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Tres son multitud 5 страница

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—Bella.

La voz grave denotaba que me habнa reconocido a pesar de que yo no la identificaba. No habнa pronunciado mi nombre con la incertidumbre de la bъsqueda, sino con la certeza del hallazgo.

Alcй los ojos hacia el rostro sombrнo que se hallaba sobre mн a una altura que se me antojу imposible. Era vagamente consciente de que el extraсo me parecнa tan alto porque mi cabeza aъn estaba en el suelo.

—їTe han herido?

Supe que las palabras tenнan un significado, pero sуlo podнa mirar fijamente, desconcertada. Una vez que habнa llegado a ese punto, їquй importancia tenнan los significados?

—Bella, me llamo Sam Uley.

El nombre no me resultaba nada familiar.

—Charlie me ha enviado a buscarte.

їCharlie? Esto tocу una fibra en mi interior e intentй prestar atenciуn a sus palabras. Charlie importaba, aunque nada mбs tuviera valor.

El hombre alto me tendiу una mano. La mirй, sin estar segura de quй se suponнa que debнa hacer.

Aquellos ojos negros me examinaron durante un momento y despuйs se encogiу de hombros. Me alzу del suelo y me tomу en brazos con un movimiento rбpido y бgil.

Pendнa de sus brazos desmadejada, sin vida, mientras йl trotaba velozmente a travйs del bosque hъmedo. En mi fuero interno sabнa que debнa estar asustada por el hecho de que un extraсo me llevara a algъn sitio, pero no quedaba en mi interior partнcula alguna capaz de sentir miedo.

No me pareciу que pasara mucho tiempo antes de que surgieran las luces y el profundo murmullo de muchas voces masculinas. Sam Uley frenу la marcha conforme nos acercбbamos al jaleo.

—ЎLa tengo! —gritу con voz resonante.

El murmullo cesу y despuйs volviу a elevarse con mбs intensidad. Un confuso remolino de rostros empezу a moverse a mi alrededor. La voz de Sam era la ъnica que tenнa algъn sentido para mн entre todo ese caos, quizбs porque mantenнa el oнdo pegado contra su pecho.

—No, no creo que estй herida —le estaba diciendo a alguien—, pero no cesa de repetir: «Se ha ido».

їDe veras decнa eso en voz alta? Me mordн el labio.

—Bella, cariсo, їestбs bien?

Esa era la ъnica voz que reconocerнa en cualquier sitio, incluso distorsionada por la preocupaciуn, como sonaba ahora.

—їCharlie? —me oн extraсa y dйbil.

—Estoy aquн, pequeсa.

Sentн algo que cambiaba debajo de mн, seguido del olor a cuero de la chaqueta de comisario de mi padre. Charlie se tambaleу bajo mi peso.

—Quizбs deberнa seguir sosteniйndola —sugiriу Sam Uley.

—Ya la tengo —replicу Charlie, un poco sin aliento.

Caminу despacio y con dificultad. Deseaba decirle que me pusiera en el suelo y me dejara andar, pero no tenнa aliento para hablar.

La gente que nos rodeaba llevaba luces por todas partes. Parecнa como una procesiуn. O como un funeral. Cerrй los ojos.

—Ya casi estamos en casa, cielo —murmuraba Charlie una y otra vez.

Abrн los ojos otra vez cuando sentн que se abrнa la puerta. Nos hallбbamos en el porche de nuestra casa. El tal Sam, un hombre moreno y alto, sostenнa la puerta abierta para que Charlie pudiera pasar al tiempo que mantenнa un brazo extendido hacia nosotros, en previsiуn de que a Charlie le fallaran las fuerzas. Pero consiguiу entrar en la casa y llevarme hasta el sofб del salуn.

—Papб, estoy mojada de la cabeza a los pies —protestй sin energнa.

—Eso no importa —su voz sonaba ronca y entonces empezу a hablar con alguien mбs—. Las mantas estбn en el armario que hay al final de las escaleras.

—їBella? —me llamу otra voz diferente. Mirй al hombre de pelo gris que se inclinaba sobre mн y lo reconocн despuйs de unos cuantos segundos.

—їDoctor Gerandy? —murmurй.

—Asн es, preciosa —contestу—. їEstбs herida, Bella?

Me llevу un minuto pensar en ello. Me sentнa confusa, ya que йsa era la misma pregunta que Sam Uley me habнa hecho en el bosque. Sуlo que Sam me la habнa formulado de otra manera: їTe han herido? La diferencia parecнa implicar algъn significado.

El doctor Gerandy permaneciу a la espera. Alzу una de sus cejas entrecanas y se profundizaron las arrugas de su frente.

—No estoy herida —le mentн. Sin embargo, le habнa respondido la verdad si se tenнa en cuenta lo que en apariencia querнa preguntar.

Colocу su cбlida mano sobre mi frente y sus dedos presionaron el interior de mi muсeca. Le vi mover los labios mientras contaba las pulsaciones sin apartar la vista del reloj.

—їQuй te ha pasado? —me preguntу como quien no quiere la cosa.

Me quedй helada bajo su mano, sintiendo el pбnico al fondo de mi garganta.

—їTe perdiste en el bosque? —insistiу.

Yo era consciente de que habнa mбs gente escuchando. Allн habнa tres hombres altos de rostros morenos —muy cerca unos de otros— que no me perdнan de vista; supuse que venнan de La Push, la reserva india de los quileute en la costa. Sam Uley estaba entre ellos. El seсor Newton se encontraba allн con Mike y el seсor Weber, el padre de Angela. Se habнan reunido todos allн, y me miraban mбs subrepticiamente que los mismos extraсos. Otras voces profundas retumbaban en la cocina y fuera, en la puerta principal. La mitad de la ciudad debнa de haber salido en mi busca.

Charlie era el que estaba mбs cerca y se inclinу para escuchar mi respuesta.

—Sн —susurrй—. Me perdн.

El doctor asintiу con gesto pensativo mientras sus dedos tanteaban cuidadosamente las glбndulas debajo de mi mandнbula. El rostro de Charlie se endureciу.

—їTe sientes cansada? —preguntу el doctor Gerandy.

Asentн y cerrй los ojos obedientemente. Poco despuйs, oн cуmo el doctor le decнa a mi padre entre cuchicheos:

—No creo que le pase nada malo. Sуlo estб exhausta. Dйjala dormir y vendrй a verla maсana —hizo una pausa y debiу de consultar su reloj, porque aсadiу—: Bueno, en realidad, hoy.

Hubo unos crujidos cuando ambos se levantaron del sofб y se pusieron de pie.

—їEs verdad? —susurrу Charlie. Sus voces se oнan ahora mбs lejanas. Yo intentй escuchar—. їSe han ido?

—El doctor Cullen nos pidiу que no dijйramos nada —explicу el doctor Gerandy—. La oferta fue muy repentina, y tenнan que tomar la decisiуn de forma inmediata. Carlisle no querнa convertir su marcha en un espectбculo.

—Pues hubiera estado bien que me hubiera dado algъn tipo de aviso —gruсу Charlie.

La voz del doctor Gerandy sonaba incуmoda cuando replicу:

—Sн, bueno, en estas circunstancias hubiera sido apropiado cualquier clase de aviso.

No quise escuchar mбs. Tomй el borde del edredуn con el que alguien me habнa tapado y me lo pasй por encima de la cabeza.

A ratos me hundнa en la inconsciencia, a ratos salнa de ella. Alcancй a oнr cуmo Charlie daba las gracias a los voluntarios en voz baja. Йstos se marcharon uno por uno. Sentн sus dedos en mi frente y despuйs el peso de otra manta. El telйfono repiqueteу varias veces y йl se apresurу a atenderlo antes de que pudiera despertarme. Murmurу palabras tranquilizadoras en voz baja a quienes telefoneaban.

—Sн, la hemos hallado y se encuentra bien. Se perdiу, pero ya estб bien —decнa una y otra vez.

Oн el chirrido de los muelles de la butaca cuando se instalу en ella para pasar la noche.

El telйfono sonу de nuevo a los pocos minutos.

Charlie refunfuсу mientras se incorporaba con dificultad una vez mбs y despuйs se apresurу, trastabillando, hacia la cocina. Hundн la cabeza mбs profundamente dentro de las mantas, no querнa escuchar otra vez la misma conversaciуn.

—Diga —dijo Charlie y bostezу.

Le cambiу la voz y sonу mucho mбs espabilada cuando volviу a hablar.

—їDуnde? —hubo una pausa—. їEstбs segura de que es fuera de la reserva? —otra pausa corta—. Pero їquй puede arder allн fuera? —parecнa preocupado y desconcertado a la vez—. Vale, telefonearй a ver quй pasa.

Escuchй con mбs interйs cuando marcу otro nъmero.

—Hola Billy, soy Charlie. Siento llamarte tan temprano... No, ella estб bien. Estб durmiendo... Gracias. No, no te llamo por eso. Me acaba de telefonear la seсora Stanley, dice que desde la ventana de su segundo piso ve llamas en los acantilados, no sй si realmente... ЎOh! —de pronto, su voz adoptу un tono cortante, de irritaciуn o... ira—. їY por quй rayos hacen eso? Ah, ah, їno me digas? —eso sonу sarcбstico—. De acuerdo, no te disculpes conmigo. Vale, vale. Sуlo asegъrate de que las hogueras no prendan un fuego... Lo sй, lo sй, lo que me sorprende es que consigan mantenerlas encendidas con el tiempo que hace.

Charlie dudу y luego aсadiу a regaсadientes:

—Gracias por mandarme a Sam y a los demбs chicos. Tenнas razуn, conocen el bosque mejor que nosotros. Fue йl quien la encontrу, asн que te debo una... Vale, hablaremos mбs tarde —decidiу, todavнa con ese tono amargo y luego colgу.

Charlie murmurу varias incoherencias mientras regresaba al salуn.

—їHa pasado algo malo? —preguntй.

Se apresurу a acercarse a mi lado.

—Siento haberte despertado, cariсo.

—їSe quema algo?

—No es nada —me asegurу—, unas simples hogueras en los acantilados.

—їHogueras? —preguntй. Mi voz no sonaba curiosa, sino muerta.

Charlie frunciу el ceсo.

—Algunos de los chicos de la reserva andan revoltosos —me explicу.

—їPor quй? —preguntй con desgana.

Parecнa reacio a contestarme. Su mirada pasу entre sus rodillas entreabiertas y se clavу en el suelo. Luego, respondiу con amargura:

—Estбn celebrando la noticia.

Habнa sуlo una noticia que atrajera mi atenciуn, aunque me resistiera a pensar en ello. De pronto, todo encajу.

—Festejan la marcha de los Cullen —murmurй—. Habнa olvidado que en La Push nunca los han querido.

Los quileutes tenнan una serie de supersticiones sobre los «frнos», los bebedores de sangre enemigos de la tribu, del mismo modo que tenнan leyendas sobre la gran inundaciуn y sus ancestros licбntropos. La mayorнa de ellos las consideraban simple folclore, sin embargo, unos cuantos aъn las creнan. Billy Black, el mejor amigo de Charlie, era uno de ellos, aunque incluso Jacob, su propio hijo, pensaba que su cabeza estaba llena de estъpidas supersticiones. Billy me habнa advertido que me apartara de los Cullen...

El nombre removiу algo en mi interior, algo que comenzу a abrirse camino hacia la superficie, algo a lo que sabнa que no me querнa enfrentar.

—Es ridнculo —resoplу Charlie.

Nos quedamos sentados en silencio durante unos momentos. El cielo ya no estaba oscuro al otro lado de la ventana. El sol habнa comenzado a salir en algъn lugar detrбs de las nubes.

—їBella? —me preguntу Charlie.

Le mirй con inquietud.

—їTe dejу sola en el bosque? —tanteу Charlie.

Eludн la pregunta.

—їCуmo supisteis dуnde encontrarme? —mi mente rehuнa asumir el carбcter inevitable de lo que habнa sucedido, que se me hacнa presente con gran rapidez.

—Gracias a tu nota —contestу Charlie, sorprendido. Buscу en el bolsillo trasero de los vaqueros y sacу un trozo de papel muy sobado. Estaba sucio y hъmedo, con muchas arrugas producidas al haberlo abierto y cerrado varias veces. Lo desdoblу de nuevo y me lo mostrу como prueba. Las letras desordenadas se parecнan mucho a las mнas.

«Voy a dar un paseo con Edward por el sendero. Volverй pronto, B.»

—Telefoneй a los Cullen al ver que no volvнas, pero no contestу nadie —continuу Charlie en voz baja—. Entonces llamй al hospital y el doctor Gerandy me informу de que Carlisle se habнa trasladado.

—їAdуnde han ido? —murmurй.

Charlie me mirу fijamente.

—їNo te lo dijo Edward?

Sacudн la cabeza, y me encogн, asustada. El sonido de su nombre dio rienda suelta a aquello que me mordнa por dentro, un dolor que me golpeу hasta dejarme sin aliento; me quedй atуnita ante su fuerza.

Me observу dubitativo, mientras contestaba:

—A Carlisle le han ofrecido trabajo en un gran hospital de Los Бngeles. Supongo que le prometieron montones de dinero.

La soleada Los Бngeles. Justo el ъltimo lugar al que ellos irнan de verdad. Recordй mi pesadilla del espejo... La brillante luz del sol rompiйndose en mil reflejos sobre su piel...

Una autйntica agonнa me recorriу al recordar su rostro.

—Quiero saber si Edward te dejу sola en mitad del bosque —insistiу Charlie.

La menciуn de su nombre provocу otra oleada de dolor lacerante que me removiу entera. Sacudн la cabeza frenйtica, desesperada por escapar de ese dolor.

—Fue culpa mнa. Me dejу justo aquн, en el sendero, a la vista de la casa, pero yo intentй seguirle.

Charlie comenzу a decir algo, pero me tapй los oнdos como una niсa pequeсa.

—No puedo hablar mбs de esto, papб. Quiero irme a mi cuarto.

Antes de que йl pudiera contestar, salн a trompicones del sofб y me deslicй como pude hasta las escaleras.

Alguien habнa pasado por la casa de Charlie para dejarle una nota que le permitiera encontrarme. Una terrible sospecha empezу a crecer en mi interior en cuanto a lo que eso significaba. Corrн hacia mi habitaciуn, cerrй la puerta de un portazo y echй el cerrojo antes de correr hacia el reproductor de CD cercano a la cama.

Todo estaba exactamente igual que cuando lo dejй. Presionй la parte superior de la tapa del CD. Se accionу el pestillo y se abriу la tapa lentamente.

Estaba vacнo.

El бlbum que Renйe me habнa regalado estaba en el suelo al lado de la cama, justo donde lo dejй por ъltima vez. Levantй la cubierta con la mano temblorosa.

No tuve que pasar ninguna pбgina, porque podнa verlo en la primera. Las pequeсas esquinas metбlicas ya no sujetaban las fotos en su sitio. La pбgina estaba vacнa salvo el texto que yo habнa garabateado a mano debajo de ella: «Edward Cullen, cocina de Charlie, 13 de septiembre».

No continuй. Estaba segura de que habнa sido concienzudo.

«Serб como si nunca hubiese existido», me habнa prometido.

Notй el suave suelo de madera en las rodillas y luego en las palmas de mis manos, y al fin, apretado contra la piel de mi mejilla. Esperaba poder desmayarme pero, para mi desgracia, no perdн la conciencia. Las oleadas de dolor, que apenas me habнan rozado hasta ese momento, se alzaron y barrieron mi mente, hundiйndome con su fuerza.

Y no salн a la superficie.

 

 

Octubre

 

 

Noviembre

 

 

Diciembre

 

 

Enero

El despertar

El tiempo pasa incluso aunque parezca imposible, incluso a pesar de que cada movimiento de la manecilla del reloj duela como el latido de la sangre al palpitar detrбs de un cardenal. El tiempo transcurre de forma desigual, con saltos extraсos y treguas insoportables, pero pasar, pasa. Incluso para mн.

 

 

Charlie pegу un puсetazo en la mesa.

—ЎYa vale, Bella! Te voy a enviar a casa.

Levantй la vista del bol de cereales —encima del cual cavilaba mбs que comнa— y contemplй horrorizada a Charlie. No habнa atendido a la conversaciуn, mбs bien, ni siquiera era consciente de que estuviйramos teniendo una, y no estaba muy segura de lo que me decнa.

—Ya estoy en casa —murmurй, confusa.

—Voy a enviarte con Renйe, a Jacksonville —aclarу йl.

Charlie me mirу, exasperado, mientras yo intentaba comprender el sentido de sus palabras, con lentitud.

—їQuй quieres que haga? —vi cуmo se crispaba su rostro.

Me sentн fatal. Mi comportamiento habнa sido irreprochable durante los ъltimos cuatro meses. Despuйs de aquella primera semana, que ninguno de los dos mencionaba jamбs, no habнa faltado un solo dнa a la escuela ni al trabajo. Mis notas eran magnнficas. Nunca habнa roto el toque de queda, aunque no habнa ningъn toque de queda que romper si se tenнa en cuenta que no salнa a ninguna parte y eran raras las ocasiones en que trabajaba en la tienda fuera de mi horario.

Charlie me contemplу con cara de pocos amigos.

—Es que no haces nada. Йse es el problema. Que nunca haces nada.

—їAcaso quieres que me meta en problemas? —le preguntй al tiempo que alzaba las cejas con perplejidad. Hice un esfuerzo para prestar atenciуn, pero no era fбcil. Estaba tan acostumbrada a mantenerme aparte de todo que mis oнdos se aturullaban.

—ЎTener problemas serнa mejor que... que este arrastrarse de un lado para otro todo el tiempo!

El comentario me doliу un poco. Me habнa esforzado en evitar cualquier manifestaciуn de taciturnidad, y eso incluнa lo de no arrastrarse.

—No me arrastro.

—Palabra equivocada —concediу de mala gana—. Arrastrarse serнa mucho mejor, porque ya serнa hacer algo... Es sуlo que estбs... sin vida, Bella. Quizб йsa sea la expresiуn adecuada.

Esta vez la acusaciуn dio en el blanco. Suspirй e intentй imprimir una cierta animaciуn a mi respuesta.

—Lo siento, papб —mi disculpa sonу algo inexpresiva, incluso para mн. Pensaba que estaba consiguiendo engaсarle. El ъnico motivo de aquel intento era evitar que Charlie sufriera. Era deprimente descubrir que el esfuerzo habнa sido en vano.

—No quiero que te disculpes.

Suspirй.

—Entonces, dime quй quieres que haga.

—Bella, cariсo... —vacilу antes de seguir hablando mientras evaluaba mi reacciуn ante sus prуximas palabras—. No eres la ъnica persona que ha pasado por esto, ya sabes.

—Lo sй —la mueca que acompaсу mi respuesta fue desganada e inexpresiva.

—Escucha, cielo. Creo que... que quizбs necesites algъn tipo de ayuda.

—їAyuda?

Hizo una pausa para volver a elegir las palabras adecuadas.

—Cuando tu madre se fue —comenzу al tiempo que torcнa el gesto— y te llevу con ella... Bueno, realmente fue una mala йpoca para mн —respirу hondo.

—Lo sй, papб —musitй.

—Sin embargo, me sobrepuse —seсalу—. Cariсo, tъ no lo estбs haciendo. He esperado pensando que mejorarнas con el tiempo —me mirу fijamente y luego bajу los ojos con rapidez—. Pero creo que los dos sabemos que esto no estб yendo a mejor.

—Estoy bien.

Me ignorу.

—Quizбs... Bueno, tal vez si hablaras del tema con alguien..., con un profesional...

—їQuieres que me vea un loquero? —mi voz se iba volviendo mбs aguda conforme veнa hacia dуnde querнa ir.

—Podrнa ayudar.

—Y tambiйn podrнa no servir para nada.

No sabнa mucho sobre psicoanбlisis, pero estaba bastante segura de que no funcionaba a menos que el paciente fuera relativamente sincero, y estaba segura de que me iba a pasar el resto de la vida en una celda acolchada si contaba la verdad.

Examinу mi expresiуn obstinada y eligiу otra lнnea de ataque.

—No estб en mis manos, Bella. Quizбs tu madre...

—Mira —le dije con voz inexpresiva—. Saldrй esta noche si quieres. Llamarй a Jess o a Angela.

—Eso no es lo que yo quiero —protestу, frustrado—. No creo que pueda soportar ver cуmo intentas esforzarte aъn mбs. No he visto a nadie intentarlo tanto. Duele verlo.

Fingн no haberle entendido y clavй la vista en la mesa.

—No te entiendo, papб. Primero te enfadas porque no hago nada y luego me dices que no quieres que salga.

—Quiero que seas feliz. No, ni siquiera eso. Sуlo quiero que no te sientas tan desgraciada, y creo que te resultarб mбs fбcil lejos de Forks.

Mis ojos llamearon con la primera pequeсa chispa de sentimiento que йl habнa contemplado en mucho tiempo.

—No pienso irme —dije.

—їPor quй no? —inquiriу.

—Es mi ъltimo semestre en la escuela, lo fastidiarнa todo.

—Eres una buena estudiante, lo resolverбs de alguna manera.

—No quiero agobiar a mamб y a Phil.

—Tu madre se muere por tenerte de vuelta.

—En Florida hace demasiado calor.

Volviу a golpear la mesa con el puсo.

—Los dos sabemos lo que estб pasando aquн, Bella, y no es bueno para ti —tomу una gran bocanada de aire—. Han pasado meses. No ha habido llamadas ni cartas ni ningъn tipo de contacto. No puedes seguir esperбndole.

Le fulminй con la mirada. El arrebol estuvo a punto de llegar hasta mi rostro, pero sуlo a punto. Habнa pasado mucho tiempo desde que habнa enrojecido a consecuencia de alguna emociуn.

Ese asunto estaba terminantemente prohibido, como йl sabнa muy bien.

—No estoy esperando nada ni a nadie —musitй con un tono monocorde.

—Bella... —comenzу Charlie con voz sorda.

—Tengo que ir al instituto —le atajй. Me incorporй, retirй mi desayuno intacto de la mesa y metн el bol en el fregadero sin detenerme a lavarlo. No podнa soportar mбs aquella conversaciуn.

—Harй planes con Jessica —dije sin volverme para evitar su mirada mientras me ponнa el bolso en bandolera—. Quizбs no vuelva para cenar. Me gustarнa ir a Port Angeles a ver una pelнcula.

Salн por la puerta principal antes de que tuviera tiempo para reaccionar.

Impelida por la urgencia de huir de Charlie, acabй llegando al instituto la primera de todos. Eso tenнa una parte buena, podнa conseguir la mejor plaza de aparcamiento, y otra mala, disponнa de tiempo libre en abundancia, y yo intentaba no tener tiempo libre a toda costa.

Rбpidamente, antes de que pudiera empezar a pensar en las acusaciones de Charlie, saquй el libro de Cбlculo. Lo hojeй hasta la parte que нbamos a empezar ese dнa e intentй comprender el sentido de lo que leнa. Leer matemбticas es todavнa peor que escucharlas en clase, pero habнa conseguido mejorar en esto. En los ъltimos meses, habнa necesitado dedicar a la asignatura diez veces mбs tiempo de lo que era habitual en mн. Como resultado, habнa conseguido mantenerme en el nivel de un sobresaliente raspado. Sabнa que el seсor Varner consideraba que mi mejorнa se debнa a sus superiores mйtodos de enseсanza. Si esto le hacнa sentirse feliz, no iba a reventarle la burbuja.

Me esforcй al mбximo hasta que se llenу el aparcamiento, y al final tuve que apresurarme con los deberes de Lengua y Literatura. Estбbamos leyendo Rebeliуn en la granja. No me importaba analizar el tema del comunismo, era bastante fбcil y un cambio bienvenido despuйs de las agotadoras novelas romбnticas que habнan formado parte del plan de estudios. Me acomodй en mi asiento, satisfecha por esta agradable novedad en las lecturas del seсor Berty.

El tiempo pasу demasiado rбpido hasta que llegу la hora de entrar en clase. El timbre sonу y empecй a recoger, una a una, las cosas en mi bolso.

—їBella?

Reconocн la voz de Mike y adivinй sus palabras antes de que las pronunciara:

—їTrabajas maсana?

Levantй la mirada. Se habнa inclinado sobre el pasillo que separaba los pupitres con expresiуn ansiosa. Me preguntaba lo mismo todos los viernes sin tener en consideraciуn que no habнa faltado ni un solo dнa. Bueno, con una excepciуn, hacнa algunos meses, pero no tenнa motivos para mostrarse tan preocupado. Era una empleada modelo.

—Maсana es sбbado, їno? —repuse. Tal como Charlie me acababa de seсalar, me di cuenta de que mi voz sonaba realmente apagada, sin vida.

—Sн, asн es —asintiу—. Te verй en Espaсol.

Se despidiу con la mano antes de darme la espalda. No volverнa a molestarme otra vez acompaсбndome a clase.

Recorrн cansinamente y con gesto sombrнo el camino que me llevaba al aula de Matemбticas. Йsa era la clase en la que me sentaba al lado de Jessica.

Habнan pasado semanas, quizб meses, desde que Jess habнa dejado de saludarme cuando nos encontrбbamos en el pasillo. Sabнa que la habнa ofendido con mi comportamiento antisocial, y estaba enfurruсada conmigo. No iba a ser fбcil hablar con ella ahora, sobre todo para pedirle que me hiciera un favor. Sopesй cuidadosamente mis opciones mientras holgazaneaba delante de la puerta, pensando en dejarlo para otro dнa.

Sin embargo, no querнa enfrentarme de nuevo con Charlie sin poder contarle que habнa emprendido algъn tipo de contacto social. Sabнa que no podrнa mentirle, aunque resultaba muy tentadora la posibilidad de conducir sola hasta Port Angeles, ida y vuelta, asegurбndome de que el cuentakilуmetros reflejara los kilуmetros exactos por si lo comprobaba. Pero la madre de Jessica era la cotilla mбs grande del pueblo y teniendo en cuenta que Charlie irнa al establecimiento de la seсora Stanley antes o despuйs, no podнa arriesgarme a que mencionara el viaje en ese momento. La mentira era un lujo que no podнa permitirme.

Suspirй antes de abrir la puerta de un empujуn.

El seсor Varner me mirу con mala cara, ya que habнa empezado la clase. Me apresurй a sentarme en mi pupitre. Jessica no levantу la vista cuando me sentй a su lado y yo estaba contenta de contar con al menos cincuenta y cinco minutos para prepararme mentalmente.

La clase se me pasу aъn mбs deprisa que la de Lengua y Literatura. Buena parte de esa sensaciуn se debiу a que esa maсana habнa realizado en el coche una preparaciуn modйlica de la clase, aunque en su mayor parte tenнa que ver con el hecho de que el tiempo siempre se me pasaba rapidнsimo cuando me aguardaba algo desagradable.

Hice una mueca cuando el seсor Varner finalizу la clase cinco minutos antes. Sonriу ademбs como si tuviйramos que estar contentos por ello.

—їJess? —se me arrugу la nariz de puro agobio mientras esperaba que se diera la vuelta hacia mн.

Ella se girу en su asiento para enfrentarse conmigo y me mirу con incredulidad.

—їMe estбs hablando a mн, Bella?

—Claro —abrн mucho los ojos intentando mostrar un aspecto inocente.

—їQuй pasa? їNecesitas ayuda con las mates? —el tono de su voz era bastante amargo.

—No —sacudн la cabeza—. En realidad, querнa saber si te apetecerнa ir a ver una pelнcula conmigo esta noche... Ya sabes, una salida sуlo de chicas —el discurso sonу acartonado, como si fueran unas lнneas recitadas por una mala actriz, y ella me mirу con suspicacia.

—їPor quй me lo pides? —me preguntу, todavнa con desagrado.

—Eres la primera persona en la que siempre pienso cuando me apetece una salida de chicas —sonreн con la esperanza de parecer sincera. En realidad, tal vez fuera cierto. Al menos, ella era la primera persona en la que se me ocurrнa pensar cuando querнa evitar a Charlie. Lo cual era algo parecido.

Pareciу aplacarse un poco.

—Bueno, no sй.

—їHas hecho algъn plan?

—No... Creo que podrй ir contigo. їQuй quieres ver?

—No estoy segura de quй ponen —intentй evadir la cuestiуn porque йsa era la parte difнcil. Me devanй los sesos en busca de una pista, їhabнa oнdo a alguien hablar hacнa poco de alguna pelнcula? їHabнa visto algъn cartel?—. їQuй tal esa de una mujer presidenta?

Me mirу de una forma rara.

—Bella, hace siglos que quitaron esa pelнcula del cine.

—Vaya —fruncн el ceсo—. їHay algo que quieras ver?

La exuberancia natural de Jessica comenzу a mostrarse a pesar de sн misma, conforme pensaba en voz alta.

—Bueno, hay una nueva comedia romбntica que estб teniendo muy buenas crнticas. Me apetece verla. Y mi padre acaba de ver Dead End ydice que le ha gustado de verdad.

Yo me aferrй a ese tнtulo por parecer de lo mбs prometedor.

—їY de que va йsa?

—De zombis o algo asн. Dice que es la cosa que mбs miedo le ha dado desde hace aсos.

—Eso suena perfecto —preferнa tratar con autйnticos zombis antes que ver un filme romбntico.

—De acuerdo —habнa un tono de sorpresa en su respuesta. Intentй recordar si me gustaban las pelнculas de terror, pero no estaba segura—. їQuieres que te recoja despuйs de la escuela? —me ofreciу.

—De acuerdo.

Jessica me dedicу una sonrisa vacilante antes de irse. Se la devolvн con cierto retraso, pero pensй que la habнa visto.

El resto del dнa transcurriу rбpidamente y mis pensamientos se concentraron en planear la salida de esa noche. Sabнa por experiencia que una vez que Jessica comenzara a hablar, yo podrнa evadirme con unas pocas respuestas murmuradas en los momentos oportunos. Sуlo harнa falta una mнnima interacciуn. A veces, me confundнa la espesa neblina que emborronaba mis dнas. Me sorprendнa al encontrarme en mi habitaciуn, sin recordar con claridad haber conducido desde la escuela a casa o incluso haber abierto la puerta de la calle. Pero eso no importaba. Lo mбs elemental que le pedнa a la vida era precisamente perder la nociуn del tiempo.

No luchй contra esa neblina mientras me volvнa hacia el armario. El aturdimiento era mбs necesario en algunos sitios que en otros. Apenas me di cuenta de lo que miraba al abrir la puerta y dejar al descubierto la pila de basura del lado izquierdo del armario, debajo de unas ropas que nunca me ponнa.

Mis ojos no se dirigieron hacia la bolsa negra de basura con los regalos de mi ъltimo cumpleaсos ni vieron la forma del estйreo que se transparentaba en el plбstico negro; tampoco pensй en la masa sanguinolenta en que se convirtieron mis uсas cuando terminй de sacarlo del salpicadero...

Tirй del viejo bolsito que usaba muy de vez en cuando hasta descolgarlo del gancho donde solнa ponerlo y empujй la puerta hasta cerrarla.

En ese preciso momento oн unos bocinazos de claxon. En un santiamйn pasй el billetero de la mochila del instituto al bolso. Tenнa prisa, y deseй que eso hiciera que la noche pasara mбs rбpido.


Дата добавления: 2015-10-30; просмотров: 104 | Нарушение авторских прав


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