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Segunda parte 3 страница

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Mis oнdos empezaron a zumbar y perdн la nociуn de hallarme en la casa de don Juan. Las palabras "nariz de botуn" me arrojaron de inmediato en una escena de mi niсez. ЎYo conocнa a un niсo con nariz de botуn! Don Juan se habнa colado en uno de los sitios mбs recуnditos de mi vida. Supe entonces de quй promesa hablaba. Expe­rimentй exaltaciуn, desesperaciуn, reverencia temerosa hacia don Juan y su esplйndida maniobra. їCуmo demonios sa­bнa lo del niсo con nariz de botуn de mi infancia? El recuerdo evocado en mн por don Juan me agitу a tal grado que el poder de mi memoria me hizo retroceder a un tiem­po en el que yo tenнa ocho aсos. Esa fue sin duda la йpoca mбs atormentada de mi niсez. El carбcter dulce y apacible de mis padres no contribuyу de ninguna manera a prepa­rarme para el embate de mis compaсeros de escuela y primos de mi edad. Habнa mбs de veinte niсos con quien vйrmelas dнa a dнa. Eran fuertes y, sin darse cuenta, absolu­tamente brutales. Su crueldad llegaba a extremos verdade­ramente extravagantes. Yo sentнa entonces estar rodeado de enemigos, y en los torturantes aсos siguientes librй una guerra sуrdida y desesperada. Finalmente, por medios que a estas alturas sigo sin conocer, logrй someter a todos mis pri­mos. Era en verdad victorioso. Ya no tenнa competidores que contaran. Sin embargo, yo no me di cuenta de eso, ni tampoco sabнa cуmo detener mi guerra, que lуgicamente se extendiу a los terrenos de la escuela.

Los salones de la escuela rural a la que asistнa eran mix­tos, y los aсos primero y tercero estaban separados ъnicamente por un espacio entre los pupitres. Fue allн donde conocнa un niсo de nariz plana, a quien fastidiaban con el apodo "Nariz de botуn". Cursaba el primer aсo. Yo solнa ensaсarme con йl al azar, sin verdadera intenciуn de hacerlo.

Pero йl parecнa simpatizar conmigo a pesar de cuanto le hacнa. Solнa seguirme a todas partes e incluso guardaba el secreto de que yo era el responsable de algunas de las maldades que desconcertaban al director. Sin embargo, yo se­guнa molestбndolo. Un dнa derribй a propуsito un pesado pizarrуn de caballete; cayу sobre йl; el pupitre donde se hallaba sentado absorbiу parte del impacto, pero asн y todo el golpe le rompiу la clavнcula. Cayу al suelo. Lo ayudй a levantarse y vi el dolor y el susto en sus ojos mien­tras йl me miraba y se me abrazaba. El choque de verlo sufrir con un brazo destrozado fue mбs de lo que pude so­portar. Durante aсos, yo habнa batallado saсudamente con­tra mis primos, y habнa vencido; habнa sojuzgado a mis enemigos; me habнa sentido bueno y poderoso hasta el mo­mento en que la figura llorosa del niсito con nariz de botуn demoliу mis victorias. Allн mismo abandonй la bata­lla. En todas las formas de que era capa, me hice el propу­sito de no triunfar nunca mбs. Pensй que tendrнan que cortarle el brazo, y prometн que si el niсo se curaba yo jamбs volverнa a ser victorioso. Renunciй por йl a mis victo­rias. Asн fue como lo comprendн entonces.

Don Juan habнa abierto una llaga purulenta en mi vida. Me sentн aturdido, acongojado. Un pozo de tristeza sin alivio me llamaba, y sucumbн a йl. Sentн sobre mн el peso de mis acciones. El recuerdo de aquel niсito con nariz de botуn, cuyo nombre era Joaquнn, me produjo una angustia tan vнvida que llorй. Hablй a don Juan de mi tristeza por ese niсo que jamбs tuvo nada, ese joaquincito que no tenнa dinero para ver a un mйdico y cuyo brazo nunca sanу debidamente. Y todo lo que yo pude darle fueron mis victorias pueriles. Me sentнa lleno de vergьenza.

‑Dйjate de babosadas ‑dijo don Juan, imperioso‑. Diste bastante. Tus victorias eran fuertes y eran tuyas. Diste bastante. Ahora debes cambiar tu promesa.

‑їCуmo la cambio? їLo digo y ya?

‑Una promesa de йsas no se cambia nada mбs con de­cirlo. Quizб muy pronto puedas saber quй se hace para cambiarla. Entonces a lo mejor hasta llegas a ver.

‑їPuede usted darme algunas sugerencias, don Juan?

‑Debes esperar con paciencia, sabiendo que esperas y sabiendo quй cosa esperas. Ese es el modo del guerrero. Y si se trata de cumplir tu promesa, debes conocer que la estбs cumpliendo. Entonces llegarб un momento en el que tu espera habrб terminado y ya no tendrбs que honrar tu promesa. No hay nada que puedas hacer por la vida de ese niсo. Sуlo йl podrнa cancelar ese acto.

‑їPero cуmo?

‑Aprendiendo a reducir a nada sus necesidades. Mien­tras piense que fue una vнctima, su vida serб un infierno. Y mientras tъ pienses lo mismo, tu promesa vale. Lo que nos hace desdichados es la necesidad. Pero si aprendemos a reducir a nada nuestras necesidades, la cosa mбs peque­сa que recibamos serб un verdadero regalo. Ten paz: le hiciste un buen regalo a Joaquнn. Ser pobre o necesitado es sуlo un pensamiento; y lo mismo es odiar, o tener ham­bre, o sentir dolor.

‑No puedo creer eso en verdad, don Juan. їCуmo pue­den ser sуlo pensamientos el hambre y el dolor?

‑Para mн, ahora, son sуlo pensamientos. Eso es todo lo que sй. He logrado esa hazaсa. Esa hazaсa es poder y ese poder es todo lo que tenemos, fнjate bien, para opo­nernos a las fuerzas de nuestras vidas; sin ese poder somos basuras, polvo en el viento.

‑No dudo que usted lo hay logrado, don Juan, їpero cуmo puede un hombre comъn, digamos yo o el Joaquincito, llegar a eso?

‑A nosotros, como individuos, nos toca oponernos a las fuerzas de nuestras vidas. Esto te lo he dicho mil veces: sуlo un guerrero puede sobrevivir. Un guerrero sabe que espera y sabe lo que espera, y mientras espera no quiere nada y asн cualquier cosita que recibe es mбs de lo que puede tomar. Si necesita comer halla el modo, porque no tiene hambre; si algo lastima su cuerpo halla el modo de pararlo, porque no siente dolor. Tener hambre o sentir dolor significa que uno se ha entregado y que ya no se es guerrero; las fuerzas de su hambre y su dolor lo destruirбn.

Quise seguir discutiendo el tema, pero me detuve al darme cuenta de que con la discusiуn estaba levantando una barrera para protegerme de la fuerza devastadora de la prodigiosa hazaсa de don Juan, que me habнa tocado tan hondo y con tal poder, їCуmo supo? Pensй que tal vez le habнa contado la historia del niсo con nariz de botуn durante uno de mis estados profundos de realidad no ordi­naria. No recordaba haberlo hecho, pero el olvido bajo tales condiciones era comprensible.

‑їCуmo supo usted de mi promesa, don Juan?

‑La vi.

‑їLa vio usted cuando tomй Mescalito, o cuando fumй su mezcla?

‑La vi hoy. Ahorita.

‑їVio usted todo el episodio?

‑Ahн vas otra vez. Ya te dije: no tiene caso hablar de cуmo es ver. No es nada.

No prolonguй mбs el asunto. Emotivamente me hallaba convencido.

‑Yo tambiйn hice una vez un juramento ‑dijo don Juan de repente.

El sonido de su voz me hizo saltar.

‑Prometн a mi padre que vivirнa para destruir a sus ase­sinos. Aсos enteros carguй con esa promesa. Ahora la pro­mesa estб cambiada. Ya no me interesa destruir a nadie. No odio a los yoris. No odio a nadie. He aprendido que los incontables caminos que uno recorre en su vida son todos iguales. Los opresores y los oprimidos se encuentran al final, y lo ъnico que sigue valiendo es que la vida fue demasiado corta para ambos. Hoy no me siento triste por­que mis padres murieran como murieron; me siento triste porque eran indios. Vivieron como indios y murieron como indios y nunca se dieron cuenta de que antes que nada eran gente.

 

 

X

 

Volvнa visitar a don Juan el 30 de mayo de 1969, y de buenas a primeras le dije que deseaba hacer un nuevo inten­to por "ver". Meneу la cabeza negativamente y riу, y me sentн impelido a protestar. Me dijo que yo debнa ser pa­ciente y que el tiempo no era propicio, pero yo insistн obstinadamente en que me hallaba preparado.

No pareciу molestarse con mi insistencia. Sin embargo, tratу de cambiar el tema. No cedн, y le pedн consejo acer­ca de cуmo superar mi impaciencia.

‑Debes actuar como guerrero ‑dijo.

‑їCуmo?

‑Uno aprende a actuar como guerrero actuando, no hablando.

‑Dijo usted que un guerrero piensa en su muerte. Yo hago eso todo el tiempo; por lo visto no es suficiente.

Pareciу tener un estallido de impaciencia e hizo con los labios un sonido chasquearte. Le dije que no era mi intenciуn hacerlo enojar, y que si no me necesitaba allн en su casa, estaba dispuesto a regresar a Los Бngeles. Don Juan me dio palmaditas en la espalda y dijo que jamбs se enojaba conmigo; sencillamente, habнa supuesto que yo sabнa lo que significaba ser un guerrero.

‑їQuй puedo hacer para vivir como un guerrero? ‑preguntй.

Se quitу el sombrero y se rascу las sienes. Me mirу con fijeza y sonriу.

‑Te gusta que todo te lo deletreen, їverdad?

‑Mi mente trabaja en esa forma.

‑No hay necesidad de ser asн.

‑No sй cуmo cambiar. Por eso le pido que me diga exactamente quй hacer para vivir como guerrero; si lo su­piera, podrнa hallar un modo de adaptarme a ello.

Debe de haber pensado que mis frases eran humorнsticas; me palmeу la espalda mientras reнa.

Tuve la impresiуn de que en cualquier momento me pe­dirнa marcharme, de modo que rбpidamente tomй asiento en mi petate, frente a йl, y empecй a hacerle mбs preguntas. Quise saber por quй tenнa que esperar.

Me explicу que si yo trataba de "ver" a lo loco, antes de "sanar las heridas" que recibн luchando contra el guar­diбn, lo mбs probable era que volviese a encontrarme con el guardiбn aunque no anduviera buscбndolo. Don Juan me asegurу que nadie en esa posiciуn podrнa sobrevivir tal en­cuentro.

‑Debes olvidar por completo al guardiбn antes de em­barcarte nuevamente en la empresa de ver ‑dijo.

‑їCуmo es posible olvidar al guardiбn?

‑Un guerrero tiene que usar su voluntad y su paciencia para olvidar. De hecho, un guerrero no tiene mбs que su voluntad y su paciencia, y con ellas construye todo lo que quiere.

‑Pero yo no soy un guerrero.

‑Has empezado a aprender las brujerнas. Ya no te queda mбs tiempo para retiradas ni para lamentos. Sуlo tienes tiempo para vivir como un guerrero y trabajar por la paciencia y la voluntad, quieras o no quieras.

‑їCуmo trabaja un guerrero por ellas?

Don Juan meditу largo rato antes de responder.

‑Creo que no hay manera de hablar de eso ‑dijo por fin‑. Y menos de la voluntad. La voluntad es algo muy especial. Ocurre misteriosamente. No hay en realidad ma­nera de decir cуmo la usa uno, excepto que los resultados de usar la voluntad son asombrosos. Acaso lo primero que se debe hacer es saber que uno puede desarrollar la vo­luntad. Un guerrero lo sabe y se pone a esperar. Tu error es no saber que estбs esperando a tu voluntad.

"Mi benefactor decнa que un guerrero sabe que espera y sabe lo que espera. En tu caso, tъ sabes que esperas. Lle­vas aсos aquн conmigo, pero no sabes quй estбs esperando. Es muy difнcil, si no imposible, que el hombre comъn y corriente sepa lo que estб esperando. Pero un guerrero no tiene problemas; sabe que estб esperando a su voluntad."

‑їQuй es exactamente la voluntad? їEs determinaciуn, como la determinaciуn de su nieto Lucio de tener una motocicleta?

‑No ‑dijo don Juan suavemente, y soltу una risita‑. Eso no es voluntad. Lucio nada mбs se entrega. La volun­tad es otra cosa, algo muy claro y poderoso que dirige nues­tros actos. La voluntad es algo que un hombre usa, por ejemplo, para ganar una batalla que, segъn todos los cбlcu­los, deberнa perder.

‑Entonces la voluntad debe ser lo que llamamos valor ‑dije.

‑No. El valor es otra cosa. Los hombres valientes son hombres dignos de confianza, hombres nobles perennemente rodeados de gente que se congrega en torno suyo y los admira; pero muy pocos hombres valientes tienen volun­tad. Por lo general son hombres sin miedo, dados a hacer acciones temerarias de sentido comъn; casi siempre, un hombre valiente es tambiйn temible y temido. La voluntad, en cambio, tiene que ver con hazaсas asombrosas que desa­fнan nuestro sentido comъn.

‑їEs la voluntad el dominio que podemos tener sobre nosotros mismos? ‑preguntй.

‑Se puede decir que es una especie de dominio.

‑їCree usted que yo pueda ejercitar mi voluntad, por ejemplo, negбndome ciertas cosas?

‑їComo el hacer preguntas? ‑interpuso.

Lo dijo en un tono tan malicioso que tuve que dejar de escribir para mirarlo. Ambos reнmos.

‑No ‑dijo‑. Negarte es una entrega, y no recomiendo ninguna cosa por el estilo. Ese es el motivo de que te deje hacer todas las preguntas que quieres. Si te forzara a parar de preguntar, podrнas torcer tu voluntad tratando de obe­decer. Entregarse a la negaciуn es el peor de todos los modos de entrega; nos fuerza a creer que estamos haciendo cosas buenas, cuando en efecto sуlo estamos fijos dentro de nosotros mismos. Dejar de hacer preguntas no es la voluntad de la que te hablo. La voluntad es un poder. Y como es un poder, tiene que ser controlado y afinado, y eso toma tiempo. Lo sй y soy paciente contigo. A tu edad, yo era igual de impulsivo. Pero he cambiado. Nuestra vo­luntad opera a pesar de nuestra indulgencia. Por ejemplo, tu voluntad ya estб abriendo tu boquete, poco a poco.

‑їDe quй boquete habla usted?

‑Hay en nosotros una abertura; como la parte blanda de la cabeza de un niсo, que se cierra con la edad, esta aber­tura se abre conforme uno desarrolla su voluntad.

‑їDуnde estб?

‑En el sitio de tus fibras luminosas ‑dijo, seсalando su бrea abdominal.

‑їCуmo es? їPara quй es?

‑Es una abertura. Da un espacio para que la voluntad se dispare, como una flecha.

‑їEs la voluntad un objeto? їO es como un objeto?

‑No. Sуlo dije eso para hacerte entender. Lo que un brujo llama voluntad es un poder dentro de nosotros. No es un pensamiento, ni un objeto, ni un deseo. Dejar de preguntar no es voluntad porque requiere pensamiento y deseo.

La voluntad es lo que puede darte el triunfo cuando tus pensamientos te dicen que estбs derrotado. La voluntad es lo que te hace invulnerable. La voluntad es lo que manda a un brujo a travйs de una pared; a travйs del espacio; a la luna, si йl lo quiere.

No habнa nada mбs que yo deseara preguntar. Estaba can­sado y algo tenso. Temнa que don Juan fuera a pedirme que me marchara, y eso me molestaba.

‑Vamos a los cerros ‑dijo abruptamente, y se puso de pie.

En el camino, empezу nuevamente a hablar de la volun­tad, y riу de mi desaliento por no poder tomar notas.

Describiу la voluntad como una fuerza que era la verda­dera liga entre los hombres y el mundo. Tuvo buen cuidado de establecer que el mundo era lo que percibimos, en cualquier manera que podemos elegir percibirlo. Don Juan sostenнa que "percibir el mundo" involucra un proceso de aprehender lo que se presenta ante nosotros. Esta "percep­ciуn" particular se lleva a cabo con nuestros sentidos y nues­tra voluntad.

Le preguntй si la voluntad era un sexto sentido. Dijo que mбs bien era una relaciуn entre nosotros mismos y el mundo percibido.

Sugerн que nos detuviйramos para que yo pudiese tomar notas. El riу y siguiу caminando.

No me hizo marcharme aquella noche, y al dнa siguiente, despuйs del desayuno, йl mismo trajo a colaciуn el tema de la voluntad.

‑Lo que tъ llamas voluntad es carбcter y disposiciуn fuerte ‑dijo‑. Lo que un brujo llama voluntad es una fuerza que viene de dentro y se prende al mundo de fuera. Sale por la barriga, por aquн, donde estбn las fibras lumi­nosas ‑se frotу el ombligo para seсalar la zona‑. Digo que sale por aquн porque uno lo siente salir.

‑їPor quй lo llama usted voluntad?

-Yo no lo llamo nada. Mi benefactor lo llamaba vo­luntad, y otros hombres de conocimiento lo llaman voluntad.

‑Ayer dijo usted que uno puede percibir el mundo con los sentidos asн como con la voluntad. їCуmo puede ser posible eso?

‑Un hombre comъn nada mбs agarra las cosas del mun­do con las manos, o los ojos, o los oнdos, pero un brujo tambiйn las agarra con la nariz, o la lengua, o la voluntad, sobre todo con la voluntad. No puedo describir realmente cуmo se hace, pero tъ mismo, por ejemplo, no puedes describirme cуmo oyes. Lo que sucede es que yo tambiйn puedo oнr, de modo que podemos hablar de lo que oнmos, pero no de cуmo oнmos. Un brujo usa su voluntad para percibir el mundo. Pero no es como percibirlo con el oнdo. Cuando miramos el mundo o cuando lo oнmos, tenemos la impresiуn de que estб allн y de que es real. Cuando perci­bimos el mundo con la voluntad, sabemos que no estб tan allн ni es tan real como pensamos.

‑їEs la voluntad lo mismo que ver?

‑No. La voluntad es una fuerza, un poder. Ver no es una fuerza, sino mбs bien un modo de atravesar cosas. Un brujo puede tener una voluntad muy fuerte y sin embargo quizб no vea; eso significa que sуlo un hombre de conocimiento percibe el mundo con sus sentimientos y con su voluntad y tambiйn con su ver.

Le dije que me hallaba mбs confuso que nunca con res­pecto a la forma de usar mi voluntad para olvidar al guar­diбn. Esa afirmaciуn y mi perplejidad de бnimo parecieron deleitarlo.

‑Ya te he dicho que cuando hablas nada mбs te confun­des ‑dijo, y riу‑. Pero por lo menos ahora sabes que estбs esperando a tu voluntad. Todavнa no sabes quй es ni cуmo podrнa ocurrirte. Asн que vigila con cuidado todo lo que hagas. La cosa misma que podrнa ayudarte a desarro­llar tu voluntad estб entre todas las cositas que haces.

Don Juan se fue toda la maсana; regresу en las primeras horas de la tarde con un bulto de plantas secas. Me hizo con la cabeza seсal de que lo ayudara, y trabajamos duran­te horas en silencio completo, separando las plantas. Al ter­minar nos sentamos a descansar y йl me sonriу con benevo­lencia.

Le dije con mucha seriedad que habнa esta leyendo mis no­tas y que aъn no podнa comprender quй implicaba el ser guerrero ni quй significaba la idea de la voluntad.

‑La voluntad no es una idea ‑dijo.

Era la primera vez que me hablaba en todo el dнa. Tras una larga pausa continuу:

‑Somos distintos, tъ y yo. No tenemos el mismo carбc­ter. Tu naturaleza es mбs violenta que la mнa. Yo a tu edad, no era violento, sino malo; tъ eres lo opuesto. Mi benefac­tor era asн; habrнa estado como mandado hacer para maes­tro tuyo. Era un gran brujo, pero no veнa; no del modo co­mo yo veo o como Genaro ve. Yo entiendo el mundo y vivo segъn lo que veo. Mi benefactor, en cambio, tenнa que vivir como guerrero. Un hombre que ve no necesita vivir como guerrero ni como ninguna otra cosa, porque puede ver las cosas como son y dirigir su vida de acuerdo con eso. Pero, teniendo en cuenta tu carбcter, yo dirнa que tal vez nunca aprendas a ver, y en ese caso tendrбs que vivir como gue­rrero toda tu vida.

"Mi benefactor decнa que, cuando un hombre se embarca en los caminos de la brujerнa, poco a poco se va dando cuen­ta de que la vida ordinaria ha quedado atrбs para siempre; de que el conocimiento es en verdad algo que da miedo; de que los medios del mundo ordinario ya no le sirven de sostйn; y de que si desea sobrevivir debe adoptar una nueva forma de vida. Lo primero que debe hacer, en ese punto, es querer llegar a ser un guerrero, un paso y una decisiуn muy importantes. La aterradora naturaleza del conocimiento no le permite a uno otra alternativa que la de llegar a ser un guerrero.

"Ya cuando el conocimiento se convierte en algo que da miedo, el hombre tambiйn se da cuenta de que la muerte es la compaсera inseparable que se sienta a su lado en el peta­te. Cada trocito de conocimiento que se vuelve poder tiene a la muerte como fuerza central. La muerte da el ъltimo to­que, y lo que la muerte toca se vuelve en verdad poder.

"Un hombre que sigue los caminos de la brujerнa se en­frenta en cada recodo con la aniquilaciуn inminente, y sin poder evitarlo se vuelve terriblemente consciente de su muer­te. Sin la conciencia de la muerte no serнa mбs que un hom­bre comъn envuelto en actos comunes. Carecerнa de la po­tencia necesaria, de la concentraciуn necesaria que transfor­man en poder mбgico nuestro tiempo ordinario sobre la tierra.

"De ese modo, para ser un guerrero un hombre debe estar, antes que nada y con justa razуn, terriblemente consciente de su propia muerte. Pero preocuparse por la muerte forzarнa a cualquiera de nosotros a enfocar su propia persona, y eso es debilitante. De modo que lo otro que uno necesita para ser guerrero es el desapego. La idea de la muerte inminente, en vez de convertirse en obsesiуn, se convierte en indiferencia."

Don Juan dejу de hablar y me mirу. Parecнa esperar un comentario.

‑їEntiendes? ‑preguntу.

Yo entendнa lo que habнa dicho, pero personalmente me resultaba imposible ver cуmo podнa alguien llegar a un sen­tido de desapego. Dije que, desde el punto de vista de mi propio aprendizaje, ya habнa experimentado el momento en que el conocimiento se convertнa en algo atemorizante. Tam­biйn podнa decir con toda veracidad que ya no encontraba apoyo en las premisas ordinarias de mi vida cotidiana. Y deseaba, o quizб mбs que desear, necesitaba, vivir como un guerrero.

‑Ahora debes despegarte ‑dijo don Juan.

‑їDe quй?

‑Despйgate de todo.

‑Eso es imposible. No quiero ser un ermitaсo.

‑Ser ermitaсo es una entrega y jamбs me referн a eso. Un ermitaсo no estб despegado, pues se abandona volunta­riamente a ser ermitaсo.

"Sуlo la idea de la muerte da al hombre el desapego su­ficiente para que sea incapaz de abandonarse a nada. Sуlo la idea de la muerte da al hombre el desapego suficiente para que no pueda negarse nada. Pero un hombre de tal suerte no ansнa, porque ha adquirido una lujuria callada por la vida y por todas las cosas de la vida. Sabe que su muerte lo anda cazando y que no le darб tiempo de adhe­rirse a nada, asн que prueba, sin ansias, todo de todo.

"Un hombre despegado, sabiendo que no tiene posibilidad de poner vallas a su muerte, sуlo tiene una cosa que lo res­palde: el poder de sus decisiones. Tiene que ser, por asн decirlo, el amo de su elecciуn. Debe comprender por com­pleto que su preferencia es su responsabilidad, y una vez que hace su selecciуn no queda tiempo para lamentos ni recriminaciones. Sus decisiones son definitivas, simplemente porque su muerte no le da tiempo de adherirse a nada.

"Y asн, con la conciencia de su muerte, con desapego y con el poder de sus decisiones, un guerrero arma su vida en forma estratйgica. El conocimiento de su muerte lo guнa y le da desapego y lujuria callada; el poder de sus decisiones de­finitivas le permite escoger sin lamentar, y lo que escoge es siempre estratйgicamente lo mejor; asн cumple con gusto y con eficiencia lujuriosa, todo cuanto tiene que hacer.

"ЎCuando un hombre se porta de esa manera puede de­cirse con justicia que es un guerrero y que ha adquirido pa­ciencia!"

Don Juan me preguntу si tenнa algo que decir, y seсalй que cumplir la tarea que habнa descrito llevarнa toda una vida. Me contestу que yo protestaba demasiado en su pre­sencia, y que йl sabнa que en mi vida cotidiana me portaba, o al menos trataba de portarme, en tйrminos de guerrero.

‑Tienes garras bastante buenas ‑dijo riendo‑. Ensй­сamelas de vez en cuando. Es buena prбctica.

Hice un ademбn prensil, gruсendo, y йl riу. Despuйs se aclarу la garganta y siguiу hablando.

‑Cuando un guerrero ha adquirido paciencia, estб en camino hacia la voluntad. Sabe cуmo esperar. Su muerte se sienta junto a йl en su petate, son amigos. Su muerte le acon­seja, en formas misteriosas, cуmo escoger, cуmo vivir estra­tйgicamente. ЎY el guerrero espera! Yo dirнa que el guerrero aprende sin apuro porque sabe que estб esperando su volun­tad; y un dнa logra hacer algo que por lo comъn es impo­sible de ejecutar. A lo mejor ni siquiera advierte su acto extraordinario. Pero conforme sigue ejecutando actos impo­sibles, o siguen pasбndole cosas imposibles, se da cuenta de que una especie de poder estб surgiendo. Un poder que sale de su cuerpo conforme progresa en el camino del conocimiento. Al principio es como una comezуn en la barriga, o un calor que no puede mitigarse; luego se convierte en un dolor, en un gran malestar. A veces el dolor y el malestar son tan grandes que el guerrero tiene convulsiones durante meses; mientras mбs duras sean, mejor para йl. Un magnifi­co poder es siempre anunciado por grandes dolores.

"Cuando las convulsiones cesan, el guerrero advierte que tiene sensaciones extraсas con respecto a las cosas. Advierte que puede tocar cualquier cosa que quiera con una sensa­ciуn que sale de su cuerpo por un sitio abajo o arriba de su ombligo. Esa sensaciуn es la voluntad, y cuando el guerrero es capaz de agarrar con ella, puede decirse con justicia que es un brujo y que ha adquirido voluntad."

Don Juan cesу de hablar y pareciу esperar mis comenta­rios o preguntas. Yo no tenнa nada que decir. Me preocupa­ba hondamente la idea de que un brujo debнa experimentar dolor y convulsiones, pero me apenaba el preguntarle si tam­biйn yo tendrнa que atravesar eso. Finalmente, tras un largo silencio, se lo preguntй, y el soltу una risita, como si hubiera estado esperбndolo. Dijo que el dolor no era absolutamente necesario; йl, por ejemplo, jamбs lo tuvo, y la voluntad sim­plemente le aconteciу.

‑Un dнa andaba yo en las montaсas ‑dijo‑ y me encontrй con una leona; era grande y tenнa hambre. Echй a co­rrer y corriу tras de mн. Me trepй a una peсa y ella se parу a unos metros, lista para saltar. Le tirй piedras. Gruсу y empezу a embestirme. Entonces fue cuando mi voluntad aca­bу de salir, y con ella la detuve antes de que me brincara encima. La acariciй con mi voluntad. Como lo oyes: le res­treguй las tetas. La leona me mirу con ojos dormidos y se echу, y yo corrн como la chingada antes de que se repusiera.

Don Juan hizo un gesto muy cуmico para representar a un hombre en carrera frenйtica, agarrбndose el sombrero. Le dije que odiaba pensar que, de querer voluntad, no te­nнa mбs alternativas que leonas de montaсa o convulsiones.

‑Mi benefactor era un brujo de grandes poderes -pro­siguiу‑. Era un guerrero hecho y derecho. Su voluntad era en verdad su hazaсa suprema. Pero un hombre puede ir todavнa mбs allб; puede aprender a ver. Al aprender a ver, ya no necesita vivir como guerrero, ni ser brujo. Al apren­der a ver, un hombre llega a ser todo llegando a ser nada. Desaparece, por asн decirlo, y sin embargo estб allн. Yo dirнa que йste es el tiempo en que un hombre puede ser o puede obtener cualquier cosa que desea. Pero no desea nada, y en vez de jugar con sus semejantes como si fueran juguetes, los encuentra en medio de su desatino. La ъnica diferencia es que un hombre que ve controla su desatino, mientras que sus semejantes no pueden hacerlo. Un hombre que ve ya no tiene un interйs activo en sus semejantes. El ver lo ha despe­gado de absolutamente todo lo que conocнa antes.

‑La sola idea de despegarme de todo lo que conozco me da escalofrнos -dije.

‑ЎHas de estar bromeando! Lo que deberнa darte esca­lofrнos es no tener nada que esperar mбs que una vida de hacer lo que siempre has hecho. Piensa en el hombre que planta maнz aсo tras aсo hasta que estб demasiado viejo y cansado para levantarse y se queda echado como un perro viejo. Sus pensamientos y sentimientos, lo mejor que tiene, vagan sin ton ni son y se fijan en lo ъnico que ha hecho: plantar maнz. Para mн, йse es el desperdicio mбs aterrador que existe.

"Somos hombres y nuestra suerte es aprender y ser arro­jados a mundos nuevos, inconcebibles."

‑їHay de veras algъn mundo nuevo para nosotros? ‑preguntй, medio en broma.

‑No hemos agotado nada, idiota ‑dijo йl, imperioso‑. Ver es para hombres impecables. Templa tu espнritu, llega a ser un guerrero, aprende a ver, y entonces sabrбs que no hay fin a los mundos nuevos para nuestra visiуn.

 

XI

 

Don Juan no me hizo marcharme despuйs de que cumplн sus encargos, como habнa dado en hacer ъltimamente. Dijo que podнa quedarme, y al dнa siguiente, 28 de junio de 1969, me anunciу que iba a fumar de nuevo.

‑їVoy a tratar de ver otra vez al guardiбn?

‑No, eso ya no. Es otra cosa.

Don Juan llenу sosegadamente su pipa, la encendiу y me la entregу. No experimentй aprensiуn alguna. Una agra­dable soсolencia me envolviу de inmediato. Cuando hube terminado de fumar todo el cuenco de mezcla, don Juan guardу su pipa y me ayudу a ponerme de pie. Habнamos estado sentados, el uno frente al otro, en dos petates que йl colocу en el centro de su cuarto. Dijo que нbamos a dar un paseo y me animу a caminar, empujбndome suavemente. Di un paso y mis piernas se doblaron. No sentн dolor cuan­do mis rodillas dieron contra el piso. Don Juan sostuvo mi brazo y me empujу nuevamente a mis pies.


Дата добавления: 2015-11-14; просмотров: 58 | Нарушение авторских прав


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