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El juego del escondite 4 страница

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Jacob rehuyу mi mirada. Ni siquiera nos molestбbamos ya en seguir el compбs de la mъsica, aunque sus manos seguнan en mi cintura y yo tenнa las mнas en sus hombros.

—Mira, Jacob, sй que probablemente Billy no se lo va a creer, pero quiero que al menos tъ lo sepas —me mirу ahora, notando la nueva seriedad que destilaba mi voz—. En realidad, Edward me salvу la vida. Hubiera muerto de no ser por йl y por su padre.

—Lo sй —asegurу.

Parecнa que la sinceridad de mis palabras le habнa convencido en parte y, despuйs de todo, tal vez Jacob consiguiera convencer a su padre, al menos en ese punto.

—Jake, escucha, lamento que hayas tenido que hacer esto —me disculpй—. En cualquier caso, ya has cumplido con tu tarea, їde acuerdo?

—Sн —musitу. Seguнa teniendo un aspecto incуmodo y enfadado.

— їHay mбs? —preguntй con incredulidad.

—Olvнdalo —mascullу—. Conseguirй un trabajo y ahorrarй el dinero por mis propios medios.

Clavй los ojos en йl hasta que nuestras miradas se encontraron. —Suйltalo y ya estб, Jacob.

—Es bastante desagradable.

—No te preocupes. Dнmelo —insistн.

—Vale... Pero, ostras, es que suena tan mal... —moviу la cabeza—. Me pidiу que te dijera, pero no que te advirtiera... —levantу una mano de mi cintura y dibujу en el aire unas comillas—: «Estaremos vigilando». El plural es suyo, no mнo.

Aguardу mi reacciуn con aspecto circunspecto.

Se parecнa tanto a la frase de una pelнcula de mafiosos que me echй a reнr.

—Siento que hayas tenido que hacer esto, Jake.

Me reн con disimulo.

—No me ha importado demasiado —sonriу aliviado mientras evaluaba con la mirada mi vestido—. Entonces, їle puedo decir que me has contestado que deje de meterse en tus asuntos de una vez? —preguntу esperanzado.

—No —suspirй—. Agradйceselo de mi parte. Sй que lo hace por mi bien.

La canciуn terminу y bajй los brazos.

Sus manos dudaron un momento en mi cintura y luego mirу a mi pierna inъtil.

— їQuieres bailar otra vez, o te llevo a algъn lado?

—No es necesario, Jacob —respondiу Edward por mн—. Yo me hago cargo.

Jacob se sobresaltу y mirу con los ojos como platos a Edward, que estaba justo a nuestro lado.

—Eh, no te he oнdo llegar —mascullу—. Espero verte por ahн, Bella —dio un paso atrбs y saludу con la mano de mala gana.

Sonreн.

—Claro, nos vemos luego.

—Lo siento —aсadiу antes de darse la vuelta y encaminarse hacia la puerta.

Los brazos de Edward me tomaron por la cintura en cuanto empezу la siguiente canciуn. Parecнa de un ritmo algo rбpido para bailar lento, pero a йl no pareciу importarle. Descansй la cabeza sobre su pecho, satisfecha.

— їTe sientes mejor? —le tomй el pelo.

—No del todo —comentу con parquedad.

—No te enfades con Billy —suspirй—. Se preocupa por mн sуlo por el bien de Charlie. No es nada personal.

—No estoy enfadado con Billy —me corrigiу con voz cortante—, pero su hijo me irrita.

Echй la cabeza hacia atrбs para mirarle. Estaba muy serio.

— їPor quй?

—En primer lugar, me ha hecho romper mi promesa.

Le mirй confundida, y йl esbozу una media sonrisa cuando me explicу:

—Te prometн que esta noche estarнa contigo en todo momento.

—Ah. Bueno, quedas perdonado.

—Gracias —Edward frunciу el ceсo—. Pero hay algo mбs.

Esperй pacientemente.

—Te llamу guapa —prosiguiу al fin, acentuando mбs el ceсo fruncido—. Y eso es prбcticamente un insulto con el aspecto que tienes hoy. Eres mucho mбs que hermosa.

Me reн.

—Tu punto de vista es un poco parcial.

—No lo creo. Ademбs, tengo una vista excelente.

Continuamos dando vueltas en la pista. Llevaba mis pies con los suyos y me estrechaba cerca de йl.

— їVas a explicarme ya el motivo de todo esto? —le preguntй.

Me buscу con la mirada y me contemplу confundido. Yo lancй una significativa mirada hacia las guirnaldas de papel.

Se detuvo a considerarlo durante un instante y luego cambiу de direcciуn. Me condujo a travйs del gentнo hacia la puerta trasera del gimnasio. De soslayo, vi bailar a Mike y Jessica, que me miraban con curiosidad. Jessica me saludу con la mano y de inmediato le respondн con una sonrisa. Бngela tambiйn se encontraba allн, en los brazos del pequeсo Ben Cheney; parecнa dichosa y feliz sin levantar la vista de los ojos de йl, era una cabeza mбs bajo que ella. Lee y Samantha, Lauren, acompaсada por Conner, tambiйn nos miraron. Era capaz de recordar los nombres de todos aquellos que pasaban delante de mн a una velocidad de vйrtigo. De pronto, nos encontramos fuera del gimnasio, a la suave y fresca luz de un crepъsculo mortecino.

Me tomу en brazos en cuanto estuvimos a solas. Atravesamos el umbrнo jardнn sin detenernos hasta llegar a un banco debajo de los madroсos. Se sentу allн, acunбndome contra su pecho. Visible a travйs de las vaporosas nubes, la luna lucнa ya en lo alto e iluminaba con su nнvea luz el rostro de Edward. Sus facciones eran severas y tenнa los ojos turbados.

— їQuй te preocupa? —le interrumpн con suavidad.

Me ignorу sin apartar los ojos de la luna.

—El crepъsculo, otra vez —murmurу—. Otro final. No importa lo perfecto que sea el dнa, siempre ha de acabar.

—Algunas cosas no tienen por quй terminar —musitй entre dientes, de repente tensa.

Suspirу.

—Te he traнdo al baile —dijo arrastrando las palabras y contestando finalmente a mi pregunta—, porque no deseo que te pierdas nada, ni que mi presencia te prive de nada si estб en mi mano. Quiero que seas humana, que tu vida continъe como lo habrнa hecho si yo hubiera muerto en 1918, tal y como deberнa haber sucedido.

Me estremecн al oнr sus palabras y luego sacudн la cabeza con enojo.

— їY en quй extraсa dimensiуn paralela habrнa asistido al baile alguna vez por mi propia voluntad? Si no fueras cien veces mбs fuerte que yo, nunca habrнas conseguido traerme.

Esbozу una amplia sonrisa, pero la alegrнa de esa sonrisa no llegу a los ojos.

—Tъ misma has reconocido que no ha sido tan malo.

—Porque estaba contigo.

Permanecimos inmуviles durante un minuto. Edward contemplaba la luna, y yo a йl. Deseaba encontrar la forma de explicarle quй poco interйs tenнa yo en llevar un vida humana normal.

— їMe contestarбs si te pregunto algo? —inquiriу, mirбndome con una sonrisa suave.

— їNo lo hago siempre?

—Promйteme que lo harбs —insistiу, sonriente.

—De acuerdo —supe que iba a arrepentirme muy pronto.

—Parecнas realmente sorprendida cuando te diste cuenta de que te traнa aquн —comenzу.

—Lo estaba —le interrumpн.

—Exacto —admitiу—, pero algo tendrнas que suponer. Siento curiosidad... їPara quй pensaste que nos vestнamos de esta forma?

Sн, me arrepentн de inmediato. Fruncн los labios, dubitativa.

—No quiero decнrtelo.

—Lo has prometido —objetу.

—Lo sй.

— їCuбl es el problema?

Me di cuenta de que йl creнa que lo que me impedнa hablar era simplemente la vergьenza.

—Creo que te vas a enfadar o entristecer.

Enarcу las cejas mientras lo consideraba.

—De todos modos, quiero saberlo. Por favor.

Suspirй. Йl aguardaba mi contestaciуn.

—Bueno, supuse que iba a ser una especie de... ocasiуn especial. Ni se me pasу por la cabeza que fuera algo tan humano y comъn como... Ўun baile de fin de curso! —me burlй.

— їHumano? —preguntу cansinamente.

Habнa captado la palabra clave a la primera. Observй mi vestido mientras jugueteaba nerviosamente con un hilo suelto de gasa. Edward esperу en silencio mi respuesta.

—De acuerdo —confesй atropelladamente—, albergaba la esperanza de que tal vez hubieras cambiado de idea y que, despuйs de todo, me transformaras.

Una decena de sentimientos encontrados recorrieron su rostro. Reconocн algunos, como la ira y el dolor, y, despuйs de que se hubo serenado, la expresiуn de sus facciones pareciу divertida.

—Pensaste que serнa una ocasiуn para vestirse de tiros largos, їa que sн? —se burlу, tocando la solapa de la chaqueta de su traje de etiqueta.

Torcн el gesto para ocultar mi vergьenza.

—No sй cуmo van esas cosas; al menos, a mн me parecнa mбs racional que un baile de fin de curso —Edward seguнa sonriendo—. No es divertido —le asegurй.

—No, tienes razуn, no lo es —admitiу mientras se desvanecнa su sonrisa—. De todos modos, prefiero tomбrmelo como una broma antes que pensar que lo dices en serio.

—Lo digo en serio.

Suspirу profundamente.

—Lo sй. їY eso es lo que deseas de verdad?

La pena habнa vuelto a sus ojos. Me mordн el labio y asentн.

—De modo que estбs preparada para que esto sea el final, el crepъsculo de tu existencia aunque apenas si has comenzado a vivir —musitу, hablando casi para sн mismo—. Estбs dispuesta a abandonarlo todo.

—No es el final, sino el comienzo —le contradije casi sin aliento.

—No lo merezco —dijo con tristeza.

— їRecuerdas cuando me dijiste que no me percibнa a mн misma de forma realista? —le preguntй, arqueando las cejas—. Obviamente, tъ padeces de la misma ceguera.

—Lo sй.

Suspirй.

De repente, su voluble estado de бnimo cambiу. Frunciу los labios y me estudiу con la mirada. Examinу mi rostro durante mucho tiempo.

— їEstбs preparada, entonces? —me preguntу.

—Esto... —traguй saliva—. їYa?

Sonriу e inclinу despacio la cabeza hasta rozar mi piel debajo de la mandнbula con sus frнos labios.

— їAhora, ya? —susurrу al tiempo que exhalaba su aliento frнo sobre mi cuello. Me estremecн de forma involuntaria.

—Sн —contestй en un susurro para que no se me quebrara la voz.

Edward se iba a llevar un chasco si pensaba que me estaba tirando un farol. Ya habнa tomado mi decisiуn, estaba segura. No me importaba que mi cuerpo fuera tan rнgido como una tabla, que mis manos se transformaran en puсos y mi respiraciуn se volviera irregular... Se riу de forma enigmбtica y se irguiу con gesto de verdadera desaprobaciуn.

—No te puedes haber creнdo de verdad que me iba a rendir tan fбcilmente —dijo con un punto de amargura en su tono burlуn.

—Una chica tiene derecho a soсar.

Enarcу las cejas.

— їSueсas con convertirte en un monstruo?

—No exactamente —repliquй. Fruncн el ceсo ante la palabra que habнa escogido. En verdad, era eso, un monstruo—. Mбs bien sueсo con poder estar contigo para siempre.

Su expresiуn se alterу, mбs suave y triste a causa del sutil dolor que impregnaba mi voz.

—Bella —sus dedos recorrieron con ligereza el contorno de mis labios—. Yo voy a estar contigo..., їno basta con eso?

Edward puso las yemas de los dedos sobre mis labios, que esbozaron una sonrisa.

—Basta por ahora.

Torciу el gesto ante mi tenacidad. Esta noche ninguno de los dos parecнa darse por vencido. Espirу con tal fuerza que casi pareciу un gruсido.

Le acariciй el rostro y le dije:

—Mira, te quiero mбs que a nada en el mundo. їNo te basta eso?

—Sн, es suficiente —contestу, sonriendo—. Suficiente para siempre.

Y se inclinу para presionar una vez mбs sus labios frнos contra mi garganta.

 


Дата добавления: 2015-10-30; просмотров: 109 | Нарушение авторских прав


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