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El juego del escondite 3 страница

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—No, no quiero estar sin ti, Bella, por supuesto que no. Sй racional. Y tampoco tengo problema alguno en salvarte de no ser por el hecho de que soy yo quien te pone en peligro..., soy yo la razуn por la que estбs aquн.

—Sн, tъ eres la razуn —torcн el gesto—. La razуn por la que estoy aquн... viva.

—Apenas —dijo con un hilo de voz—. Cubierta de vendas y escayola, y casi incapaz de moverte.

—No me referнa a la ъltima vez en que he estado a punto de morir —repuse con creciente irritaciуn—. Estaba pensando en las otras, puedes elegir cuбl. Estarнa criando malvas en el cementerio de Forks de no ser por ti.

Su rostro se crispу de dolor al oнr mis palabras y la angustia no abandonу su mirada.

—Sin embargo, йsa no es la peor parte —continuу susurrando. Se comportу como si yo no hubiera hablado—. Ni verte ahн, en el suelo, desmadejada y rota —dijo con voz ahogada—, ni pensar que era demasiado tarde, ni oнrte gritar de dolor... Podrнa haber llevado el peso de todos esos insufribles recuerdos durante el resto de la eternidad. No, lo peor de todo era sentir, saber que no podrнa detenerme, creer que iba a ser yo mismo quien acabara contigo.

—Pero no lo hiciste.

—Pudo ocurrir con suma facilidad.

Sabнa que necesitaba calmarme, pero estaba hablando para sн mismo de dejarme, y el pбnico revoloteу en mis pulmones, pugnando por salir.

—Promйtelo —susurrй.

— їQuй?

—Ya sabes el quй.

Habнa decidido mantener obstinado una negativa y yo me estaba empezando a enfadar. Apreciу el cambio operado en mi tono de voz y su mirada se hizo mбs severa.

—Al parecer, no tengo la suficiente voluntad para alejarme de ti, por lo que supongo que tendrбs que seguir tu camino... Con independencia de que eso te mate o no —aсadiу con rudeza.

No me lo habнa prometido. Un hecho que yo no habнa pasado por alto. Contuve el pбnico a duras penas. No me quedaban fuerzas para controlar el enojo.

—Me has contado cуmo lo evitaste... Ahora quiero saber por quй —exigн.

— їPor quй? —repitiу a la defensiva.

їPor quй lo hiciste? їPor quй no te limitaste a dejar que se extendiera la ponzoсa? A estas alturas, serнa como tъ.

Los ojos de Edward parecieron volverse de un negro apagado. Entonces comprendн que jamбs habнa tenido intenciуn de permitir que me enterase de aquello. Alice debнa de haber estado demasiado preocupada por las cosas que acababa de saber sobre su pasado o se habнa mostrado muy precavida con sus pensamientos mientras estuvo cerca de Edward, ya que estaba muy claro que йste no sabнa que ella me habнa iniciado en el conocimiento del proceso de la conversiуn en vampiro. Estaba sorprendido y furioso. Bufу, y sus labios parecнan cincelados en piedra.

No me iba a responder, eso estaba mбs que claro.

—Soy— la primera en admitir que carezco de experiencia en las relaciones —dije—, pero parece lуgico que entre un hombre y una mujer ha de haber una cierta igualdad, uno de ellos no puede estar siempre lanzбndose en picado para salvar al otro. Tienen que poder salvarse el uno al otro por igual.

Se cruzу de brazos junto a mi cama y apoyу en los mнos su mentуn con el rostro sosegado y la ira contenida. Evidentemente, habнa decidido no enfadarse conmigo. Esperaba tener la oportunidad de avisar a Alice antes de que los dos se pusieran al dнa en ese tema.

—Tъ me has salvado —dijo con voz suave.

—No puedo ser siempre Lois Lane —insistн—. Yo tambiйn quiero ser Superman.

—No sabes lo que me estбs pidiendo.

Su voz era dulce, pero sus ojos miraban fijamente la funda de la almohada.

—Yo creo que sн.

—Bella, no lo sabes. Llevo casi noventa aсos dбndole vueltas al asunto, y sigo sin estar seguro

— їDesearнas que Carlisle no te hubiera salvado?

—No, eso no —hizo una pausa antes de continuar—. Pero mi vida terminу y no he empezado nada.

—Tъ eres mi vida. Eres lo ъnico que me dolerнa perder.

Asн, iba a tener mбs йxito. Resultaba fбcil admitir lo mucho que le necesitaba.

Pero se mostraba muy calmado. Resuelto.

—No puedo, Bella. No voy a hacerte eso.

— їPor quй no? —tenнa la voz ronca y las palabras no salнan con el volumen que yo pretendнa—. ЎNo me digas que es demasiado duro! Despuйs de hoy, supongo que en unos dнas... Da igual, despuйs, eso no serнa nada.

Me mirу fijamente y preguntу con sarcasmo:

— їY el dolor?

Palidecн. No lo pude evitar. Pero procurй evitar que la expresiуn de mi rostro mostrara con quй nitidez recordaba la sensaciуn el fuego en mis venas.

—Йse es mi problema —dije—, podrй soportarlo.

—Es posible llevar la valentнa hasta el punto de que se convierta en locura.

—Eso no es ningъn problema. Tres dнas. ЎQuй horror!

Edward hizo una mueca cuando mis palabras le recordaron que estaba mбs informada de lo que era su deseo. Le mirй conteniendo el enfado, contemplando cуmo sus ojos adquirнan un brillo mбs calculador.

— їY quй pasa con Charlie y Renйe? —inquiriу lacуnicamente.

Los minutos transcurrieron en silencio mientras me devanaba los sesos para responder a su pregunta. Abrн la boca sin que saliera sonido alguno. La cerrй de nuevo. Esperу con expresiуn triunfante, ya que sabнa que yo no tenнa ninguna respuesta sincera.

—Mira, eso tampoco importa —musitй al fin; siempre que mentнa mi voz era tan poco convincente como en este momento—. Renйe ha efectuado las elecciones que le convenнan... Querrнa que yo hiciera lo mismo. Charlie es de goma, se recuperarб, estб acostumbrado a ir a su aire. No puedo cuidar de ellos para siempre, tengo que vivir mi propia vida.

—Exactamente —me atajу con brusquedad—, y no serй yo quien le ponga fin.

—Si esperas a que estй en mi lecho de muerte, Ўtengo noticias para ti! ЎYa estoy en йl!

—Te vas a recuperar —me recordу.

Respirй hondo para calmarme, ignorando el espasmo de dolor que se desatу. Nos miramos de hito en hito. En su rostro no habнa el menor atisbo de compromiso.

—No —dije lentamente—. No es asн.

Su frente se poblу de arrugas.

—Por supuesto que sн. Tal vez te queden un par de cicatrices, pero...

—Te equivocas —insistн—. Voy a morir.

—De verdad, Bella. Vas a salir de aquн en cuestiуn de dнas —ahora estaba preocupado—. Dos semanas a lo sumo.

Le mirй.

—Puede que no muera ahora, pero algъn dнa morirй. Estoy mбs cerca de ello a cada minuto que pasa. Y voy a envejecer.

Frunciу el ceсo cuando comprendiу mis palabras al tiempo que cerraba los ojos y presionaba sus sienes con los dedos.

—Se supone que la vida es asн, que asн es como deberнa ser, como hubiera sido de no existir yo, y yo no deberнa existir.

Resoplй y йl abriу los ojos sorprendido.

—Eso es una estupidez. Es como si alguien a quien le ha tocado la loterнa dice antes de recoger el dinero: «Mira, dejemos las cosas como estбn. Es mejor asн», y no lo cobra.

—Difнcilmente se me puede considerar un premio de loterнa.

—Cierto. Eres mucho mejor.

Puso los ojos en blanco y esbozу una sonrisa forzada.

—Bella, no vamos a discutir mбs este tema. Me niego a condenarte a una noche eterna. Fin del asunto.

—Me conoces muy poco si te crees que esto se ha acabado —le avise—. No eres el ъnico vampiro al que conozco.

El color de sus ojos se oscureciу de nuevo.

—Alice no se atreverнa.

Parecнa tan aterrador que durante un momento no pude evitar creerlo. No concebнa que alguien fuera tan valiente como para cruzarse en su camino.

—Alice ya lo ha visto, їverdad? —aventurй—. Por eso te perturban las cosas que te dice. Sabe que algъn dнa voy a ser como tъ...

—Ella tambiйn se equivoca. Te vio muerta, pero eso tampoco ha sucedido.

—Jamбs me verбs apostar contra Alice.

Estuvimos mirбndonos largo tiempo, sin mбs ruido que el zumbido de las mбquinas, el pitido, el goteo, el tictac del gran reloj de la pared... Al final, la expresiуn de su rostro se suavizу.

—Bueno —le preguntй—, їdуnde nos deja eso?

Edward se riу forzadamente entre dientes.

—Creo que se llama punto muerto.

Suspirй.

— ЎAy! —musitй.

— їCуmo te encuentras? —preguntу con un ojo puesto en el botуn de llamada.

—Estoy bien —mentн.

—No te creo —repuso amablemente.

—No me voy a dormir de nuevo.

—Necesitas descansar. Tanto debate no es bueno para ti.

—Asн que te rindes —insinuй.

—Buen intento.

Alargу la mano hacia el botуn.

— ЎNo!

Me ignorу.

— їSн? —graznу el altavoz de la pared.

—Creo que es el momento adecuado para mбs sedantes —dijo con calma, haciendo caso omiso de mi expresiуn furibunda.

—Enviarй a la enfermera —fue la inexpresiva contestaciуn.

—No me los voy a tomar —prometн.

Buscу con la mirada las bolsas de los goteros que colgaban junto a mi cama.

—No creo que te vayan a pedir que te tragues nada.

Comenzу a subir mi ritmo cardiaco. Edward leyу el pбnico en mis ojos y suspirу frustrado.

—Bella, tienes dolores y necesitas relajarte para curarte. їPor quй lo pones tan difнcil? Ya no te van a poner mбs agujas.

—No temo a las agujas —mascullй—, tengo miedo a cerrar los ojos.

Entonces, йl esbozу esa sonrisa picara suya y tomу mi rostro entre sus manos.

—Te dije que no iba a irme a ninguna parte. No temas, estarй aquн mientras eso te haga feliz.

Le devolvн la sonrisa e ignorй el dolor de mis mejillas.

—Entonces, es para siempre, ya lo sabes.

—Vamos, dйjalo ya. Sуlo es un enamoramiento de adolescente.

Sacudн la cabeza con incredulidad y me mareй al hacerlo.

—Me sorprendiу que Renйe se lo tragara. Sй que me conoces mejor.

—Eso es lo hermoso de ser humano —me dijo—. Las cosas cambian.

Se me cerraron los ojos.

—No te olvides de respirar —le recordй.

Seguнa riйndose cuando la enfermera entrу blandiendo una jeringuilla.

—Perdуn —dijo bruscamente a Edward, que se levantу y cruzу la habitaciуn hasta llegar al extremo opuesto, donde se apoyу contra la pared.

Se cruzу de brazos y esperу. Mantuve los ojos fijos en йl, aъn con aprensiуn. Sostuvo mi mirada con calma.

—Ya estб, cielo —dijo la enfermera con una sonrisa mientras inyectaba las medicinas en la bolsa del gotero—. Ahora te vas a sentir mejor.

—Gracias —murmurй sin entusiasmo.

Las medicinas actuaron enseguida. Notй cуmo la somnolencia corrнa por mis venas casi de inmediato.

—Esto deberнa conseguirlo —contestу ella mientras se me cerraban los pбrpados.

Luego, debiу de marcharse de la habitaciуn, ya que algo frнo y liso me acariciу el rostro.

—Quйdate —dije con dificultad.

—Lo harй —prometiу. Su voz sonaba tan hermosa como una canciуn de cuna— Como te dije, me quedarй mientras eso te haga feliz, todo el tiempo que eso sea lo mejor para ti.

Intentй negar con la cabeza, pero me pesaba demasiado.

—No es lo mismo —mascullй.

Se echу a reнr.

—No te preocupes de eso ahora, Bella. Podremos discutir cuando despiertes.

Creo que sonreн.

—Vale.

Sentн sus labios en mi oнdo cuando susurrу:

—Te quiero.

—Yo, tambiйn.

—Lo sй —se riу en voz baja.

Ladeй levemente la cabeza en busca de... adivinу lo que perseguнa y sus labios rozaron los mнos con suavidad.

—Gracias —suspirй.

—Siempre que quieras.

En realidad, estaba perdiendo la consciencia por mucho que luchara, cada vez mбs dйbilmente, contra el sopor. Sуlo habнa una cosa que deseaba decirle.

— їEdward? —tuve que esforzarme para pronunciar su nombre con claridad.

— їSн?

—Voy a apostar a favor de Alice.

Y entonces, la noche se me echу encima.

 

 

EPILOGO

Una ocasiуn especial

 

 

Edward me ayudу a entrar en su coche. Prestу especial atenciуn a las tiras de seda que adornaban mн vestido de gasa, las flores que йl me acababa de poner en los rizos, cuidadosamente peinados, y la escayola, de tan difнcil manejo. Ignorу la mueca de enfado de mis labios.

Se sentу en el asiento del conductor despuйs de que me hubo instalado y recorriу el largo y estrecho camino de salida.

— їCuбndo tienes pensado decirme de quй va todo esto? —refunfuсй quejosa; odio las sorpresas de todo corazуn, y йl lo sabнa.

—Me sorprende que aъn no lo hayas adivinado —me lanzу una sonrisa burlona, y el aliento se me atascу en la garganta. їEs que nunca me iba a acostumbrar a un ser tan perfecto?

—Ya te he dicho lo guapo que estбs, їno? —me asegurй.

—Sн.

Volviу a sonreнr. Hasta ese instante, jamбs le habнa visto vestido de negro, y el contraste con la piel pбlida convertнa su belleza en algo totalmente irreal. No habнa mucho que pudiera ocultar, me ponнa nerviosa incluso el hecho de que llevara un traje de etiqueta...

... Aunque no tanto como mi propio vestido, o los zapatos. En realidad, un solo zapato, porque aъn tenнa escayolado y protegido el otro pie. Sin duda, el tacуn fino, sujeto al pie sуlo por unos lazos de satйn, no iba a ayudarme mucho cuando intentara cojear por ahн.

—No voy a volver mбs a tu casa si Alice y Esme siguen tratбndome como a una Barbie, como a una cobaya cada vez que venga —rezonguй.

Estaba segura de que no podнa salir nada bueno de nuestras indumentarias formales. A menos que..., pero me asustaba expresar en palabras mis suposiciones, incluso pensarlas.

Me distrajo entonces el timbre de un telйfono. Edward sacу el mуvil del bolsillo interior de la chaqueta y rбpidamente mirу el nъmero de la llamada entrante antes de contestar.

—Hola, Charlie —contestу con prevenciуn.

— їCharlie? —preguntй con pбnico.

La experiencia vivida hacнa ahora ya mбs de dos meses habнa tenido sus consecuencias. Una de ellas era que me habнa vuelto hipersensible en mi relaciуn con la gente que amaba. Habнa intercambiado los roles naturales de madre e hija con Renйe, al menos en lo que se referнa a mantener contacto con ella. Si no podнa hacerlo a diario a travйs del correo electrуnico y, aunque sabнa que era innecesario pues ahora era muy feliz en Jacksonville, no descansaba hasta llamarla y hablar con ella.

Y todos los dнas, cuando Charlie se iba a trabajar, le decнa adiуs con mбs ansiedad de la necesaria.

Sin embargo, la cautela de la voz de Edward era harina de otro costal. Charlie se habнa puesto algo difнcil desde que regresй a Forks. Mi padre habнa adoptado dos posturas muy definidas respecto a mi mala experiencia. En lo que se referнa a Carlisle, sentнa un agradecimiento que rayaba en la adoraciуn. Por otro lado, se obstinaba en responsabilizar a Edward como principal culpable porque yo no me hubiera ido de casa de no ser por йl. Y Edward estaba lejos de contradecirle. Durante los siguientes dнas fueran apareciendo reglas antes inexistentes, como toques de queda... y horarios de visita.

Edward se ladeу para mirarme al notar la preocupaciуn en mi voz. Su rostro estaba tranquilo, lo cual suavizу mi sъbita e irracional ansiedad. A pesar de eso, sus ojos parecнan tocados por alguna pena especial. Entendiу el motivo de mi reacciуn, y siguiу sintiйndose responsable de cuanto me sucedнa.

Algo que le estaba diciendo Charlie le distrajo de sus taciturnos pensamientos. Sus ojos dilatados por la incredulidad me hicieron estremecer de miedo hasta que una amplia sonrisa le iluminу el rostro.

— ЎMe estбs tomando el pelo! —riу.

— їQuй pasa? —inquirн, ahora curiosa.

Me ignorу.

— їPor quй no me dejas que hable con йl? —sugiriу con evidente placer. Esperу durante unos segundos.

—Hola, Tyler; soy Edward Cullen —saludу muy educado, al menos en apariencia, pero yo ya le conocнa lo bastante para detectar el leve rastro de amenaza en su tono.

їQuй hacнa Tyler en mi casa? Caн en la cuenta de la terrible verdad poco a poco. Bajй la vista para contemplar el elegante traje azul oscuro en el que Alice me habнa metido.

—Lamento que se haya producido algъn tipo de malentendido, pero Bella no estб disponible esta noche —el tono de su voz cambiу, y la amenaza de repente se hizo mбs evidente mientras seguнa hablando—. Para serte totalmente sincero, ella no va a estar disponible ninguna noche para cualquier otra persona que no sea yo. No te ofendas. Y lamento estropearte la velada —dijo, pero lo cierto es que no sonaba como si no lo sintiera en absoluto.

Cerrу el telйfono con un golpe mientras se extendнa por su rostro una ancha y estъpida sonrisa.

Mi rostro y mi cuello enrojecieron de ira. Notaba cуmo las lбgrimas producidas por la rabia empezaban a llenarme los ojos.

Me mirу sorprendido.

— їMe he extralimitado algo al final? No querнa ofenderte.

Pasй eso por alto.

— ЎMe llevas al baile de fin de curso! —gritй furiosa.

Para vergьenza mнa, era bastante obvio. Estaba segura de que me hubiera dado cuenta de la fecha de los carteles que decoraban los edificios del instituto de haber prestado un poco de atenciуn, pero ni en sueсos se me pasу por la imaginaciуn que Edward pensara hacerme pasar por esto, їes que no me conocнa de nada?

No esperaba una reacciуn tan fuerte, eso estaba claro. Apretу los labios y estrechу los ojos.

—No te pongas difнcil, Bella.

Echй un vistazo por la ventanilla. Estбbamos ya a mitad de camino del instituto.

— їPor quй me haces esto? —preguntй horrorizada.

—Francamente, Bella, їquй otra cosa creнas que нbamos a hacer? seсalу su traje de etiqueta con un gesto de la mano.

Estaba avergonzada. Primero, por no darme cuenta de lo evidente, y luego por haberme pasado de la raya con las vagas sospechas —expectativas, mбs bien— que habнan ido tomando forma en mi mente a lo largo del dнa conforme Alice y Esme intentaban transformarme en una reina de la belleza. Mis esperanzas, a medias temidas, parecнan ahora estupideces.

Habнa adivinado que se estaba cociendo algъn acontecimiento, pero Ўel baile de fin de curso! Era lo ъltimo que se me hubiera ocurrido.

Recordй consternada que, contra mi costumbre, hoy llevaba puesto rimel, por lo que me restreguй rбpidamente debajo de los ojos para evitar los manchurrones. Sin embargo, tenнa los dedos limpios cuando retirй la mano; Alice debнa haber usado una mбscara resistente al agua al maquillarme, seguramente porque intuнa que algo asн iba a suceder.

—Esto es completamente ridнculo. їPor quй lloras? —preguntу frustrado.

— ЎPorque estoy loca!

—Bella...

Dirigiу contra mн toda la fuerza de sus ojos dorados, llenos de reproche.

— їQuй? —murmurй, sъbitamente distraнda.

—Hazlo por mн —insistiу.

Sus ojos derritieron toda mi furia. Era imposible luchar con йl cuando hacнa ese tipo de trampas. Me rendн a regaсadientes.

—Bien —contestй con un mohнn, incapaz de echar fuego por los ojos con la eficacia deseada—. Me lo tomarй con calma. Pero ya verбs —advertн—. En mi caso, la mala suerte se estб convirtiendo en un hбbito. Seguramente me romperй la otra pierna. ЎMira este zapato! ЎEs una trampa mortal! —levantй la pierna para reforzar la idea.

—Humm —mirу atentamente mi pierna mбs tiempo del necesario—. Recuйrdame que le dй las gracias a Alice esta noche.

— їAlice va a estar allн? —eso me consolу un poco.

—Con Jasper, Emmett... y Rosalie —admitiу йl.

Desapareciу la sensaciуn de alivio, ya que mi relaciуn con Rosalie no avanzaba. Me llevaba bastante bien con su marido de quita y pon. Emmett me tenнa por una persona divertidнsima, pero ella actuaba como si yo no existiera. Mientras sacudнa la cabeza para modificar el curso de mis pensamientos, me acordй de otra cosa.

— їEstaba Charlie al tanto de esto? —preguntй, repentinamente recelosa.

—Claro —esbozу una amplia sonrisa; luego empezу a reнrse entre dientes—. Aunque Tyler, al parecer, no.

Me rechinaron los dientes. No entendнa cуmo Tyler se habнa creado esas falsas expectativas. Excepto en los pocos dнas soleados, Edward y yo йramos inseparables en el instituto, donde Charlie no podнa interferir.

Para entonces ya habнamos llegado al instituto. Un coche destacaba entre todos los demбs del aparcamiento, el descapotable rojo de Rosalie. Hoy, las nubes eran finas y algunos rayos de sol se filtraban lejos, al oeste.

Se bajу del coche y lo rodeу para abrirme la puerta. Luego, me tendiу la mano.

Me quedй sentada en mi asiento, obstinada, con los brazos cruzados. Sentнa una secreta punzada de satisfacciуn, ya que el aparcamiento estaba atestado de gente vestida de etiqueta: posibles testigos. No podrнa sacarme a la fuerza del coche como habrнa hecho de estar solos.

Suspirу.

—Hay que ver, eres valiente como un leуn cuando alguien quiere matarte, pero cuando se menciona el baile... —sacudiу la cabeza.

Traguй saliva. Baile.

—Bella, no voy a dejar que nada te haga daсo, ni siquiera tъ misma. Te prometo que voy a estar contigo todo el tiempo.

Lo pensй un poco, y de repente me sentн mucho mejor. Edward lo notу en mi semblante.

—Asн que ahora... —dijo con dulzura—. No puede ser tan malo.

Se inclinу y me pasу un brazo por la cintura, me apoyй en su otra mano y dejй que me sacara del coche.

En Phoenix celebran los bailes de fin de curso en el salуn de recepciones de los hoteles; sin embargo, aquн, el baile se hace en el gimnasio, por supuesto. Seguro que debнa de ser la ъnica sala lo bastante amplia en la ciudad para poder organizar un baile. Cuando entramos, me dio la risa tonta. Habнa por todos lados arcos con globos y las paredes estaban festoneadas con guirnaldas de papel de seda.

—Parece un escenario listo para rodar una pelнcula de terror —me reн por lo bajo.

—Bueno —murmurу йl mientras nos acercбbamos lentamente hacia la mesa de las entradas. Edward soportaba la mayor parte de mi peso, pero aun asн yo debнa caminar arrastrando los pies y cojeando—, desde luego hay vampiros presentes mбs que de sobra.

Contemplй la pista de baile; se habнa abierto un espacio vacнo en el centro, donde dos parejas daban vueltas con gracia. Los otros bailarines se habнan apartado hacia los lados de la habitaciуn para concederles espacio, ya que nadie se sentнa capaz de competir ante tal exhibiciуn. Nadie podнa igualar la elegancia de Emmett y Jasper, que vestнan trajes de etiqueta clбsicos. Alice lucнa un llamativo vestido de satйn negro con cortes geomйtricos que dejaba al aire grandes triбngulos de nнvea piel pбlida. Y Rosalie era... bueno, era Rosalie. Estaba increнble. Su ceсido vestido de vivido color pъrpura mostraba un gran escote que llegaba hasta la cintura y dejaba la espalda totalmente al descubierto, y a la altura de las rodillas se ensanchaba en una amplia cola rizada. Me dieron pena todas las chicas de la habitaciуn, incluyйndome yo.

— їQuieres que eche el cerrojo a las puertas mientras masacras a todos estos incautos pueblerinos? —susurrй como si urdiйramos alguna conspiraciуn.

Edward me mirу.

— їY de parte de quiйn te pondrнas tъ?

—Oh, me pondrнa de parte de los vampiros, por supuesto.

Sonriу con renuencia.

—Cualquier cosa con tal de no bailar.

—Lo que sea.

Comprу las entradas y nos dirigimos hacia la pista de baile. Me apretй asustada contra su brazo y empecй a arrastrar los pies.

—Tengo toda la noche —me advirtiу.

Al final, me llevу hasta el lugar donde su familia bailaba con elegancia, por cierto, en un estilo totalmente inapropiado para esta mъsica y esta йpoca. Los mirй espantada.

—Edward —tenнa la garganta tan seca que sуlo conseguнa hablar en susurros—. De verdad, no puedo bailar.

Sentн que el pбnico rebullнa en mi interior.

—No te preocupes, tonta —me contestу con un hilo de voz—. Yo sн puedo —colocу mis brazos alrededor de su cuello, me levantу en vilo y deslizу sus pies debajo de los mнos.

Y de repente, nosotros tambiйn estuvimos dando vueltas en la pista de baile.

—Me siento como si tuviera cinco aсos —me reн despuйs de bailar el vals sin esfuerzo alguno durante varios minutos.

—No los aparentas —murmurу Edward al tiempo que me acercaba a йl hasta tener la sensaciуn de que mis pies habнan despegado del suelo y flotaban a mбs de medio metro.

Alice atrajo mi atenciуn en una de las vueltas y me sonriу para infundirme valor. Le devolvн la sonrisa. Me sorprendiу darme cuenta de que realmente estaba disfrutando, aunque fuera sуlo un poco.

—De acuerdo, esto no es ni la mitad de malo de lo que pensaba —admitн.

Pero Edward miraba hacia las puertas con rostro enojado.

— їQuй pasa? —preguntй en voz alta.

Aunque estaba desorientada despuйs de dar tantas vueltas, seguн la direcciуn de su mirada hasta ver lo que le perturbaba. Jacob Black, sin traje de etiqueta, pero con una camisa blanca de manga larga y corbata, y el pelo recogido en su sempiterna coleta, cruzaba la pista de baile hacia nosotros.

Despuйs de que pasara la primera sorpresa al reconocerlo, no pude evitar sentirme mal por el pobre Jacob. Parecнa realmente incуmodo, casi de una forma insoportable. Tenнa una expresiуn de culpabilidad cuando se encontraron nuestras miradas.

Edward gruсу muy bajito.

ЎCompуrtate! —susurrй.

La voz de Edward sonу cбustica.

—Quiere hablar contigo.

En ese momento, Jacob llegу a nuestra posiciуn. La vergьenza y la disculpa se evidenciaron mбs en su rostro.

—Hola, Bella, esperaba encontrarte aquн —parecнa como si realmente hubiera esperado justo lo contrario, aunque su sonrisa era tan cбlida como siempre.

—Hola, Jacob —sonreн a mi vez—. їQuй quieres?

— їPuedo interrumpir? —preguntу indeciso mientras observaba a Edward por primera vez.

Me sorprendiу descubrir que Jacob no necesitaba alzar los ojos para mirar a Edward. Debнa de haber crecido mбs de diez centнmetros desde que le vi por vez primera.

El rostro de Edward, de expresiуn ausente, aparentaba serenidad. En respuesta se limitу a depositarme con cuidado en el suelo y retroceder un paso.

—Gracias —dijo Jacob amablemente.

Edward se limitу a asentir mientras me miraba atentamente antes de darme la espalda y marcharse.

Jacob me rodeу la cintura con las manos y yo apoyй mis brazos en sus hombros.

— ЎHala, Jacob! їCuбnto mides ahora?

—Metro ochenta y ocho —contestу pagado de sн mismo.

No bailбbamos de verdad, ya que mi pierna lo impedнa. Nos balanceamos desmaсadamente de un lado a otro sin mover los pies. Menos mal, porque el reciente estirуn le habнa dejado un aspecto desgarbado y de miembros descoordinados, y probablemente era un bailarнn tan malo como yo.

—Bueno, їy cуmo es que has terminado viniendo por aquн esta noche? —preguntй sin verdadera curiosidad.

Me hacнa una idea aproximada si tenнa en cuenta cuбl habнa sido la reacciуn de Edward.

— їPuedes creerte que mi padre me ha pagado veinte pavos por venir a tu baile de fin de curso? —admitiу un poco avergonzado.

—Claro que sн —musitй—. Bueno, espero que al menos lo estйs pasando bien. їHas visto algo que te haya gustado? —bromeй mientras dirigнa una mirada cargada de intenciуn a un grupo de chicas alineadas contra la pared como tartas en una pastelerнa.

—Sн —admitiу—, pero estб comprometida.

Mirу hacia bajo para encontrarse con mis ojos llenos de curiosidad durante un segundo. Luego, avergonzados, los dos miramos hacia otro lado.

—A propуsito, estбs realmente guapa —aсadiу con timidez.

—Vaya, gracias. їY por quй te pagу Billy para que vinieras? —preguntй rбpidamente, aunque conocнa la respuesta.

A Jacob no pareciу hacerle mucha gracia el cambio de tema. Siguiу mirando a otro lado, incуmodo otra vez.

—Dijo que era un lugar «seguro» para hablar contigo. Te prometo que al viejo se le estб yendo la cabeza.

Me unн a su risa con desgana.

—De todos modos, me prometiу conseguirme el cilindro maestro que necesito si te daba un mensaje —confesу con una sonrisa avergonzada.

—En ese caso, dбmelo. Me gustarнa que lograras terminar tu coche —le devolvн la sonrisa.

Al menos, Jacob no creнa ni una palabra de las viejas leyendas, lo que facilitaba la situaciуn. Apoyado contra la pared, Edward vigilaba mi rostro, pero mantenнa el suyo inexpresivo. Vi cуmo una chica de segundo con un traje rosa le miraba con interйs y timidez, pero йl no pareciу percatarse.

—No te enfades, їvale? —Jacob mirу a otro lado, con aspecto culpable.

—No es posible que me enfade contigo, Jacob —le asegurй—. Ni siquiera voy a enfadarme con Billy. Di lo que tengas que decir.

—Bueno, es un tanto estъpido... Lo siento, Bella, pero quiere que dejes a tu novio. Me dijo que te lo pidiera «por favor».

Sacudiу la cabeza con ademбn disgustado.

—Sigue con sus supersticiones, їverdad?

—Sн. Se vio abrumado cuando te hiciste daсo en Phoenix. No se creyу que... —Jacob no terminу la frase, sin ser consciente de ello.

—Me caн —le atajй mientras entrecerraba los ojos.

—Lo sй —contestу Jacob con rapidez.

—Billy cree que Edward tuvo algo que ver con el hecho de que me hiriera —no era una pregunta, y me enfadй a pesar de mi promesa.


Дата добавления: 2015-10-30; просмотров: 110 | Нарушение авторских прав


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