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Mente versus cuerpo 7 страница. El susurro de Esme quedу flotando en la habitaciуn mientras ellas se deslizaban al exterior

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—Cuнdate.

El susurro de Esme quedу flotando en la habitaciуn mientras ellas se deslizaban al exterior. Oн el ensordecedor arranque del monovolumen y luego cуmo el ruido del motor se desvanecнa en la noche.

Jasper y Alice esperaron. Alice pareciу llevarse el mуvil al oнdo antes de que sonara.

—Edward dice que la mujer estб siguiendo a Esme. Voy a por el coche.

Se desvaneciу en las sombras por el mismo lugar que se habнa ido Edward. Jasper y yo nos miramos el uno al otro. Anduvo a mi lado a lo largo de todo vestнbulo... vigilante.

—Te equivocas, ya lo sabes —dijo con calma.

— їQuй? —traguй saliva.

—Sй lo que sientes en estos momentos, y tъ sн lo mereces.

—No —murmurй entre dientes—. Si les pasa algo, serб por nada.

—Te equivocas —repitiу йl, sonriйndome con amabilidad.

No oн nada, pero en ese momento Alice apareciу por la puerta frontal y me tendiу los brazos.

— їPuedo? —me preguntу.

—Eres la primera que me pide permiso —sonreн irуnicamente.

Me tomу en sus esbeltos brazos con la misma facilidad que Emmett, protegiйndome con su cuerpo y entonces salimos precipitadamente de la casa, cuyas luces siguieron brillando a nuestras espaldas.

 

IMPACIENCIA

 

Me despertй confusa. Mis pensamientos eran inconexos y se perdнan en sueсos y pesadillas. Me llevу mбs tiempo de lo habitual darme cuenta de dуnde me hallaba.

La habitaciуn era demasiado impersonal para pertenecer a ningъn otro sitio que no fuera un hotel. Las lamparitas, atornilladas a las mesillas de noche, eran baratas, de saldo, lo mismo que las acuarelas de las paredes y las cortinas, hechas del mismo material que la colcha, que colgaban hasta el suelo.

Intentй recordar cуmo habнa llegado allн, sin conseguirlo al principio.

Luego, me acordй del elegante coche negro con los cristales de las ventanillas aъn mбs oscuros que los de las limusinas. Apenas si se oyу el motor, a pesar de que durante la noche habнamos corrido al doble del lнmite de la velocidad permitida por la autovнa.

Tambiйn recordaba a Alice, sentada junto a mн en el asiento trasero de cuero negro. En algъn momento de la larga noche reposй la cabeza sobre su cuello de granito. Mi cercanнa no pareciу alterarla en absoluto y su piel dura y frнa me resultу extraсamente cуmoda. La parte delantera de su fina camiseta de algodуn estaba frнa y hъmeda a causa de las lбgrimas vertidas hasta que mis ojos, rojos e hinchados, se quedaron secos.

Me habнa desvelado y permanecн con los doloridos ojos abiertos, incluso cuando la noche terminу al fin y amaneciу detrбs de un pico de escasa altura en algъn lugar de California. Haces de luz gris poblaron el cielo despejado, hiriйndome en los ojos, pero no podнa cerrarlos, ya que en cuanto lo hacнa, se me aparecнan las imбgenes demasiado vividas, como diapositivas proyectadas desde detrбs de los pбrpados; y eso me resultaba insoportable. La expresiуn desolada de Charlie, el brutal rugido de Edward al exhibir los dientes, la mirada resentida de Rosalie, el experto escrutinio del rastreador, la mirada apagada de los ojos de Edward despuйs de besarme por ъltima vez... No soportaba esos recuerdos, por lo que luchй contra la fatiga mientras el sol se alzaba en el horizonte.

Me mantenнa despierta cuando atravesamos un ancho paso montaсoso y el astro rey, ahora a nuestras espaldas, se reflejу en los techos de teja del Valle del Sol. Ya no me quedaba la suficiente sensibilidad para sorprenderme de que hubiйramos efectuado un viaje de tres dнas en uno solo. Mirй inexpresivamente la llanura amplia y plana que se extendнa ante mн. Phoenix, las palmeras, los arbustos de creosota, las lнneas caprichosas de las autopistas que se entrecruzaban, las franjas verdes de los campos de golf y los manchones turquesas de las piscinas, todo cubierto por una fina capa de poluciуn que envolvнa las sierras chatas y rocosas, sin la altura suficiente para llamarlas montaсas.

Las sombras de las palmeras se inclinaban sobre la autopista interestatal, definidas y claramente delineadas, aunque menos intensas de lo habitual. Nada podнa esconderse en esas sombras. La calzada, brillante y sin trбfico, incluso parecнa agradable. Pero no sentн ningъn alivio, ninguna sensaciуn de bienvenida.

— їCuбl es el camino al aeropuerto, Bella? —preguntу Jasper y se sobresaltу, aunque su voz era bastante suave y tranquilizadora. Fue el primer sonido, aparte del ronroneo del coche, que rompiу el largo silencio de la noche.

—No te salgas de la I—10 —contestй automбticamente—. Pasaremos justo al lado.

El no haber podido dormir me nublaba la mente y me costaba pensar.

— їVamos a volar a algъn sitio? —le preguntй a Alice.

—No, pero es mejor estar cerca, sуlo por si acaso.

Despuйs vino a mi memoria el comienzo de la curva alrededor del Sky Harbor International..., pero en mi recuerdo no lleguй a terminarla. Supongo que debiу de ser entonces cuando me dormн.

Aunque ahora que recuperaba los recuerdos tenнa la vaga impresiуn de haber salido del coche cuando el sol acababa de ocultarse en el horizonte, con un brazo sobre los hombros de Alice y el suyo firme alrededor de mi cintura, sujetбndome mientras yo tropezaba en mн caminar bajo las sombras cбlidas y secas.

No recordaba esta habitaciуn.

Mirй el reloj digital en la mesilla de noche. Los nъmeros en rojo indicaban las tres, pero no si eran de la tarde o de la madrugada. A travйs de las espesas cortinas no pasaba ni un hilo de luz exterior, aunque las lбmparas iluminaban la habitaciуn.

Me levantй entumecida y me tambaleй hasta la ventana para apartar las cortinas.

Era de noche, asн que debнan de ser las tres de la madrugada. Mi habitaciуn daba a una zona despejada de la autovнa y al nuevo aparcamiento de estacionamiento prolongado del aeropuerto. Me sentн algo mejor al saber dуnde me encontraba.

Me mirй. Seguнa llevando las ropas de Esme, que no me quedaban nada bien. Recorrн la habitaciуn con la mirada y me alborocй al descubrir mi petate en lo alto de un pequeсo armario.

Iba en busca de ropa nueva cuando me sobresaltу un ligero golpecito en la puerta.

— їPuedo entrar? —preguntу Alice.

Respirй hondo.

—Sн, claro.

Entrу y me mirу con cautela.

—Tienes aspecto de necesitar dormir un poco mбs.

Me limitй a negar con la cabeza.

En silencio, se acercу despacio a las cortinas y las cerrу con firmeza antes de volverse hacia mн.

—Debemos quedarnos dentro —me dijo.

—De acuerdo —mi voz sonaba ronca y se me quebrу.

— їTienes sed?

—Me encuentro bien —me encogн de hombros—. їY tъ quй tal?

—Nada que no pueda sobrellevarse —sonriу—. Te he pedido algo de comida, la tienes en el saloncito. Edward me recordу que comes con mбs frecuencia que nosotros.

Prestй mбs atenciуn en el acto.

— їHa telefoneado?

—No —contestу, y vio cуmo aparecнa la desilusiуn en mi rostro—. Fue antes de que saliйramos.

Me tomу de la mano con delicadeza y me llevу al saloncito de la suite. Se oнa un zumbido bajo de voces procedente de la televisiуn. Jasper estaba sentado inmуvil en la mesa que habнa en una esquina, con los ojos puestos en las noticias, pero sin prestarles atenciуn alguna.

Me sentй en el suelo al lado de la mesita de cafй donde me esperaba una bandeja de comida y empecй a picotear sin darme cuenta de lo que ingerнa.

Alice se sentу en el brazo del sofб y mirу a la televisiуn con gesto ausente, igual que Jasper.

Comн lentamente, observбndola, mirando tambiйn de hito en hito a Jasper. Me percatй de que estaban demasiado quietos. No apartaban la vista de la pantalla, aunque acababan de aparecer los anuncios.

Empujй la bandeja a un lado, con el estуmago repentinamente revuelto. Alice me mirу.

— їQuй es lo que va mal, Alice?

—Todo va bien —abriу los ojos con sorpresa, con expresiуn sincera... y no me creн nada.

— їQuй hacemos aquн?

—Esperar a que nos llamen Carlisle y Edward.

— їY no deberнan haber telefoneado ya?

Me pareciу que me iba acercando al meollo del asunto. Los ojos de Alice revolotearon desde los mнos hacia el telйfono que estaba encima de su bolso; luego volviу a mirarme.

— їQuй significa eso? —me temblaba la voz y luchй para controlarla—. їQuй quieres decir con que no han llamado?

—Simplemente que no tienen nada que decir.

Pero su voz sonaba demasiado monуtona y el aire se me hizo mбs difнcil de respirar.

De repente, Jasper se situу junto a Alice, mбs cerca de mн de lo habitual.

—Bella —dijo con una voz sospechosamente tranquilizadora—, no hay de quй preocuparse. Aquн estбs completamente a salvo.

—Ya lo sй.

—Entonces, їde quй tienes miedo? —me preguntу confundido. Aunque podнa sentir el tono de mis emociones, no comprendнa el motivo.

—Ya oнste a Laurent —mi voz era sуlo un susurro, pero estaba segura de que podнa oнrme—. Dijo que James era mortнfero. їQuй pasa si algo va mal y se separan? Si cualquiera de ellos sufriera algъn daсo, Carlisle, Emmett, Edward... —Traguй saliva—. Si esa mujer brutal le hace daсo a Esme... —hablaba cada vez mбs alto, y en mi voz apareciу una nota de histeria—. їCуmo podrй vivir despuйs sabiendo que fue por mi culpa? Ninguno de vosotros deberнa arriesgarse por mн...

—Bella, Bella, para... —me interrumpiу Jasper, pronunciando con tal rapidez que me resultaba difнcil entenderle—. Te preocupas por lo que no debes, Bella. Confнa en mн en esto: ninguno de nosotros estб en peligro. Ya soportas demasiada presiуn tal como estбn las cosas, no hace falta que le aсadas todas esas innecesarias preocupaciones. ЎEscъchame! —Me ordenу, porque yo habнa vuelto la mirada a otro lado—. Nuestra familia es fuerte y nuestro ъnico temor es perderte.

—Pero їpor quй...?

Alice le interrumpiу esta vez, tocбndome la mejilla con sus dedos frнos.

—Edward lleva solo casi un siglo y ahora te ha encontrado. No sabes cuбnto ha cambiado, pero nosotros sн lo vemos, despuйs de llevar juntos tanto tiempo. їCrees que podrнamos mirarle a la cara los prуximos cien aсos si te pierde?

La culpa remitiу lentamente cuando me sumergн en sus ojos oscuros. Pero, incluso mientras la calma se extendнa sobre mн, no podнa confiar en mis sentimientos en presencia de Jasper.

Habнa sido un dнa muy largo.

Permanecimos en la habitaciуn. Alice llamу a recepciуn y les pidiу que no enviaran a las mujeres de la limpieza para arreglar el cuarto. Las ventanas permanecieron cerradas, con la televisiуn encendida, aunque nadie la miraba. Me traнan la comida a intervalos regulares. El mуvil plateado parecнa aumentar de tamaсo conforme pasaban las horas.

Mis niсeros soportaban mejor que yo la incertidumbre. Yo me movнa nerviosamente, andaba de un lado para otro y ellos sencillamente cada vez parecнan mбs inmуviles, dos estatuas cuyos ojos me seguнan imperceptiblemente mientras me movнa. Intentй mantenerme ocupada memorizando la habitaciуn: el diseсo de la tela del sofб dispuesto en bandas de color canela, melocotуn, crema, dorado mate y canela otra vez. Algunas veces me quedaba mirando fijamente las lбminas abstractas, intentando encontrar figuras reconocibles en las formas, del mismo modo que las imaginaba en las nubes cuando era niсa. Descubrн una mano azul, una mujer que se peinaba y un gato estirбndose, pero dejй de hacerlo cuando un pбlido cнrculo rojo se convirtiу en un ojo al acecho.

Me fui a la cama, sуlo por hacer algo, al morir la tarde. Albergaba la esperanza de que los miedos que merodeaban en el umbral de la consciencia, incapaces de burlar la escrupulosa vigilancia de Jasper, reaparecieran si permanecнa sola en la penumbra.

Pero como por casualidad, Alice me siguiу, como si por pura coincidencia se hubiera cansado del saloncito al mismo tiempo que yo. Empezaba a preguntarme quй clase de instrucciones le habнa dado exactamente Edward. Me tumbй en la cama y ella se sentу a mi lado con las piernas entrecruzadas. La ignorй al principio, pero de repente me sentн demasiado cansada para dormir. Al cabo de varios minutos hizo acto de presencia el pбnico que se habнa mantenido a raya en presencia de Jasper. Entonces, desechй rбpidamente la idea de dormir, y me avovillй, sujetбndome las rodillas contra el cuerpo con los brazos.

— їAlice?

— їSн?

Hice un esfuerzo por aparentar calma y preguntй:

— їQuй crees que estбn haciendo?

—Carlisle querнa conducir al rastreador al norte tanto como fuera posible, esperar que se les acercara para dar la vuelta y emboscarlo. Esme y Rosalie se dirigirнan al oeste con la mujer a la zaga el mбximo tiempo posible. Si йsta se volvнa, entonces tenнan que regresar a Forks y vigilar a tu padre. Imagino que todo debe de ir bien, ya que no han llamado. Eso significa que el rastreador debe de estar lo bastante cerca de ellos como para que no quieran arriesgarse a que se entere de algo por casualidad.

— їY Esme?

—Seguramente habrб regresado a Forks. No puede llamar por si hay alguna posibilidad de que la mujer escuche algo. Confнo en que todos tengan mucho cuidado con eso.

— їCrees de verdad que estбn bien?

—Bella, їcuбntas veces hemos de decirte que no corremos peligro?

—De todos modos, їme dirнas la verdad?

—Sн. Siempre te la dirй.

Parecнa hablar en serio. Me lo pensй un rato y al final me convencн de que realmente estaba siendo sincera.

Entonces dime, їcуmo se convierte uno en vampiro?

Mi pregunta la sorprendiу con la guardia bajada. Se quedу quieta. Me volvн para mirarle la cara y vi que su expresiуn era vacilante.

—Edward no quiere que te lo cuente —respondiу con firmeza, aunque me di cuenta de que ella estaba en desacuerdo con esa postura.

—Eso no es jugar limpio. Creo que tengo derecho a saberlo.

—Ya lo sй.

La mirй, expectante.

Alice suspirу.

—Se va a enfadar muchнsimo.

—No es de su incumbencia. Esto es entre tъ y yo. Alice, te lo estoy pidiendo como amiga.

Y en cierto modo nosotras lo йramos ahora, tal como ella seguramente habrнa sabido desde mucho antes por sus visiones.

Me mirу con sus ojos sabios, esplйndidos... mientras tomaba la decisiуn.

—Te contarй cуmo se desarrolla el proceso —dijo finalmente—, pero no recuerdo cуmo me sucediу, no lo he hecho ni he visto hacerlo a nadie, asн que ten claro que sуlo te puedo explicar la teorнa.

Esperй: —

—Nuestros cuerpos de depredador disponen de un verdadero arsenal de armas. Fuerza, velocidad, sentidos muy agudos, y eso sin tener en cuenta a aquellos de nosotros que como Edward, Jasper o yo misma tambiйn poseemos poderes extrasensoriales. Ademбs, resultamos fнsicamente atractivos a nuestras presas, como una flor carnнvora.

Permanecн inmуvil mientras recordaba de quй forma tan deliberada me habнa demostrado Edward eso mismo en el prado.

Esbozу una sonrisa amplia y ominosa.

—Tenemos tambiйn otra arma de escasa utilidad. Somos ponzoсosos —aсadiу con los dientes brillantes—. Esa ponzoсa no mata, simplemente incapacita. Actъa despacio y se extiende por todo el sistema circulatorio, de modo que ninguna presa se encuentra en condiciones fнsicas de resistirse y huir de nosotros una vez que la hemos mordido. Es poco ъtil, como te he dicho, porque no hay vнctima que se nos escape en distancias cortas, aunque, claro, siempre hay excepciones. Carlisle, por ejemplo.

—Asн que si se deja que la ponzoсa se extienda... —murmurй.

—Completar la transformaciуn requiere varios dнas, depende de cuбnta ponzoсa haya en la sangre y cuбndo llegue al corazуn. Mientras el corazуn siga latiendo se sigue extendiendo, curando y transformando el cuerpo conforme llega a todos los sitios. La conversiуn finaliza cuando se para el corazуn, pero durante todo ese lapso de tiempo, la vнctima desea la muerte a cada minuto.

Temblй.

—No es agradable, ya te lo dije.

—Edward me dijo que era muy difнcil de hacer... Y no le entendн bien —confesй.

—En cierto modo nos asemejamos a los tiburones. Una vez que hemos probado la sangre o al menos la hemos olido, da igual, se hace muy difнcil no alimentarse. Algunas veces resulta imposible. Asн que ya ves, morder realmente a alguien y probar la sangre puede iniciar la vorбgine. Es difнcil para todos: el deseo de sangre por un lado para nosotros, y por otro el dolor horrible para la vнctima.

— їPor quй crees que no lo recuerdas?

—No lo sй. El dolor de la transformaciуn es el recuerdo mбs nнtido que suelen tener casi todos de su vida humana —su voz era melancуlica—. Sin embargo, yo no recuerdo nada de mi existencia anterior.

Estuvimos allн tumbadas, ensimismadas cada una en nuestras meditaciones. Transcurrieron los segundos, y estaba tan perdida en mis pensamientos que casi habнa olvidado su presencia.

Entonces, Alice saltу de la cama sin mediar aviso alguno y cayу de pie con un бgil movimiento. Sorprendida, volvн rбpidamente la cabeza para mirarla.

—Algo ha cambiado.

Su voz era acuciante, pero no me revelу nada mбs.

Alcanzу la puerta al mismo tiempo que Jasper. Con toda seguridad, йste habнa oнdo nuestra conversaciуn y la repentina exclamaciуn. Le puso las manos en los hombros y guiу a Alice otra vez de vuelta a la cama, sentбndola en el borde.

— їQuй ves? —preguntу Jasper, mirбndola fijamente a los ojos, todavнa concentrados en algo muy lejano. Me sentй junto a ella y me inclinй para poder oнr su voz baja y rбpida.

—Veo una gran habitaciуn con espejos por todas partes. El piso es de madera. James se encuentra allн, esperando. Hay algo dorado... una banda dorada que cruza los espejos.

— їDуnde estб la habitaciуn?

—No lo sй. Aъn falta algo, una decisiуn que no se ha tomado todavнa.

— їCuбnto tiempo queda para que eso ocurra?

—Es pronto, estarб en la habitaciуn del espejo hoy o quizбs maсana. Se encuentra a la espera y ahora permanece en la penumbra.

La voz de Jasper era metуdica, actuaba con la tranquilidad de quien tiene experiencia en ese tipo de interrogatorios.

— їQuй hace ahora?

—Ver la televisiуn a oscuras en algъn sitio... no, es un vнdeo.

— їPuedes ver dуnde se encuentra?

—No, hay demasiada oscuridad.

— їHay algъn otro objeto en la habitaciуn del espejo?

—Sуlo veo espejos y una especie de banda dorada que rodea la habitaciуn. Tambiйn hay un gran equipo de mъsica y un televisor encima de una mesa negra. Ha colocado allн un vнdeo, pero no lo mira de la misma forma que lo hacнa en la habitaciуn a oscuras —sus ojos erraron sin rumbo fijo, y luego se centraron en el rostro de Jasper—. Esa es la habitaciуn donde espera.

— їNo hay nada mбs?

Ella negу con la cabeza; luego, se miraron el uno al otro, inmуviles.

— їQuй significa? —preguntй.

Nadie me contestу durante unos instantes; luego, Jasper me mirу.

—Significa que el rastreador ha cambiado de planes y ha tomado la decisiуn que lo llevarб a la habitaciуn del espejo y a la sala oscura.

—Pero no sabemos dуnde estбn.

—Bueno, pero sн sabemos que no le estбn persiguiendo en las montaсas al norte de Washington. Se les escaparб —concluyу Alice lъgubremente.

— їNo deberнamos llamarlos? —preguntй. Ellos intercambiaron una mirada seria, indecisos.

El telйfono sonу.

Alice cruzу la habitaciуn antes de que pudiera alzar el rostro para mirarla.

Pulsу un botуn y se lo acercу al oнdo, aunque no fue la primera en hablar.

—Carlisle —susurrу. A mн no me pareciу sorprendida ni aliviada—. Sн —dijo sin dejar de mirarme; permaneciу a la escucha un buen rato—. Acabo de verlo —afirmу, y le describiу la reciente visiуn—. Fuera lo que fuera lo que le hizo tomar ese aviуn, seguramente le va conducir a esas habitaciones —hizo una pausa—. Sн —contestу al telйfono, y luego me llamу—. їBella?

Me alargу el telйfono y corrн hacia el mismo.

— їDiga? —murmurй.

—Bella —dijo Edward.

— ЎOh, Edward! Estaba muy preocupada.

—Bella —suspirу, frustrado—. Te dije que no te preocuparas de nadie que no fueras tъ misma.

Era tan increнblemente maravilloso oнr su voz que mientras йl hablaba sentн cуmo la nube de desesperaciуn que planeaba sobre mн ascendнa y se disolvнa.

— їDуnde estбs?

—En los alrededores de Vancouver. Lo siento, Bella, pero lo hemos perdido. Parecнa sospechar de nosotros y ha tenido la precauciуn de permanecer lo bastante lejos para que no pudiera leerle el pensamiento. Se ha ido, parece que ha tomado un aviуn. Creemos que ha vuelto a Forks para empezar de nuevo la bъsqueda.

Oнa detrбs de mн cуmo Alice ponнa al dнa a Jasper. Hablaba con rapidez, las palabras se atropellaban unas a otras, formando un zumbido constante.

—Lo sй. Alice vio que se habнa marchado.

—Pero no tienes de quй preocuparte, no podrб encontrar nada que le lleve hasta ti. Sуlo tienes que permanecer ahн y esperar hasta que le encontremos otra vez.

—Me encuentro bien. їEstб Esme con Charlie?

—Sн, la mujer ha estado en la ciudad. Entrу en la casa mientras Charlie estaba en el trabajo. No temas, no se le ha acercado. Estб a salvo, vigilado por Esme y Rosalie.

— їQuй hace ella ahora?

—Probablemente, intenta conseguir pistas. Ha merodeado por la ciudad toda la noche. Rosalie la ha seguido hasta las cercanнas del aeropuerto, por todas las carreteras alrededor de la ciudad, en la escuela... Estб rebuscando por todos lados, Bella, pero no va a encontrar nada.

— їEstбs seguro de que Charlie estб a salvo?

—Sн, Esme no le pierde de vista; y nosotros volveremos pronto. Si el rastreador se acerca a Forks, le atraparemos.

—Te echo de menos —murmurй.

—Ya lo sй, Bella. Crйeme que lo sй. Es como si te hubieras llevado una mitad de mн contigo.

—Ven y recupйrala, entonces —le retй.

—Pronto, en cuanto pueda, pero antes me asegurarй de que estбs a salvo —su voz se habнa endurecido.

—Te quiero —le recordй.

— їMe crees si te digo que, a pesar del trago que te estoy haciendo pasar, tambiйn te quiero?

—Desde luego que sн, claro que te creo.

—Me reunirй contigo enseguida.

—Te esperarй.

La nube de abatimiento se volviу a cernir sobre mн sigilosamente en cuanto se cortу la comunicaciуn.

Me girй para devolver el mуvil a Alice y los encontrй a ella y a Jasper inclinados sobre la mesa. Ella dibujaba un boceto en un trozo del papel con el membrete del hotel. Me inclinй sobre el respaldo del sofб para mirar por encima de su hombro.

Habнa pintado una habitaciуn grande y rectangular, con una pequeсa secciуn cuadrada al fondo. Las tablas de madera del suelo se extendнan a lo largo de toda la estancia. En la parte inferior de las paredes habнa unas lнneas que atravesaban horizontalmente los espejos, y tambiйn una banda larga, a la altura de la cintura, que recorrнa las cuatro paredes. Alice habнa dicho que era una banda dorada.

—Es un estudio de ballet—dije al reconocer de pronto el aspecto familiar del cuarto.

Me miraron sorprendidos.

— їConoces esta habitaciуn?

La voz de Jasper sonaba calmada, pero debajo de esa tranquila apariencia fluнa una corriente subterrбnea de algo que no pude identificar.

Alice inclinу la cabeza hacia su dibujo, moviendo rбpidamente ahora su mano por la pбgina; en la pared del fondo fue tomando forma una salida de emergencia y en la esquina derecha de la pared frontal, una televisiуn y un equipo de mъsica encima de una mesa baja.

—Se parece a una academia a la que solнa ir para dar clases de ballet cuando tenнa ocho o nueve aсos. Tenнa el mismo aspecto —toquй la pбgina donde destacaba la secciуn cuadrada, que luego se estrechaba en la parte trasera de la habitaciуn—. Aquн se encontraba el baсo, y esa puerta daba a otra clase, pero el aparato de mъsica estaba aquн —seсalй la esquina izquierda—. Era mбs viejo, y no habнa televisor. Tambiйn habнa una ventana en la sala de espera, que se podнa ver desde este sitio si te colocabas aquн.

Alice y Jasper me miraban fijamente.

— їEstбs segura de que es la misma habitaciуn? —me preguntу Jasper, todavнa tranquilo.

—No, no del todo. Supongo que todos los estudios de danza son muy parecidos, todos tienen espejos y barras —deslicй un dedo a lo largo de la barra de ballet situada junto a los espejos—. Sуlo digo que su aspecto me resulta familiar.

Toquй la puerta del boceto, colocada exactamente en el mismo sitio donde se encontraba la que yo recordaba.

— їTendrнa algъn sentido que quisieras ir allн ahora? —me preguntу Alice, interrumpiendo mis recuerdos.

—No, no he puesto un pie allн desde hace por lo menos diez aсos. Era una bailarina espantosa, hasta el punto de que me ponнan en la ъltima fila en todas las actuaciones —reconocн.

— їY no puede guardar algъn tipo de relaciуn contigo ahora? —inquiriу Alice con suma atenciуn.

—No, ni siquiera creo que siga perteneciendo a la misma persona. Estoy segura de que debe de ser otro estudio de danza en cualquier otro sitio.

— їDуnde estб el estudio en el que dabas clase? —me preguntу Jasper con fingida indiferencia.

—Estaba justo en la esquina de la calle donde vivнa mi madre, solнa pasar por allн despuйs de la escuela... —dejй la frase inconclusa, pero me percatй del intercambio de miradas entre Alice y Jasper.

—Entonces, їestб aquн?, їen Phoenix? —el tono de la voz de йste seguнa pareciendo imperturbable.

—Sн —murmurй—. En la 58 esquina con Cactus.

Nos quedamos todos sentados contemplando fijamente el dibujo.

—Alice, їes seguro este telйfono?

—Sн —me garantizу—. Si rastrean el nъmero, la pista los llevarб a Washington.

—Entonces puedo usarlo para llamar a mi madre.

—Creнa que estaba en Florida.

—Asн es, pero va a volver pronto y no puede ir a esa casa mientras... —me temblу la voz.

No dejaba de darle vueltas a un detalle que habнa comentado Edward. La mujer pelirroja habнa estado en casa de Charlie y en la escuela, donde figuraban mis datos.

— їCуmo la puedes localizar?

—No tienen nъmero fijo, salvo en casa, aunque se supone que mamб comprueba si tiene mensajes en el contestador de vez en cuando.

— їJasper? —preguntу Alice.

El aludido se lo pensу.

—No creo que esto ocasione daсo alguno, aunque asegъrate de no revelar tu paradero, claro.

Tomй el mуvil con impaciencia y marquй el nъmero que me era tan familiar. Sonу cuatro veces; luego, oн la voz despreocupada de mi madre pidiendo que dejara un mensaje.

—Mamб —dije despuйs del pitido—, soy yo, Bella. Escucha, necesito que hagas algo. Es importante. Llбmame a este nъmero en cuanto oigas el mensaje —Alice ya estaba a mi lado, escribiйndomelo en la parte inferior del dibujo, y lo leн cuidadosamente dos veces—. Por favor, no vayas a ninguna parte hasta que no hablemos. No te preocupes, estoy bien, pero llбmame enseguida, no importa lo tarde que oigas el mensaje, їvale? Te quiero, mamб, chao.

Cerrй los ojos y recй con todas mis fuerzas para que no llegara a casa por algъn cambio imprevisto de planes antes de oнr mi mensaje.

Me acomodй en el sofб y picoteй las sobras de fruta de un plato al tiempo que me iba haciendo a la idea de que la tarde serнa larga. Pensй en llamar a Charlie, pero no estaba segura de si ya habrнa llegado a casa o no. Me concentrй en las noticias, buscando historias sobre Florida o sobre el entrenamiento de primavera, ademбs de huelgas, huracanes o ataques terroristas, cualquier cosa que provocase un regreso anticipado.

La inmortalidad debe de ayudar mucho a ejercitar la paciencia. Ni Jasper ni Alice parecнan sentir la necesidad de hacer nada en especial. Durante un rato, Alice dibujу un diseсo vago de la habitaciуn oscura que habнa visto en su visiуn, a la luz dйbil de la televisiуn. Pero cuando terminу, simplemente se quedу sentada, mirando las blancas paredes con sus ojos eternos. Tampoco Jasper parecнa tener la necesidad de pasear, inspeccionar el exterior por un lado de las cortinas, o salir corriendo de la habitaciуn como me ocurrнa a mн.

Debн de quedarme dormida en el sofб mientras esperaba que volviera a sonar el mуvil. El frнo tacto de las manos de Alice me despertу bruscamente cuando me llevу a la cama, pero volvн a caer inconsciente otra vez antes de que mi cabeza descansara sobre la almohada.

 

 

LA LLAMADA

 

Me percatй de que otra vez era demasiado temprano en cuanto me despertй. Sabнa que estaba invirtiendo progresivamente el horario habitual del dнa y de la noche. Me quedй tumbada en la cama y escuchй las voces tranquilas de Jasper y Alice en la otra habitaciуn. Resultaba muy extraсo que hablaran lo bastante alto como para que los escuchara. Rodй rбpidamente sobre la cama y me incorporй. Luego, me dirigн trastabillando hacia el saloncito.

El reloj que habнa sobre la televisiуn marcaba las dos de la madrugada. Alice y Jasper se sentaban juntos en el sofб. Alice estaba dibujando otra vez, Jasper miraba el boceto por encima del hombro de йsta. Estaban tan absortos en el trabajo de Alice que no miraron cuando entrй.

Me arrastrй hasta el lado de Jasper para echar un vistazo.

— їHa visto algo mбs? —preguntй en voz baja.

—Sн. Algo le ha hecho regresar a la habitaciуn donde estaba el vнdeo, y ahora estб iluminada.


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