahora?
—їA quй viene tanto entusiasmo repentino? —me preguntу.
—Has despertado mi curiosidad.
Tomй en primer lugar el paquete plano y alargado; suponнa que era el regalo de Carlisle y Esme.
—Dйjame —sugiriу йl. Me lo quitу de las manos, rompiу el papel con un movimiento fluido y me devolviу una caja blanca rectangular.
—їEstбs seguro de que podrй apaсarme para abrir la tapa? —murmurй, pero me ignorу.
Dentro de la caja habнa una larga pieza de papel grueso con una agobiante cantidad de letra impresa de gran calidad. Me llevу un minuto comprender lo fundamental de la informaciуn.
—їVamos a ir a Jacksonville? —me emocionй a mi pesar. Era un vale para billetes de aviуn, para ambos.
—Esa es la idea.
—No puedo creerlo. ЎRenйe se va poner loca de contento! їSeguro que no te importa? Es un lugar soleado y tendrбs que estar dentro todo el dнa.
—Creo que me las apaсarй —contestу, pero luego frunciу el ceсo—. Te habrнa obligado a abrirlo delante de Carlisle y Esme de haberme imaginado que corresponderнas con tanto entusiasmo a un regalo como йste. Pensй que protestarнas.
—Bueno, es cierto que es excesivo. Pero Ўlo aceptarнa sуlo por llevarte conmigo!
Se riу entre dientes.
—Ahora desearнa haberme gastado dinero en tu regalo. No me habнa dado cuenta de que pudieras ser tan razonable.
Dejй los billetes a un lado y tomй su regalo, ya que mi curiosidad se habнa reavivado. Me lo quitу de las manos y lo desenvolviу como el primero.
Me devolviу un estuche de regalo para CD con un disco virgen plateado en el interior.
—їQuй es? —preguntй, perpleja.
No dijo nada. Tomу el CD y se alzу sobre mн para ponerlo en el reproductor que habнa en la mesilla de noche. Pulsу el botуn de play y esperamos en silencio. Entonces, empezу a sonar la mъsica.
Escuchй con los ojos como platos y sin poder articular palabra. Supe que йl esperaba mi reacciуn, pero fui incapaz de hablar. Se me llenaron los ojos de lбgrimas y alcй la mano para limpiбrmelas antes de que empezaran a derramarse.
—їTe duele el brazo? —me preguntу con ansiedad.
—No, no es mi brazo. Es precioso, Edward. No me podнas haber regalado nada que me gustara mбs. No puedo creerlo.
Me callй, porque querнa seguir escuchando la mъsica. Su mъsica. La habнa compuesto йl. La primera pista del CD era mi nana.
—Supuse que no me dejarнas traer aquн un piano para interpretarla —me explicу.
—Tienes razуn.
—їTe duele el brazo?
—Estб bastante bien —en realidad, comenzaba a arderme debajo del vendaje. Querнa ponerme hielo. Me hubiera gustado colocarlo encima de su frнa mano, pero eso me hubiera delatado.
—Te traerй un Tylenol.
—No necesito nada —protestй, pero me desligу de su regazo y se dirigiу a la puerta.
—Charlie —susurrй; йl no estaba informado «exactamente» de que Edward se quedaba a menudo. De hecho, le hubiera dado un infarto de haberlo sabido, pero no me sentнa demasiado culpable por engaсarle. No era como si estuviera haciendo algo que йl no quisiera que hiciese. Edward tenнa sus reglas...
—No me verб —prometiу Edward mientras desaparecнa silenciosamente por la puerta. Volviу a tiempo de sujetarla antes de que el borde llegara a tocar el marco. Traнa una caja de pastillas en una mano y un vaso de agua en la otra.
Tomй las pastillas que me dio sin protestar, ya que sabнa que perderнa en la discusiуn. Ademбs, el brazo me molestaba de veras.
Mi nana continuaba sonando de fondo, dulce y encantadora.
—Es tarde —seсalу Edward. Me alzу por encima de la cama con un brazo y con el otro abriу la cama. Me acostу con la cabeza en la almohada y me arropу bien con el edredуn. Se acostу a mi lado, pero encima de la ropa de cama de modo que no me quedara congelada y me pasу el brazo por encima.
Apoyй la cabeza en su hombro y suspirй, feliz.
—Gracias otra vez —susurrй.
—No hay de quй.
Nos quedamos sin movernos ni hablar durante un buen rato, hasta que la nana llegу a su fin y comenzу otra canciуn. Reconocн la favorita de Esme.
—їEn quй estбs pensando? —le preguntй con un murmullo.
Dudу un segundo antes de contestarme.
—Estaba pensando en el bien y el mal.
Un escalofrнo me recorriу la columna.
—їTe acuerdas de cuando decidн que no querнa que ignoraras mi cumpleaсos? —le preguntй enseguida con la esperanza de que mi intento de distraerle no pareciera demasiado evidente.
—Sн —admitiу con cautela.
—Bien, estaba pensando... que ya que todavнa es mi cumpleaсos, querнa que me besaras otra vez.
—Pues sн que estбs antojadiza esta noche.
—Pues sн, pero claro, no tienes que hacer nada que no quieras —aсadн, picada.
Riу y despuйs suspirу.
—Que el cielo me impida hacer aquello que no quiera —repuso con una extraсa desesperaciуn en la voz mientras ponнa el dedo bajo mi barbilla y alzaba mi rostro hacia el suyo.
El beso empezу del modo habitual, Edward procuraba tener el mismo cuidado de siempre y mi corazуn reaccionaba de forma tan desaforada como de costumbre. Entonces, algo pareciу cambiar. De pronto, sus labios se volvieron mбs insistentes y su mano libre se enredу en mi pelo aferrando mi cabeza firmemente contra la suya. Agarrй su pelo con mis manos; estaba cruzando los lнmites impuestos por su cautela, sin duda, pero esta vez no me detuvo. Sentн su frнo cuerpo a travйs de la fina colcha, y me apretй con deseo contra йl.
Cuando se apartу, lo hizo con brusquedad; me empujу hacia atrбs con manos amables, pero firmes.
Me desplomй en la almohada jadeando, con la cabeza dбndome vueltas. Algo intentaba asomar en los lнmites de mi memoria, pero se me escapaba...
—Lo siento —dijo йl, tambiйn sin aliento—. Esto es pasarse de la raya.
—A mн no me importa en absoluto —resollй.
Frunciу el ceсo en la oscuridad.
—Intenta dormir, Bella.
—No, quiero que me beses otra vez.
—Sobrestimas mi autocontrol.
—їQuй te tienta mбs, mi sangre o mi cuerpo? —le desafiй.
—Hay un empate —sonriу ampliamente a pesar de sн mismo y pronto se puso serio otra vez—. Y ahora, їpor quй no dejas de tentar a la suerte y te duermes?
—Vale —asentн mientras me acurrucaba junto a йl. Me sentнa realmente exhausta. Habнa sido un dнa muy largo y tampoco en ese momento me notaba aliviada. Mбs bien me parecнa como si estuviera a punto de suceder algo aъn peor. Era una premoniciуn tonta, ya que, їquй podнa ser peor? No habнa nada que pudiera estar al nivel del susto de aquella tarde, sin duda.
Intentando actuar con astucia, apretй mi brazo herido contra su hombro, de modo que su piel frнa me consolara del ardor de la herida. Pronto me sentн mucho mejor.
Estaba medio dormida, mбs bien casi del todo, cuando me di cuenta de quй era lo que me habнa recordado su beso: la pasada primavera, cuando tuvo que dejarme para intentar apartar a James de mi pista, Edward me habнa besado como despedida, sin saber cuбndo o si nos verнamos de nuevo. Este beso habнa tenido el mismo sabor doloroso por alguna razуn que no acertaba a imaginar. Me sumн en una inconsciencia inquieta, como si ya tuviera una pesadilla.
El final
A la maсana siguiente me sentнa fatal: no habнa dormido bien, el brazo me ardнa y tenнa una jaqueca de aъpa. El hecho de que Edward se mostrara dulce pero distante cuando me besу la frente a toda prisa antes de escabullirse por la ventana no mejorу en nada mis perspectivas. Le tenнa pavor a lo que pudiera haber pensado sobre el bien y el mal mientras yo dormнa. La ansiedad parecнa aumentar la intensidad del dolor que me martilleaba las sienes.
Edward me esperaba en el instituto, como siempre, pero su rostro evidenciaba que algo no iba bien. En sus ojos habнa un no sй quй oculto que me hacнa sentir insegura y me asustaba. No querнa volver a hablar sobre la noche pasada, pero estaba convencida de empeorar aъn mбs las cosas si rehuнa el asunto.
Me abriу la puerta del coche.
—їQuй tal te sientes?
—Muy bien —mentн. Me estremecн cuando el sonido del golpe de la puerta al cerrarse resonу en mi cabeza.
Anduvimos en silencio; acortу su paso para acompasarlo al mнo. Me hubiera gustado formular un montуn de preguntas, pero la mayorнa tendrнan que esperar, ya que querнa hacйrselas a Alice. їCуmo estaba Jasper esa maсana? їDe quй habнan hablado cuando yo me fui? їQuй habla dicho Rosalie? Y lo mбs importante de todo, segъn esas extraсas e imperfectas visiones del futuro que solнa tener, їquй iba a ocurrir a partir de ahora? їPodнa adivinar lo que rondaba por la mente de Edward y el motivo de que estuviera tan sombrнo? їHabнa una justificaciуn para esos tenues temores instintivos de los que no lograba desembarazarme?
La maсana transcurriу muy despacio. Me morнa de ganas de ver a Alice, aunque, en realidad, no podrнa hablar con ella en presencia de Edward, que continuaba mostrбndose distante. Me preguntaba por el brazo de vez en cuando y yo le mentнa.
A menudo, Alice se nos anticipaba en el almuerzo para no verse obligada a caminar a mi torpe ritmo, pero hoy no nos esperaba sentada a la mesa delante de una bandeja de comida que no iba a probar.
Edward no explicу su ausencia, por lo que me preguntй si su clase se habrнa prolongado. Hasta que vi a Conner y Ben, compaсeros suyos en la cuarta hora, en clase de Francйs.
—їDуnde estб Alice? —le preguntй a Edward con nerviosismo.
El no apartу la vista de la barra de cereales que desmenuzaba lentamente entre los dedos mientras contestaba:
—Estб con Jasper.
—їY йl se encuentra bien?
—Se han marchado una temporada.
—ЎїQuй?! їAdonde?
Edward se encogiу de hombros.
—A ningъn lado en especial.
—Y Alice tambiйn —dije con una desesperaciуn resignada. Lуgico, si Jasper la necesitaba, ella se irнa con йl.
—Sн, tambiйn se ha ido por un tiempo. Intentaba convencerle de que fueran a Denali.
Denali era el lugar donde vivнa la otra comunidad de vampiros formada por gente buena como los Cullen, Tanya y su familia. Habнa oнdo hablar de ellos en un par de ocasiones. El pasado invierno Edward se habнa ido con ellos cuando mi llegada hizo que Forks le resultara insoportable. Laurent, el miembro mбs civilizado del pequeсo aquelarre de James, habнa preferido irse antes que alinearse con James contra los Cullen. Tenнa sentido que Alice animara a Jasper a acudir allн.
Traguй para deshacer el repentino nudo que se me habнa formado en la garganta. Inclinй la cabeza y la espalda, abrumada por la culpa. Habнa conseguido que se tuvieran que ir de casa, igual que Rosalie y Emmett. Era una plaga.
—їTe molesta el brazo? —me preguntу solнcito.
—їA quiйn le importa mi estъpido brazo? —murmurй disgustada.
No contestу y yo dejй caer la cabeza sobre la mesa.
Al final del dнa, el silencio habнa convertido la situaciуn en algo ridнculo. Yo no querнa ser quien lo rompiera, pero aparentemente no habrнa mбs remedio si querнa que йl volviera a hablarme otra vez.
—їVendrбs luego, por la noche? —le preguntй mientras caminбbamos, en silencio, hasta mi coche. Йl siempre venнa.
—їPor la noche?
Me agradу que pareciera sorprendido.
—Tengo que trabajar. Cambiй mi turno con la seсora Newton para poder librar ayer.
—Ah —murmurу йl.
—Vendrбs luego, cuando estй en casa, їno? —odiaba sentirme repentinamente insegura de su respuesta.
—Si quieres que vaya...
—Siempre quiero que vengas —le recordй, con quizбs un poco mбs de intensidad de lo que requerнa la conversaciуn.
Esperaba que йl se riera, sonriera o reaccionara de algъn modo a mis palabras, pero me contestу con indiferencia:
—De acuerdo, estб bien.
Me besу en la frente otra vez antes de cerrar la puerta. Entonces, se volviу y anduvo a grandes pasos hasta su coche con su elegancia habitual.
Conseguн salir del aparcamiento antes de que el pбnico me dominara, y estaba ya hiperventilando cuando lleguй al local de los Newton.
Me dije que йl sуlo necesitaba tiempo y que conseguirнa sobreponerse a esto. Quizбs estaba triste por la dispersiуn de su familia, pero Jasper y Alice volverнan pronto, y tambiйn Rosalie y Emmett. Si servнa de algo, me mantendrнa lejos de la gran casa blanca cerca del rнo y nunca mбs volverнa a poner un pie allн. Eso no importaba. Seguirнa viendo a Alice en el instituto, porque... tendrнa que regresar al instituto, їno?
Ademбs, ella siempre estaba en mi casa. No querrнa herir los sentimientos de Charlie alejбndose.
Sin duda tambiйn verнa a Carlisle con regularidad en la sala de urgencias.
Despuйs de todo, lo sucedido la noche anterior carecнa de importancia. En realidad, no habнa ocurrido nada. Sуlo me habнa caнdo una vez mбs, la historia de mi vida. No tenнa importancia alguna, sobre todo si se comparaba con lo de la primavera del curso pasado, cuando James me hiriу y estuve a punto de morir por la pйrdida de sangre; y aun entonces Edward habнa sobrellevado las interminables semanas del hospital mucho mejor que ahora. їEra porque esta vez no habнa ningъn enemigo del cual protegerme? їO porque era su hermano?
Quizбs serнa preferible que йl me llevara lejos, mejor que terminar dispersando a toda su familia. Se me pasу un poco el abatimiento cuando lo considerй todo en su conjunto. Charlie no podrнa objetar nada si conseguнa mantener la situaciуn todo el aсo escolar. Nos podrнamos ir lejos a la universidad, o simular que lo hacнamos, al igual que Rosalie y Emmett. Lo mбs probable es que Edward pudiera esperar un aсo mбs. їQuй era un aсo para un inmortal? Ni siquiera a mн me parecнa mucho.
Me sentн lo bastante dueсa de mн misma para poder salir del coche y caminar hacia la tienda. Mike Newton se me habнa adelantado; sonriу y me saludу cuando entrй. Tomй mi chaleco mientras le dedicaba un leve asentimiento. Todavнa estaba imaginando agradables situaciones en las que Edward y yo huнamos a varios enclaves exуticos.
Дата добавления: 2015-10-30; просмотров: 118 | Нарушение авторских прав
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