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Capítulo 42

Читайте также:
  1. Capítulo 1
  2. Capítulo 1
  3. Capítulo 1
  4. CAPÍTULO 1
  5. Capítulo 1
  6. Capítulo 1 1 страница
  7. Capítulo 1 5 страница

Apreciadas Rosie y Katie Dunne:

El Hospital St Jude os desea felices fiestas.

Mi esposa, mis dos hijos y yo esperamos que el año que viene os depare buena salud y felicidad.

Feliz Navidad y próspero Año Nuevo de parte de los Stewart.

Doctor Alex Stewart

 

Para el doctor Alex Stewart

Que el año nuevo os traiga salud, riqueza y felicidad a ti y a tu familia.

Con los mejores deseos,

Rosie Dunne

 

Tiene un mensaje instantáneo de: ALEX

Alex: Esta mañana he recibido tu tarjeta.

Rosie: ¡Caramba! ¿Estás hablando conmigo?

Alex: Ya ha pasado demasiado tiempo. Uno de los dos tenía que ser lo bastante adulto como para restablecer el contacto. Recuerda que no fui yo quien empezó esto.

Rosie: Sí que fuiste tú.

Alex: No, Rosie, no fui yo.

Rosie: ¡Sí que fuiste tú!

Alex: ¡Venga, por favor! El año pasado te dije que Bethany estaba embarazada, momento en que te pusiste hecha una fiera. Y, para que lo sepas, le pedí que se casara conmigo una noche antes de que fuéramos a la entrega de premios. Bethany dijo que sí y, con el entusiasmo lógico en estos casos, se lo comunicó a sus padres en la mesa (tal como hubiese hecho cualquier persona normal). Concedieron el premio a su padre y durante el discurso anunció que su hija acababa de comprometerse (con el orgullo normal de cualquier padre que acaba de enterarse de que su hija va a casarse).

Había periodistas; fueron a sus despachos e informaron sobre la velada a tiempo para que la noticia saliera en los periódicos del día siguiente. Yo salí a celebrar mi compromiso con mi prometida y su familia. Llegué a casa tarde y al día siguiente me despertaron las llamadas de mi familia preguntando por qué diablos no les había dicho que iba a casarme. Mi bandeja de entrada estaba llena de e-mails de amigos desconcertados y me disponía a contestarlos cuando recibí tu mensaje.

Así que de todos modos os envié invitaciones a Katie y a ti, pensando que aunque desaprobaras mi decisión y te inventaras historias patéticas sobre los motivos por los que me casaba con ella, quizá te comportarías como la amiga que declarabas ser y asistirías a mi boda para brindarme tu apoyo.

De modo que pido disculpas por la última tarjeta que has recibido; tu nombre estaba en mi lista de direcciones pero esa tarjeta en concreto iba dirigida a mis pacientes, no a ti.

Rosie: Espera un momento, ¡yo no recibí ninguna invitación!

Alex: ¿Qué?

Rosie: Que no recibí invitación a tu boda. Llegó una para Katie, eso sí, pero para mí no. Y Katie no podía ir sola con sólo trece años y sin tener dónde alojarse. Y yo no podía acompañarla porque, la verdad, no podía permitirme...

Alex: ¡Para! Déjame pensar un momento. ¿No recibiste invitación a la boda?

Rosie: No. Sólo una para Katie.

Alex: ¿Y tus padres?

Rosie: Sí, recibieron una, pero no pudieron ir porque fueron a pasar la Navidad a París con Steph y...

Alex: ¡Vale! ¿Y la tuya no llegaría a su casa por casualidad?

Rosie: No.

Alex: Pero mis padres... ¿no te dijeron nada?

Rosie: Me dijeron que les encantaría que fuera, pero las invitaciones no eran cosa suya, Alex. Y tú en ningún momento me pediste que fuera.

Alex: Pero si estabas en la lista. Hasta vi tu invitación encima de la mesa de la cocina.

Rosie: Oh.

Alex: ¿Qué ocurriría?

Rosie: ¡A mí no me preguntes! ¡Ni siquiera sabía que hubiese una invitación para mí! ¿Quién las envió?

Alex: Bethany y la organizadora de la boda.

Rosie: Hmmm... Bien, pues entre el momento en que Bethany salió a echarlas al correo y el momento en que los sobres entraron por la boca del buzón, algo le ocurrió a mi invitación.

Alex: No empieces, Rosie. No fue Bethany. Tiene cosas mejores que hacer con su tiempo que urdir planes para librarse de ti.

Rosie: ¿Como almorzar con señoras?

Alex: Basta.

Rosie: Bueno, estoy pasmada.

Alex: ¿Y todo este tiempo has pensado que yo no quería que fueras a mi boda?

Rosie: Sí.

Alex: Pero ¿por qué no dijiste nada? Un año entero ¿y no has dicho nada? ¡Si no me hubieses invitado a tu boda, al menos habría dicho algo!

Rosie: Perdona, pero ¿por qué no me preguntaste por qué no fui? Si te hubiese invitado a mi boda y no te hubieras presentado, creo que al menos habría dicho algo.

Alex: Estaba enfadado.

Rosie: Yo también.

Alex: Aún estoy enfadado por las cosas que dijiste.

Rosie: Contéstame una pregunta, Alex. ¿Me dijiste o no me dijiste pocos meses antes de casarte que Bethany no era «la mujer» para ti y que no la amabas?

Alex: Sí, pero...

Rosie: ¿Y habías decidido o no habías decidido romper con ella justo antes de que te dijera que estaba embarazada?

Alex: Sí, pero...

Rosie: ¿Y estabas o no estabas preocupado por tu trabajo cuando te negaste a casarte con Bethany?

Alex: Sí, pero...

Rosie: ¿Y estabas o no estabas...

Alex: Para, Rosie. Puede que todo esto sea verdad, pero había que sumarle que yo quería formar parte de la vida de Bethany y Theo.

Rosie: Pues si en efecto me invitaste a tu boda y llevaba parte de razón en lo que dije, ¿por qué nos hemos pasado un año entero sin hablar?

Alex: Ahora mismo lo que quiero saber es adónde demonios fue a parar tu invitación. La organizadora de la boda lo tenía todo controlado. A no ser que fuera...

Rosie: ¿Quién?

Alex: No quién, sino qué...

Rosie: Pues, ¿qué?

Alex: El Jack Russell llamado Jack Russell. La próxima vez que lo vea voy a retorcerle el pescuezo.

Rosie: No podrás.

Alex: Puedo hacer lo que quiera con ese chucho robacartas...

Rosie: Está muerto. El cartero le arreó patadas en el vientre varias mañanas seguidas sin querer (soy testigo) y una mañana lo consiguió: Jack dejó de moverse.

Alex: No me da ninguna pena.

Rosie: A mí sí, Alex.

Alex: A mí también. ¿Amigos de nuevo?

Rosie: Nunca he dejado de ser tu amiga.

Alex: Yo tampoco. Bueno, por desgracia tengo que dejarte porque mi bebé se está tirando el desayuno por la cabeza y haciéndose friegas en el cuero cabelludo con una cara de pura concentración. Me temo que es hora de cambiar pañales otra vez.

 

Para nuestra preciosa hija

Te queremos con todo el corazón. Empieza un nuevo año.

¡Feliz cumpleaños, Rosie!

Suerte con tus exámenes en junio. Tenemos los dedos cruzados.

Te quieren,

Papá y mamá

 

Para mi hermana

¡Por fin me estás alcanzando, Rosie, cosa que me alegra mucho porque no quiero ser la única que esté a punto de cumplir los cuarenta! Suerte con los exámenes. Tienes dos meses para aprenderlo todo: puedes hacerlo. ¡Seguro que serán coser y cantar!

Feliz cumpleaños.

Besos,

Stephanie, Pierre, Jean-Louis y Sophia

 

Feliz cumpleaños, mamá.

Espero que te guste el regalo. ¡Si no te va bien, me lo quedaré yo!

Besos,

Katie

 

Para una amiga especial

Felices treinta y cinco, Rosie. Estoy trabajando en un nuevo experimento para ralentizar el tiempo. ¿Tienes ganas de apuntarte? Disfruta de tu día. ¡Hasta pronto! Alex

 

Para Rosie

Feliz cumpleaños de nuevo. Después de esta celebración se acabaron las distracciones. Tienes que aprobar los exámenes con sobresalientes. Tienes capacidad para hacerlo y eres mi única esperanza para salir de aquí. Todavía sueño con ese empleo como animadora en tu hotel de lujo.

Besos, Ruby

 

Tiene un mensaje instantáneo de: ROSIE

Rosie: Dieciséis. ¡Mi angelito cumple dieciséis! ¿Qué demonios tengo que hacer ahora? ¿Dónde está el manual de instrucciones?

Ruby: Tampoco es que ayer tuviera dos años, ¿sabes? Has tenido un total de..., veamos..., dieciséis años para prepararte. No tendrías que estar tan impresionada.

Rosie: Ruby, bruja desalmada, ¿es que no sientes nada? ¿Eres insensible a las emociones? ¿Qué sentiste cuando Gary cumplió los dieciséis?

Ruby: Lo que pasa es que veo las cosas de otra manera. No me quitan el sueño la edad y los cumpleaños: para mí sólo son un día más. No significan nada más que un puñado de definiciones y generalizaciones que la gente se ha inventado para tener tema de conversación, y hacer debates y charlas en televisión. Por ejemplo, Katie no va a descarrilarse porque de repente una mañana se despierte y tenga dieciséis años. La gente hace lo que le viene en gana a la edad que le apetece. El mes pasado tenías treinta y cinco. Eso significa que te faltan cinco para cumplir cuarenta. ¿Piensas que el día que cumplas cuarenta serás diferente a como eras a los treinta y nueve o a como serás a los cuarenta y uno? La gente se inventa cosas sobre las edades para poder escribir ridículos libros de autoayuda, imprimir sandeces en tarjetas de felicitación, poner nombres a los foros de chateo de internet y tener excusas para las crisis que sufren en la vida.

Por ejemplo, la tan cacareada «crisis de la edad madura» de los hombres no es más que un montaje publicitario. La edad no es el problema. El problema es el cerebro del macho. Los hombres han puesto los cuernos desde que eran simios (inserta tu propia broma aquí), desde la edad de piedra (y también aquí) hasta la actualidad, edad en que se supone que vive el hombre civilizado. Se debe simplemente al modo en que fueron hechos; La edad no es la cuestión.

Tu hija seguirá siendo tu hija hasta que en un momento dado tenga su propio hijo. No te preocupes por eso.

Rosie: No quiero que mi niña tenga un niño hasta que sea mayor, esté casada y tenga dinero. O sea, cuando pienso en las cosas que hice cuando cumplí dieciséis años... En realidad, no recuerdo exactamente qué hice.

Ruby: ¿Por qué?

Rosie: Porque me porté de una forma infantil y estúpida.

Ruby: ¿Qué hiciste?

Rosie: Alex y yo falsificamos las firmas de nuestras madres y escribimos notas para la maestra diciendo que aquel día no podíamos ir a clase.

Ruby: Casualmente.

Rosie: Exacto. Fuimos a un pub del centro que regentaba un viejo que no pedía el carné y estuvimos bebiendo todo el día. Por desgracia nuestro plan se vino abajo porque me caí y me di un golpe en la cabeza, y tuvieron que llevarme al hospital en ambulancia, donde me pusieron siete puntos y me hicieron un lavado de estómago. A nuestros padres no les hizo ninguna gracia.

Ruby: No me extraña. ¿Cómo te caíste? ¿Estabas haciendo uno de tus originales pasos de baile en la pista?

Rosie: En realidad, no. Estaba sentada en mi taburete.

Ruby: Ja, ja. Sólo tú podrías caerte al suelo estando sentada.

Rosie: Ya sé que es raro, ¿verdad? ¡Me pregunto cómo ocurrió!

Ruby: Bueno, podrías preguntárselo a Alex. Me sorprende que no se te haya ocurrido preguntárselo antes.

Rosie: ¡Buena idea! Vaya, veo que está on-line. Voy a preguntárselo.

Ruby: No te va la vida en ello, pero digo yo que cualquier excusa es buena para hablar con él. Te espero fingiendo que trabajo mientras preguntas. Estoy intrigada...

 

Tiene un mensaje instantáneo de: ROSIE

Rosie: Hola, Alex.

Alex: Hola. ¿Alguna vez trabajas? ¡Cada vez que me conecto estás on-line!

Rosie: Estaba chateando con Ruby. Así sale más barato y no tenemos que contestar preguntas capciosas a propósito de la factura del teléfono. El uso de internet es ilimitado si pagas una cuota mensual y, por otra parte, cuando escribes parece que estés ocupada. Pero da igual, sólo quería hacerte una pregunta.

Alex: Dispara.

Rosie: ¿Recuerdas que el día en que cumplí los dieciséis me caí y me di un golpe en la cabeza?

Alex: Ja, ja. ¿Cómo iba a olvidarlo? ¿Te has acordado porque falta poco para el cumpleaños de Katie? Lo digo porque si se parece un poco a ti, deberías tener miedo, mucho, mucho miedo. ¿Qué puedo regalarle? ¿Un cubo para vomitar?

Rosie: La edad sólo es un número, no un estado mental o una razón que explique un comportamiento determinado.

Alex: Muy... bien, pues. ¿Cuál es tu pregunta?

Rosie: ¿Cómo demonios me las arreglé para caerme al suelo y abrirme la cabeza si estaba sentada?

Alex: Dios mío. La pregunta. LA PREGUNTA.

Rosie: ¿Qué pasa con mi pregunta?

Alex: Rosie Dunne, he estado esperando casi veinte años a que me hicieras esta pregunta y creía que ya no lo harías nunca.

Rosie: ¿¿Qué??

Alex: Por qué no me la hiciste nunca es algo que no alcanzo a comprender, pero al día siguiente te despertaste y aseguraste no tener ni idea de lo que había ocurrido. No quise sacar el tema. ¡Bastante habías sacado la noche anterior!

Rosie: ¿Qué tema no quisiste sacar? ¡Dímelo, Alex! ¿Cómo me caí del taburete?

Alex: Creo que no estás preparada para saberlo.

Rosie: Eh, corta el rollo. Al fin y al cabo soy Rosie Dunne: nací para estar preparada para cualquier cosa.

Alex: Muy bien, pues, si tan segura estás de ti misma...

Rosie: ¡Lo estoy! ¡Y ahora larga!

Alex: Nos estábamos besando.

Rosie: ¿¿Nos estábamos qué??

Alex: Eso. Estabas inclinada en el taburete besándome. El taburete se tambaleaba un poco, estaba mal fijado entre las ranuras de los ladrillos viejos del suelo. Y te caíste.

Rosie: ¿¿QUÉ??

Alex: Ay, las palabras de amor que me susurraste al oído aquella tarde, Rosie Dunne. Y me quedé hecho polvo cuando al día siguiente te despertaste y lo habías olvidado. Después de pasarme toda la noche sosteniéndote la mano mientras devolvías.

Rosie: ¡Alex!

Alex: ¿Qué?

Rosie: ¡¿Por qué no me lo dijiste?!

Alex: Porque no dejaron que nos viéramos durante una temporada y no quería decírtelo por escrito. Y luego dijiste que querías olvidar todo lo que había pasado aquella noche, así que pensé que a lo mejor te acordabas vagamente y te arrepentías de ello.

Rosie: Tendrías que habérmelo contado.

Alex: ¿Por qué? ¿Qué habrías dicho?

Rosie: Bueno..., eso es ponerme contra las cuerdas, Alex.

Alex: Sí, perdona.

Rosie: No puedo creerlo. Por culpa de la caída nos pillaron y me pasé una semana encerrada en casa mientras tu castigo era empezar a trabajar en la oficina de tu padre, donde conociste a Bethany. La chica con quien dijiste que te ibas a casar...

Alex: ¡Es verdad, dije eso!

Rosie: Sí, lo dijiste...

Alex: Bueno, en realidad sólo lo dije para ponerte a prueba, pero como no me pareció que te importara demasiado salí con ella de todos modos. Qué gracia. ¡Había olvidado que había dicho eso! ¡A Bethany le encantará saberlo! Gracias por recordármelo.

Rosie: No, no, gracias a ti por recordármelo a mí...

 

Tiene un mensaje instantáneo de: RUBY

Ruby: Venga, Doña Batacazo, que tengo que fingir que estoy currando. ¿Ya has descubierto qué pasó?

Rosie: Sí, he descubierto que soy la idiota más grande del mundo entero. ¡Aaaaaaaah!

Ruby: ¿Para eso he estado esperando? Podría habértelo dicho yo hace siglos.

 

Querida Katie:

¡Felices dieciséis! Besos,

Mamá

 

Para nuestra nieta ¡Feliz cumpleaños!

Te queremos,

Abuelo y abuela

 

Para mi novia ¡Felices dieciséis!

Te quiero,

John

 

Para Katie

Feliz cumpleaños, pesada. Unos meses más y te quitarán los aparatos. Entonces ya nunca sabré qué has comido para cenar.

Toby

 

Para mi hija

Enhorabuena, Katie. ¡Felices dieciséis!

¡Espero que John no intente besarte!

Te quiere,

Papá

 

Queridos papá y mamá:

No volveré a hablar con Rupert nunca más. Felices dieciséis... ¡y un bledo!

Katie me pidió que le diera el dinero que me iba a gastar en su regalo para poder ir al centro y elegir ella misma lo que más le gustara, cosa que me vino muy bien porque así no tendría que pasar noches enteras en vela pensando el regalo «perfecto» que inevitablemente detestaría y escondería debajo de su cama. Total, que se presenta en el piso cogida de la mano del gigantón simpático (John) sonriendo de oreja a oreja, de modo que enseguida he sabido que estaba pasando algo sospechoso. Se ha levantado la blusa, se ha bajado los pantalones unos centímetros y allí estaba.

El tatuaje del infierno.

Un tatuaje espantoso, sucio, asqueroso, muy feo... Acabo de darme cuenta de que empiezo a parecerme a ti, madre. Allí estaba, en el hueso de la cadera de mi hija, sacándome la lengua.

Mamá, es muy feo. Para colmo, sangraba y empezaba a formar una costra cuando lo he visto. Según parece, Rupert ha dicho que sus clientes sólo necesitaban tener dieciséis años para hacerse un tatuaje, cosa con la que no estoy nada de acuerdo de modo que he bajado a comprobarlo en internet. Resulta que tiene razón, pero ojalá encontrara una laguna legal que me permitiera darle una patada en el culo...

El guapote del ciber café me ha preguntado si estaba bien y parecía realmente preocupado, lo cual he pensado que quizá fuese el principio de algo nuevo para nosotros dos. Pero entonces me he dado cuenta de que estaba aporreando el teclado con los puños, así que lo más probable es que sólo estuviera preocupado por su ordenador. No dispongo de tiempo en mi vida para hombres tan egoístas, de modo que he decidido que no hay ninguna posibilidad de que surja una apasionada aventura amorosa entre nosotros pese a las horas que pasamos juntos ante los ordenadores. Aunque la decisión ha sido sólo mía.

Y encima resulta que cuando estaba intentando estudiar para mis exámenes finales y el ruido de la perforadora que me llegaba desde el garito de los tatuajes no me dejaba concentrar, lo que estaba oyendo realmente era cómo mutilaban el cuerpo de mi propia hija.

Me ha resultado bastante complicado decirle a Rupert lo que pensaba porque no podía manifestar mi odio por los tatuajes sin ofenderle, puesto que, como quien dice, él es un tatuaje andante. Sería como hablar pestes de un miembro de su familia.

Aunque el tatuaje es la menor de mis preocupaciones. También se ha puesto un piercing en la lengua. Rupert se lo ha hecho sin cobrar. Cuando habla parece que tenga una patata caliente en la boca. Así que no es de extrañar que me haya quedado pasmada cuando ha entrado en casa poniendo cara de monstruo y tras decir «tachán tachán» se ha levantado la blusa. John también se ha hecho un tatuaje pero el suyo es de un stick y una pelota de hurling. No quieras saber lo que parece ese dibujo. Rupert ha puesto la pelota demasiado cerca y en el extremo equivocado del stick, no sé si me entiendes.

Supongo que podría ser peor: podrían haberse tatuado sus nombres respectivos. Y Katie podría haber elegido tatuajes peores que una fresita del tamaño de mi uña del pulgar.

¿Estoy reaccionando de manera exagerada?

¡No quiero ni pensar cómo os tuvisteis que sentir tú y papá cuando os dije que estaba embarazada!

Ahora que lo pienso, quizá debería darle un premio a Katie. En fin, tengo que volver arriba y enfrentarme a la música (a todo volumen). Además tengo que seguir estudiando. Me cuesta creer que haya llegado al último curso. Estos dos años han pasado volando y pese a que me era prácticamente imposible estudiar de noche, trabajar de día e intentar ser una buena madre mientras hacía ambas cosas, me alegra no haber tirado la toalla ninguna de las cien veces al día que amenazaba con hacerlo. ¡Figúrate, tendré una ceremonia de graduación! Tú y papá por fin podréis tomar asiento entre el público mientras recojo mi diploma vestida con una de esas togas tan poco favorecedoras y un birrete en la cabeza. Sólo será catorce años más tarde de lo previsto en un principio, pero supongo que más vale tarde que nunca.

No obstante, no llegaré a la ceremonia de graduación si no apruebo los exámenes, así que no más distracciones. ¡Me voy a estudiar!

Besos,

Rosie

 

De: Rosie

Para: Alex

Asunto: Papá

Ha ocurrido algo espantoso. En tu trabajo me han dicho que estabas en quirófano, pero, por favor, ponte en contacto conmigo en cuanto recibas mis mensajes y este e-mail.

Mamá acaba de llamarme hecha un mar de lágrimas porque mi padre ha tenido un infarto y se lo han llevado al hospital. Está muy impresionada, pero me ha dicho que no vaya a verla porque mañana tengo mi primer examen. No sé qué hacer. No sé lo grave que es, los médicos aún no quieren decirnos nada. He pensado que a lo mejor podrías llamar al hospital y averiguar qué está pasando. Tú entiendes de esto. No sé qué hacer. Ojalá recibas este e-mail a tiempo. No sé a quién más recurrir.

No quiero que mamá esté sola, aunque Kevin va para allá mañana mismo. Tampoco quiero que papá esté solo. Estoy hecha un lío.

Dios mío, Alex, ayúdame por favor. No quiero perder a mi padre.

 

De: Alex

Para: Rosie

Asunto: Re: Papá

He intentado llamarte, pero estabas comunicando. Mantén la calma. He llamado al hospital y he hablado con el doctor Flannery. Es el médico que atiende a tu padre y me ha explicado el estado en que se encuentra Dennis.

Te sugiero que hagas una maleta para varios días y que cojas el primer autobús que salga hacia Galway. ¿Entiendes lo que quiero decir?

Olvídate de tus exámenes, esto es más importante. Mantén la calma, Rosie, y apoya a tu madre y a tu padre. Di a Stephanie que también venga a casa si puede. Dime algo esta noche.


Дата добавления: 2015-10-30; просмотров: 89 | Нарушение авторских прав


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