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Mente versus cuerpo 4 страница. Al darme la vuelta, le VI mirarme con un brillo muy peculiar en los ojos.

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Al darme la vuelta, le vi mirarme con un brillo muy peculiar en los ojos.

— їQuй ocurre?

—Contaba con sentirme aliviado despuйs de habйrtelo explicado todo, de no tener secretos para ti, pero no esperaba sentir mбs que eso. Me gusta —se encogiу de hombros al tiempo que sonreнa imperceptiblemente—. Me hace feliz.

—Me alegro.

Le devolvн la sonrisa. Me preocuparнa que se arrepintiera de haberme contado todo aquello. Era bueno saber que no era el caso.

Pero entonces, mientras sus ojos estudiaban mi expresiуn, su sonrisa se apagу y su frente se poblу de arrugas.

—Aъn sigues esperando que salga huyendo —supuse—, gritando espantada, їverdad?

Una ligera sonrisa curvу sus labios y asintiу.

—Lamento estropearte la ilusiуn, pero no inspiras tanto miedo, de veras —con toda naturalidad, le mentн—: De hecho, no me asustas nada en absoluto.

Se detuvo y arqueу las cejas con manifiesta incredulidad. Una sonrisa ancha y traviesa recorriу su rostro.

—No deberнas haber dicho eso, de veras.

Edward emitiу un sordo gruсido gutural y los labios mostraron unos dientes perfectos al curvarse hacia atrбs. De repente, su cuerpo cambiу, se habнa agachado, tenso como un leуn a punto de acometer.

Sin dejar de mirarlo, me apartй de йl.

—No deberнas haberlo dicho.

No le vi saltar hacia mн, fue demasiado rбpido. De repente me encontrй en el aire y luego caнmos sobre el sofб, que golpeу contra la pared por el impacto. Sus brazos formaron una protectora jaula durante todo el tiempo, por lo que apenas sentн el zarandeo, pero seguнa respirando agitadamente cuando intentй ponerme en pie.

— їQuй era lo que decнas? —preguntу juguetуn.

—Que eres un monstruo realmente aterrador —repliquй. El jadeo de mi voz estropeу algo el sarcasmo de mi respuesta.

—Mucho mejor —aprobу.

—Esto... —forcejeй——. їMe puedes bajar ya?

Se limitу a reнrse.

— їSe puede? —preguntу una voz que parecнa proceder del vestнbulo.

Me debatн para liberarme, pero Edward se limitу a dejar que pudiera sentarme de forma mбs convencional sobre su regazo. Entonces vi en el vestнbulo a Alice y a Jasper detrбs de ella. Me puse colorada, pero Edward parecнa a gusto.

—Adelante —contestу Edward, que aъn seguнa riйndose discretamente.

Alice no pareciу hallar nada inusual en nuestro abrazo. Caminу —casi bailу, tal era la gracia de sus movimientos— hacia el centro del cuarto y se doblу de forma sinuosa para sentarse sobre el suelo. Jasper, sin embargo, se detuvo en el umbral un poco sorprendido. Clavу los ojos en el rostro de Edward y me preguntй si estaba tanteando el clima reinante con su inusual sensibilidad.

—Parecнa que te ibas a almorzar a Bella —anunciу Alice—, y venнamos a ver si la podнamos compartir.

Me puse rнgida durante un instante, hasta que me percatй de la gran sonrisa de Edward. No sabrнa decir si se debнa al comentario de Alice o a mi reacciуn.

—Lo siento. No creo que haya bastante para compartir —replicу sin dejar de rodearme con los brazos.

—De hecho —dijo Jasper, sonriendo a su pesar cuando entrу en la habitaciуn—, Alice anuncia una gran tormenta para esta noche y Emmett quiere jugar a la pelota. їTe apuntas?

Las palabras eran bastante comunes, pero me desconcertaba el contexto; aunque Alice era mбs fiable que el hombre del tiempo.

Los ojos de Edward se iluminaron, pero aun asн vacilу.

—Traerнas a Bella, por supuesto —aсadiу Alice jovialmente. Habнa creнdo atisbar la rбpida mirada que Jasper le lanzaba.

— їQuieres ir? —me preguntу Edward, animado y con expresiуn de entusiasmo.

—Claro —no podнa decepcionar a un rostro como йse—. Eh, їadonde vamos?

—Hemos de esperar a que truene para jugar, ya verбs la razуn —me prometiу.

— їNecesitarй un paraguas?

Las tres rompieron a reнr estrepitosamente.

— їLo va a necesitar? —preguntу Jasper a Alice.

—No; —estaba segura—. La tormenta va a descargar sobre el pueblo. El claro del bosque deberнa de estar bastante seco.

—En ese caso, perfecto.

El entusiasmo de la voz de Jasper fue contagioso, por descontado. Yo misma me descubrн mбs curiosa que aterrada.

—Vamos a ver si Carlisle quiere venir.

Alice se levantу y cruzу la puerta de un modo que hubiera roto de envidia el corazуn de una bailarina.

—Como si no lo supieras —la pinchу Jasper.

Ambos siguieron su camino con rapidez, pero Jasper se las arreglу para dejar la puerta discretamente cerrada al salir.

— їA quй vamos a jugar? —quise saber.

—Tъ vas a mirar —aclarу Edward—. Nosotros jugaremos al bйisbol.

Levantй los ojos hacia el cielo

— їA los vampiros les gusta el bйisbol?

—Es el pasatiempo americano —me replicу con burlona solemnidad.

 

 

EL PARTIDO

Apenas habнa comenzado a lloviznar cuando Edward doblу la esquina para entrar en mi calle. Hasta ese momento, no habнa albergado duda alguna de que me acompaсarнa las pocas horas de interludio hasta el partido que iba a pasar en el mundo real.

Entonces vi el coche negro, un Ford desvencijado, aparcado en el camino de entrada a la casa de Charlie, y oн a Edward mascullar algo ininteligible con voz sorda y бspera.

Jacob Black estaba de pie detrбs de la silla de ruedas de su padre, al abrigo de la lluvia, debajo del estrecho saliente del porche. El rostro de Billy se mostraba tan impasible como la piedra mientras Edward aparcaba el monovolumen en el bordillo. Jacob clavaba la mirada en el suelo, con expresiуn mortificada.

—Esto... —la voz baja de Edward sonaba furiosa—. Esto es pasarse de la raya.

— їHan venido a avisar a Charlie? —aventurй, mбs horrorizada que enfadada.

Edward asintiу con sequedad, respondiendo con los ojos entrecerrados a la mirada de Billy a travйs de la lluvia.

Se me aflojaron las piernas de alivio al saber que Charlie no habнa llegado aъn.

—Dйjame arreglarlo a mн —sugerн, ansiosa al ver la oscura mirada llena de odio de Edward.

Para mi sorpresa, estuvo de acuerdo.

—Quizбs sea lo mejor, pero, de todos modos, ten cuidado. El chico no sabe nada.

Me molestу un poco la palabra «chico».

—Jacob no es mucho mбs joven que yo —le recordй.

Entonces, me mirу, y su ira desapareciу repentinamente.

—Sн, ya lo sй ——me asegurу con una amplia sonrisa.

Suspirй y puse la mano en la manija de la puerta.

—Haz que entren a la casa para que me pueda ir —ordenу—. Volverй hacia el atardecer.

— їQuieres llevarte el coche? —preguntй mientras me cuestionaba cуmo le iba a explicar su falta a Charlie.

Edward puso los ojos en blanco.

—Puedo llegar a casa mucho mбs rбpido de lo que puede llevarme este coche.

—No tienes por quй irte —dije con pena.

Sonriу al ver mi expresiуn abatida.

—He de hacerlo —lanzу a los Black una mirada sombrнa—. Una vez que te libres de ellos, debes preparar a Charlie para presentarle a tu nuevo novio.

Esbozу una de sus amplias sonrisas que dejу entrever todos los dientes.

—Muchas gracias —refunfuсй.

Sonriу otra vez, pero con esa sonrisa traviesa que yo amaba tanto.

—Volverй pronto —me prometiу.

Sus ojos volaron de nuevo al porche y entonces se inclinу para besarme rбpidamente justo debajo del borde de la mandнbula. El corazуn se me desbocу alocado y yo tambiйn echй una mirada al porche. El rostro de Billy ya no estaba tan impasible, y sus manos se aferraban a los brazos de la silla.

Pronto —remarquй, al abrir la puerta y saltar hacia la lluvia.

Podнa sentir sus ojos en mi espalda conforme me apresuraba hacia la tenue luz del porche.

—Hola, Billy. Hola, Jacob —los saludй con todo el entusiasmo del que fui capaz—. Charlie se ha marchado para todo el dнa, espero que no llevйis esperбndole mucho tiempo.

—No mucho —contestу Billy con tono apagado; sus ojos negros me traspasaron—. Solo querнamos traerle esto —seсalу la bolsa de papel marrуn que llevaba en el regazo.

—Gracias —le dije, aunque no tenнa idea de quй podнa ser—. їPor quй no entrбis un momento y os secбis?

Intentй mostrarme indiferente al intenso escrutinio de Billy mientras abrнa la puerta y les hacнa seсas para que me siguieran.

—Venga, dбmelo —le ofrecн mientras me giraba para cerrar la puerta y echar una ъltima mirada a Edward, que seguнa a la espera, completamente inmуvil y con aspecto solemne.

—Deberнas ponerlo en el frigorнfico —comentу Billy mientras me tendнa la bolsa—. Es pescado frito casero de Harry Clearwater, el favorito de Charlie. En el frigorнfico estarб mбs seco.

Billy se encogiу de hombros.

Gracias —repetн, aunque ahora lo agradecнa de corazуn—. Ando en busca de nuevas recetas para el pescado y seguro que traerб mбs esta noche a casa.

— їSe ha ido de pesca otra vez? —Preguntу Billy con un sutil destello en la mirada—. їAllн abajo, donde siempre? Quizб me acerque a saludarlo.

—No —mentн rбpidamente, endureciendo la expresiуn—. Se ha ido a un sitio nuevo..., y no tengo ni idea de dуnde estб.

Se percatу del cambio operado en mi expresiуn y se quedу pensativo.

—Jake —dijo sin dejar de observarme—. їPor quй no vas al coche y traes el nuevo cuadro de Rebecca? Se lo dejarй a Charlie tambiйn.

— їDуnde estб? —preguntу Jacob, con voz malhumorada.

Le mirй, pero tenнa la vista fija en el suelo, con gesto contrariado.

—Creo haberlo visto en el maletero, a lo mejor tienes que rebuscar un poco.

Jacob se encaminу hacia la lluvia arrastrando los pies.

Billy y yo nos encaramos en silencio. Despuйs de unos segundos, el silencio se hizo embarazoso, por lo que me dirigн hacia la cocina. Oн el chirrido de las ruedas mojadas de su silla mientras me seguнa.

Empujй la bolsa dentro del estante mбs alto del frigorнfico, ya atestado, y me di la vuelta para hacerle frente. Su rostro de rasgos marcados era inescrutable.

—Charlie no va a volver hasta dentro de un buen rato —espetй con tono casi grosero.

Billy asintiу con la cabeza, pero no dijo nada.

—Gracias otra vez por el pescado frito —repetн.

Continuу asintiendo, yo suspirй y crucй los brazos sobre el pecho. Pareciу darse cuenta de que yo habнa dado por finalizada nuestra pequeсa charla.

—Bella —comenzу, y luego dudу.

Esperй.

—Bella —volviу a decir—, Charlie es uno de mis mejores amigos.

—Sн.

—Me he dado cuenta de que estбs con uno de los Cullen.

Pronunciу cada palabra cuidadosamente, con su voz resonante.

—Sн —repetн de manera cortante.

Sus ojos se achicaron.

—Quizбs no sea asunto mнo, pero no creo que sea una buena idea.

—Llevas razуn, no es asunto tuyo.

Arqueу las cejas, que ya empezaban a encanecer.

—Tal vez lo ignores, pero la familia Cullen goza de mala reputaciуn en la reserva.

—La verdad es que estaba al tanto —le expliquй con voz seca; aquello le sorprendiу—. Sin embargo, esa reputaciуn podrнa ser inmerecida, їno? Que yo sepa, los Cullen nunca han puesto el pie en la reserva, їo sн?

Me percatй de que se detenнa en seco ante la escasa sutileza de mi alusiуn al acuerdo que vinculaba y protegнa a su tribu.

—Es cierto ——admitiу, mirбndome con prevenciуn—. Pareces, bien informada sobre los Cullen, mбs de lo que esperaba.

—Quizбs incluso mбs que tъ ——dije, mirбndole desde mi altura.

Frunciу los gruesos labios mientras lo encajaba.

—Podrнa ser —concediу, aunque un brillo de astucia iluminaba sus ojos—. їEstб Charlie tan bien informado?

Habнa encontrado el punto dйbil de mi defensa.

—A Charlie le gustan mucho los Cullen —me salн por la tangente, y йl percibiу con claridad mi movimiento evasivo. No parecнa muy satisfecho, pero tampoco sorprendido.

—O sea, que no es asunto mнo, pero quizбs sн de Charlie.

—Si creo que incumbe o no a mi padre, tambiйn es sуlo asunto mнo. їDe acuerdo?

Me preguntй si habrнa captado la idea a pesar de mis esfuerzos por embarullarlo todo y no decir nada comprometedor. Parecнa que sн. La lluvia repiqueteaba sobre el tejado, era el ъnico sonido que rompнa el silencio mientras Billy reflexionaba sobre el tema.

—Sн —se rindiу finalmente—. Imagino que es asunto tuyo.

—Gracias, Billy —suspirй aliviada.

—Piensa bien lo que haces, Bella —me urgiу.

—Vale —respondн con rapidez.

Volviу a fruncir el ceсo.

—Lo que querнa decir es que dejaras de hacer lo que haces.

Le mirй a los ojos, llenos de sincera preocupaciуn por mн, y no se me ocurriу ninguna contestaciуn. En ese preciso momento, la puerta se abriу de un fuerte golpe y me sobresaltй con el ruido.

A Jacob le precediу su voz quejumbrosa:

—No habнa ninguna pintura en el coche.

Apareciу por la esquina de la cocina con los hombros mojados por la lluvia y el cabello chorreante.

—Humm —gruсу Billy, separбndose de mн sъbitamente y girando la silla para encarar a su hijo—. Supongo que me lo dejй en casa.

—Estupendo.

Jacob levantу los ojos al cielo de forma teatral.

—Bueno, Bella, dile a Charlie... —Billy se detuvo antes de continuar—, que hemos pasado por aquн, їsн?

—Lo harй —murmurй.

Jacob estaba sorprendido.

— їPero nos vamos ya?

—Charlie va a llegar tarde —explicу Billy al tiempo que hacнa rodar las ruedas de la silla y sobrepasaba a Jacob.

—Vaya —Jacob parecнa molesto—. Bueno, entonces supongo que ya te verй otro dнa, Bella.

—Claro —afirmй.

—Ten cuidado —me advirtiу Billy; no le contestй.

Jacob ayudу a su padre a salir por la puerta. Les despedн con un ligero movimiento del brazo mientras contemplaba mi coche, ahora vacнo, con atenciуn. Cerrй la puerta antes de que desaparecieran de mi vista.

Permanecн de pie en la entrada durante un minuto, escuchando el sonido del coche mientras daba marcha atrбs y se alejaba. Me quedй allн, a la espera de que se me pasaran la irritaciуn y la angustia. Cuando al fin conseguн relajarme un poco, subн las escaleras para cambiarme la elegante ropa que me habнa puesto para salir.

Me probй un par de tops, no muy segura de quй debнa esperar de esta noche. Estaba tan concentrada en lo que ocurrirнa que lo que acababa de suceder perdiу todo interйs para mн. Ahora que me encontraba lejos de la influencia de Jasper y Edward intentй convencerme de que lo que habнa pasado no me debнa asustar. Desechй rбpidamente la idea de ponerme otro conjunto y elegн una vieja camisa de franela y unos vaqueros, ya que, de todos modos, llevarнa puesto el impermeable toda la noche.

Sonу el telйfono y echй a correr escaleras abajo para responder. Sуlo habнa una voz que querнa oнr; cualquier otra me molestarнa. Pero imaginй que si йl hubiera querido hablar conmigo, probablemente sуlo habrнa tenido que materializarse en mi habitaciуn.

— їDiga? —preguntй sin aliento.

— їBella? Soy yo —dijo Jessica.

—Ah, hola, Jess —luchй durante unos momentos para descender de nuevo a la realidad. Me parecнa que habнan pasado meses en vez de dнas desde la ъltima vez que hablй con ella—. їQuй tal te fue en el baile?

— ЎMe lo pasй genial! —parloteу Jessica, que, sin necesidad de mбs invitaciуn, se embarcу en una descripciуn pormenorizada de la noche pasada. Murmurй unos cuantos «humm» y «ah» en los momentos adecuados, pero me costaba concentrarme. Jessica, Mike, el baile y el instituto se me antojaban extraсamente irrelevantes en esos momentos. Mis ojos volvнan una y otra vez hacia la ventana, intentando juzgar el grado de luz real a travйs de las nubes espesas.

— їHas oнdo lo que te he dicho, Bella? —me preguntу Jess, irritada.

—Lo siento, їquй?

— ЎTe he dicho que Mike me besу! їTe lo puedes creer?

—Eso es estupendo, Jessica.

— їY quй hiciste ayer? —me desafiу Jessica, todavнa molesta por mi falta de atenciуn. O quizбs estaba enfadada porque no le habнa preguntado por los detalles.

—No mucho, la verdad. Sуlo di un garbeo por ahн para disfrutar del sol.

Oн entrar el coche de Charlie en el garaje.

—Oye, їy has sabido algo de Edward Cullen?

La puerta principal se cerrу de un portazo y escuchй a Charlie avanzar dando tropezones cerca de las escaleras, mientras guardaba el aparejo de pesca.

—Humm —dudй, sin saber quй mбs contarle.

— ЎHola, cielo!, їestбs ahн? —me saludу Charlie al entrar en la cocina. Le devolvн el saludo por seсas.

Jess oyу su voz.

—Ah, vaya, ha llegado tu padre. No importa, hablamos maсana. Nos vemos en Trigonometrнa.

—Nos vemos, jess —le respondн yluego colguй.

—Hola, papб —dije mientras йl se lavaba las manos en el fregadero—. їQuй tal te ha ido la pesca?

—Bien, he metido el pescado en el congelador.

—Voy a sacar un poco antes de que se congele. Billy trajo pescado frito del de Harry Clearwater esta tarde —hice un esfuerzo por sonar alegre.

—Ah, їeso hizo? —los ojos de Charlie se iluminaron—. Es mi favorito.

Se lavу mientras yo preparaba la cena. No tardamos mucho en sentarnos a la mesa y cenar en silencio. Charlie disfrutaba de su comida, y entretanto yo me preguntaba desesperadamente cуmo cumplir mi misiуn, esforzбndome por hallar la manera de abordar el tema.

— їQuй has hecho hoy? —me preguntу, sacбndome bruscamente de mi ensoсaciуn.

—Bueno, esta tarde anduve de aquн para allб por la casa —en realidad, sуlo habнa sido la ъltima parte de la tarde. Intentй mantener mi voz animada, pero sentнa un vacнo en el estуmago—. Y esta maсana me pasй por casa de los Cullen.

Charlie dejу caer el tenedor.

— їLa casa del doctor Cullen? —inquiriу atуnito.

Hice como que no me habнa dado cuenta de su reacciуn.

— їA quй fuiste allн? Aъn no habнa levantado su tenedor.

—Bueno, tenнa una especie de cita con Edward Cullen esta noche, y йl querнa presentarme a sus padres... їPapб? Parecнa como si Charlie estuviera sufriendo un aneurisma. —Papб, їestбs bien? —Estбs saliendo con Edward Cullen —tronу.

—Pensaba que te gustaban los Cullen.

—Es demasiado mayor para ti —empezу a despotricar.

—Los dos vamos al instituto —le corregн, aunque desde luego llevaba mбs razуn de la que hubiera podido soсar.

—Espera... —hizo una pausa—. їCuбl de ellos es Edwin?

Edward es el mбs joven, el de pelo cobrizo.

El mбs hermoso, el mбs divino..., pensй en mi fuero interno.

—Ah, ya, eso estб... —se debatнa— mejor. No me gusta la pinta del grandote. Seguro que serб un buen chico y todo eso, pero parece demasiado... maduro para ti. їY este Edwin es tu novio?

—Se llama Edward, papб.

— їY lo es?

—Algo asн, supongo.

—Pues la otra noche me dijiste que no te interesaba ningъn chico del pueblo —al verle tomar de nuevo el tenedor empecй a pensar que habнa pasado lo peor.

—Bueno, Edward no vive en el pueblo, papб.

Me mirу con displicencia mientras masticaba.

—Y de todos modos —continuй—, estamos empezando todavнa, ya sabes. No me hagas pasar un mal rato con todo ese sermуn sobre novios y tal, їvale?

— їCuбndo vendrб a recogerte?

—Llegarб dentro de unos minutos.

— їAdonde te va a llevar?

—Espero que te vayas olvidando ya de comportarte como un inquisidor, їvale? —Gruсн en voz alta—. Vamos a jugar al bйisbol con su familia.

Arrugу la cara y luego, finalmente, rompiу a reнr entre dientes.

— їQue vas a jugar al bйisbol?

—Bueno, mбs bien creo que voy a mirar la mayor parte del tiempo.

—Pues sн que tiene que gustarte ese chico —comentу mientras me miraba con gesto de sospecha.

Suspirй y puse los ojos en blanco para que me dejara en paz.

Escuchй el rugido de un motor, y luego lo sentн detenerse justo en frente de la casa. Peguй un salto en la silla y empecй a fregar los platos.

—Deja los platos, ya los lavarй yo luego. Me tienes demasiado mimado.

Sonу el timbre y Charlie se dirigiу a abrir la puerta; le seguн a un paso.

No me habнa dado cuenta de que fuera caнan chuzos de punta. Edward estaba de pie, aureolado por la luz del porche, con el mismo aspecto de un modelo en un anuncio de impermeables.

—Entra, Edward.

Respirй aliviada al ver que Charlie no se habнa equivocado con el nombre.

—Gracias, jefe Swan —dijo йl con voz respetuosa.

—Entra y llбmame Charlie. Ven, dame la cazadora.

—Gracias, seсor.

—Siйntate aquн, Edward.

Hice una mueca.

Edward se sentу con un бgil movimiento en la ъnica silla que habнa, obligбndome a sentarme al lado del jefe Swan en el sofб. Le lancй una mirada envenenada y йl me guiсу un ojo a espaldas de Charlie.

—Tengo entendido que vas a llevar a mi niсa a ver un partido de bйisbol.

El que llueva a cбntaros y esto no sea ningъn impedimento para hacer deporte al aire libre sуlo ocurre aquн, en Washington.

—Sн, seсor, йsa es la idea —no pareciу sorprendido de que le hubiera contado a mi padre la verdad. Aunque tambiйn podrнa haber estado escuchando, claro.

—Bueno, eso es llevarla a tu terreno, supongo їno?

Charlie riу y Edward se uniу a йl.

—Estupendo —me levantй—. Ya basta de bromitas a mi costa. Vamonos.

Volvн al recibidor y me puse la cazadora. Ellos me siguieron.

—No vuelvas demasiado tarde, Bella.

—No se preocupe Charlie, la traerй temprano —prometiу Edward.

—Cuidarбs de mi niсa, їverdad?

Refunfuсй, pero me ignoraron.

—Le prometo que estarб a salvo conmigo, seсor.

Charlie no pudo cuestionar la sinceridad de Edward, ya que cada palabra quedaba impregnada de ella.

Salн enfadada. Ambos rieron y Edward me siguiу.

Me parй en seco en el porche. Allн, detrбs de mi coche, habнa un Jeep gigantesco. Las llantas me llegaban por encima de la cintura, protectores metбlicos recubrнan las luces traseras y delanteras, ademбs de llevar cuatro enormes faros antiniebla sujetos al guardabarros. El techo era de color rojo brillante.

Charlie dejу escapar un silbido por lo bajo.

—Poneos los cinturones —advirtiу.

Edward me siguiу hasta la puerta del copiloto y la abriу. Calculй la distancia hasta el asiento y me preparй para saltar. Edward suspirу y me alzу con una sola mano. Esperaba que Charlie no se hubiera dado cuenta.

Mientras regresaba al lado del conductor, a un paso normal, humano, intentй ponerme el cinturуn, pero habнa demasiadas hebillas.

— їQuй es todo esto? —le preguntй cuando abriу la puerta.

—Un arnйs para conducir campo a traviesa.

—Oh, oh.

Intentй encontrar los sitios donde se tenнan que enganchar todas aquellas hebillas, pero iba demasiado despacio. Edward volviу a suspirar y se puso a ayudarme. Me alegraba de que la lluvia fuera tan espesa como para que Charlie no pudiera ver nada con claridad desde el porche. Eso querнa decir que no estaba dбndose cuenta de cуmo las manos de Edward se deslizaban por mi cuello, acariciando mi nuca. Dejй de intentar ayudarle y me concentrй en no hiperventilar.

Edward girу la llave y el motor arrancу; al fin nos alejamos de la casa.

—Esto es... humm... ЎVaya pedazo de Jeep que tienes!

—Es de Emmett. Supuse que no te apetecerнa correr todo el camino.

— їDуnde guardбis este tanque?

—Hemos remodelado uno de los edificios exteriores para convertirlo en garaje.

— їNo te vas a poner el cinturуn?

Me lanzу una mirada incrйdula.

Entonces caн en la cuenta del significado de sus palabras.

— їCorrer todo el camino? O sea, їque una parte sн la vamos a hacer corriendo?

Mi voz se elevу varias octavas y йl sonriу ampliamente.

—No serбs tъ quien corra.

—Me voy a marear.

—Si cierras los ojos, seguro que estarбs bien.

Me mordн el labio, intentando luchar contra el pбnico.

Se inclinу para besarme la coronilla y entonces gimiу. Le mirй sorprendida.

—Hueles deliciosamente a lluvia —comentу.

—Pero, їbien o mal? —preguntй con precauciуn.

—De las dos maneras —suspirу—. Siempre de las dos maneras.

Entre la penumbra y el diluvio, no sй cуmo encontrу el camino, pero de algъn modo llegamos a una carretera secundaria, con mбs aspecto de un camino forestal que de carretera. La conversaciуn resultу imposible durante un buen rato, dado que yo iba rebotando arriba y abajo en el asiento como un martillo pilуn. Sin embargo, Edward parecнa disfrutar del paseo, ya que no dejу de sonreнr en ningъn momento.

Y entonces fue cuando llegamos al final de la carretera; los бrboles formaban grandes muros verdes en tres de los cuatro costados del Jeep. La lluvia se habнa convertido en llovizna poco a poco y el cielo brillante asomaba entre las nubes.

—Lo siento, Bella, pero desde aquн tenemos que ir a pie.

— їSabes quй? Que casi mejor te espero aquн.

—Pero їquй le ha pasado a tu coraje? Estuviste estupenda esta maсana.

—Todavнa no se me ha olvidado la ъltima vez.

Parecнa increнble que aquello sуlo hubiera sucedido ayer. Se acercу tan rбpidamente a mi lado del coche que apenas pude apreciar una imagen borrosa. Empezу a desatarme el arnйs.

—Ya los suelto yo; tъ, vete —protestй en vano.

—Humm... —parecнa meditar mientras terminaba rбpidamente—. Me parece que voy a tener que forzar un poco la memoria.

Antes de que pudiera reaccionar, me sacу del Jeep y me puso de pie en el suelo. Habнa ahora apenas un poco de niebla; parecнa que Alice iba a tener razуn.

— їForzar mi memoria? їCуmo? —preguntй nerviosamente.

—Algo como esto —me mirу intensamente, pero con cautela, aunque habнa una chispa de humor en el fondo de sus ojos.

Apoyу las manos sobre el Jeep, una a cada lado de mi cabeza, y se inclinу, obligбndome a permanecer aplastada contra la puerta. Se inclinу mбs aъn, con el rostro a escasos centнmetros del mнo, sin espacio para escaparme.

—Ahora, dime —respirу y fue entonces cuando su efluvio desorganizу todos mis procesos mentales—, їquй es exactamente lo que te preocupa?

—Esto, bueno... estamparme contra un бrbol y morir —traguй saliva—. Ah, y marearme.

Reprimiу una sonrisa. Luego, inclinу la cabeza y rozу suavemente con sus frнos labios el hueco en la base de mi garganta.

— їSigues preocupada? —murmurу contra mi piel.

— їSн? —luchй para concentrarme—. Me preocupa terminar estampada en los бrboles y el mareo.

Su nariz trazу una lнnea sobre la piel de mi garganta hasta el borde de la barbilla. Su aliento frнo me cosquilleaba la piel.

— їY ahora? —susurraron sus labios contra mi mandнbula.

—Бrboles —aspirй aire—. Movimiento, mareo.

Levantу la cabeza para besarme los pбrpados.

—Bella, en realidad, no crees que te vayas a estampar contra un бrbol, їa que no?

—No, aunque podrнa —repuse sin mucha confianza. Йl ya olнa una victoria fбcil.

Me besу, descendiendo despacio por la mejilla hasta detenerse en la comisura de mis labios.

— їCrees que dejarнa que te hiriera un бrbol?

Sus labios rozaron levemente mi tembloroso labio inferior.

—No —respirй. Tenнa que haber en mi defensa algo eficaz, pero no conseguнa recordarlo.

—Ya ves —sus labios entreabiertos se movнan contra los mнos—. No hay nada de lo que tengas que asustarte, їa que no?

—No —suspirй, rindiйndome.

Entonces tomу mi cara entre sus manos, casi con rudeza y me besу en serio, moviendo sus labios insistentes contra los mнos.

Realmente no habнa excusa para mi comportamiento. Ahora lo veo mбs claro, como es lуgico. De cualquier modo, parecнa que no podнa dejar de comportarme exactamente como lo hice la primera vez. En vez de quedarme quieta, a salvo, mis brazos se alzaron para enroscarse apretadamente alrededor de su cuello y me quedй de pronto soldada a su cuerpo, duro como la piedra. Suspirй y mis labios se entreabrieron.

Se tambaleу hacia atrбs, deshaciendo mi abrazo sin esfuerzo.

— ЎMaldita sea, Bella! —se desasiу jadeando—. ЎEres mi perdiciуn, te juro que lo eres!

Me acuclillй, rodeбndome las rodillas con los brazos, buscando apoyo.

—Eres indestructible —mascullй, intentando recuperar el aliento.

—Eso creнa antes de conocerte. Ahora serб mejor que salgamos de aquн rбpido antes de que cometa alguna estupidez de verdad —gruсу.

Me arrojу sobre su espalda como hizo la otra vez y vi el tremendo esfuerzo que hacнa para comportarse dulcemente. Enrosquй mis piernas en su cintura y busquй seguridad al sujetarme a su cuello con un abrazo casi estrangulador.

—No te olvides de cerrar los ojos —me advirtiу severamente.

Hundн la cabeza entre sus omуplatos, por debajo de mi brazo, y cerrй con fuerza los ojos.

No podнa decir realmente si nos movнamos o no. Sentнa la sensaciуn del vuelo a lo largo de mi cuerpo, pero el movimiento era tan suave que igual hubiйramos podido estar dando un paseo por la acera. Estuve tentada de echar un vistazo, sуlo para comprobar si estбbamos volando de verdad a travйs del bosque igual que antes, pero me resistн. No merecнa la pena ganarme un mareo tremendo. Me contentй con sentir su respiraciуn acompasada.


Дата добавления: 2015-10-30; просмотров: 128 | Нарушение авторских прав


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