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Retrocedн.
—Bueno, Jacob me dijo algo al respecto.
— їQuй dijo Jacob? —preguntу cansinamente.
—Que no cazabais personas. Dijo que se suponнa que vuestra familia no era peligrosa porque sуlo dabais caza a animales.
— їDijo que no йramos peligrosos?
Su voz fue profundamente escйptica.
—No exactamente. Dijo que se suponнa que no lo erais, pero los quileutes siguen sin quereros en sus tierras, sуlo por si acaso.
Mirу hacia delante, pero no sabнa si observaba o no la carretera.
—Entonces, їtiene razуn en lo de que no cazбis personas? —preguntй, intentando alterar la voz lo menos posible.
—La memoria de los quileutes llega lejos... —susurrу.
Lo aceptй como una confirmaciуn.
—Aunque no dejes que eso te satisfaga —me advirtiу—. Tienen razуn al mantener la distancia con nosotros.
—No comprendo.
—Intentamos... —explicу lentamente—, solemos ser buenos en todo lo que hacemos, pero a veces cometemos errores. Yo, por ejemplo, al permitirme estar a solas contigo.
— їEsto es un error?
Oн la tristeza de mi voz, pero no supe si йl tambiйn lo habнa advertido.
—Uno muy peligroso —murmurу.
A continuaciуn, ambos permanecimos en silencio. Observй cуmo giraban las luces del coche con las curvas de la carretera. Se movнan con demasiada rapidez, no parecнan reales, sino un videojuego. Era consciente de que el tiempo se me escapaba rбpidamente, se me acababa como la carretera que recorrнamos, y tuve un miedo espantoso a no disponer de otra oportunidad para estar con йl de nuevo como en este momento, abiertamente, sin muros entre nosotros. Sus palabras apuntaban hacia un fin y retrocedн ante esa idea. No podнa perder ninguno de los minutos que tenнa a su lado.
—Cuйntame mбs —pedн con desesperaciуn, sin preocuparme de lo que dijera, sуlo para oнr su voz de nuevo.
Me mirу rбpidamente, sobresaltado por el cambio que se habнa operado en mi voz.
— їQuй mбs quieres saber?
—Dime por quй cazбis animales en lugar de personas —sugerн con voz aъn alterada por la desesperaciуn. Tomй conciencia de que tenнa los ojos llorosos y luchй contra el pesar que intentaba apoderarse de mн.
—No quiero ser un monstruo —explicу en voz muy baja.
—Pero їno bastan los animales?
Hizo una pausa.
—No puedo estar seguro, por supuesto, pero yo lo compararнa con vivir a base de queso y leche de soja. Nos llamamos a nosotros mismos vegetarianos, es nuestro pequeсo chiste privado. No sacia el apetito por completo, bueno, mбs bien la sed, pero nos mantiene lo bastante fuertes para resistir... la mayorнa de las veces —su voz sonaba a presagio—. Unas veces es mбs difнcil que otras. — їTe resulta muy difнcil ahora?
Suspirу.
—Pero ahora no tienes hambre —aseverй con confianza, afirmando, no preguntando.
— їQuй te hace pensar eso?
—Tus ojos. Te dije que tenнa una teorнa. Me he dado cuenta de que la gente, y los hombres en particular, se enfada cuando tiene hambre.
Se riу entre dientes.
—Eres muy observadora, їverdad?
No respondн, sуlo escuchй el sonido de su risa y lo grabй en la memoria.
—Este fin de semana estuvisteis cazando, їverdad? —quise saber cuando todo se hubo calmado.
—Sн —callу durante un segundo, como si estuviera decidiendo decir algo o no—. No querнa salir, pero era necesario. Es un poco mбs fбcil estar cerca de ti cuando no tengo sed.
— їPor quй no querнas marcharte?
—El estar lejos de ti me pone... ansioso —su mirada era amable e intensa; y me estremecн hasta la mйdula—. No bromeaba cuando te pedн que no te cayeras al mar o te dejaras atropellar el jueves pasado. Estuve abstraнdo todo el fin de semana, preocupбndome por ti, y despuйs de lo acaecido esta noche, me sorprende que hayas salido indemne del fin de semana —moviу la cabeza; entonces recordу algo—. Bueno, no del todo.
— їQuй?
—Tus manos —me recordу.
Observй las palmas de mis manos y las rasgaduras casi curadas de los pulpejos. A Edward no se le escapaba nada.
—Me caн —reconocн con un suspiro.
—Eso es lo que pensй —las comisuras de sus labios se curvaron—. Supongo que, siendo tъ, podнa haber sido mucho peor, y esa posibilidad me atormentу mientras durу mi ausencia. Fueron tres dнas realmente largos y la verdad es que puse a Emmett de los nervios.
Me sonriу compungido.
— їTres dнas? їNo acabas de regresar hoy?
—No, volvimos el domingo.
—Entonces, їpor quй no fuisteis ninguno de vosotros al instituto?
Estaba frustrada, casi enfadada, al pensar el gran chasco que me habнa llevado a causa de su ausencia.
—Bueno, me has preguntado si el sol me daсa, y no lo hace, pero no puedo salir a la luz del dнa... Al menos, no donde me pueda ver alguien.
— їPor quй?
—Alguna vez te lo mostrarй —me prometiу.
Pensй en ello durante un momento.
—Me podнas haber llamado —decidн.
Se quedу confuso.
—Pero sabнa que estabas a salvo.
—Pero yo no sabнa dуnde estabas. Yo... —vacilй y entornй los ojos.
— їQuй? —me impeliу con voz arrulladora.
—Me disgusta no verte. Tambiйn me pone ansiosa.
Me sonrojй al decirlo en voz alta. Se quedу quieto y alzу la vista con aprensiуn. Observй su expresiуn apenada.
—Ay —gimiу en voz baja—, eso no estб bien.
No comprendн esa respuesta. їQuй he dicho?
— їNo lo ves, Bella? De todas las cosas en que te has visto involucrada, es una de las que me hace sentir peor —fijу los ojos en la carretera abruptamente; hablу a borbotones, a tal velocidad que casi no lo comprendн—. No quiero oнr que te sientas asн —dijo con voz baja, pero apremiante—. Es un error. No es seguro. Bella, soy peligroso. Grбbatelo, por favor.
—No.
Me esforcй por no parecer una niсa enfurruсada.
—Hablo en serio —gruсу.
—Tambiйn yo. Te lo dije, no me importa quй seas. Es demasiado tarde.
—Jamбs digas eso —espetу con dureza y en voz baja.
Me mordн el labio, contenta de que no supiera cuбnto dolнa aquello. Contemplй la carretera. Ya debнamos de estar cerca. Conducнa mucho mбs deprisa.
— їEn quй piensas? —inquiriу con voz aъn ruda.
Me limitй б negar con la cabeza, no muy segura de que fuera capaz de hablar.
— їEstбs llorando?
No me habнa dado cuenta de que la humedad de mis ojos se habнa desbordado. Rбpidamente, me frotй la mejilla con la mano y, efectivamente, allн estaban las lбgrimas delatoras, traicionбndome.
—No —neguй, pero mi voz se quebrу.
Le vi extender hacia mн la diestra con vacilaciуn, pero luego se contuvo y lentamente la volviу a poner en el volante.
—Lo siento —se disculpу con voz pesarosa.
Supe que no sуlo se estaba disculpando por las palabras que me habнan perturbado. La oscuridad se deslizaba a nuestro lado en silencio.
—Dime una cosa —pidiу despuйs de que hubiera transcurrido otro minuto, y le oн controlarse para que su tono fuera ligero.
— їSн?
—Esta noche, justo antes de que yo doblara la esquina, їen quй pensabas? No comprendн tu expresiуn... No parecнas asustada, sino mбs bien concentrada al mбximo en algo.
—Intentaba recordar cуmo incapacitar a un atacante, ya sabes... autodefensa. Le iba a meter la nariz en el cerebro a ese... —pensй en el tipo moreno con una oleada de odio.
— їIbas a luchar contra ellos? —eso le perturbу—. їNo pensaste en correr?
—Me caigo mucho cuando corro —admitн.
— їY en chillar?
—Estaba a punto de hacerlo.
Sacudiу la cabeza.
—Tienes razуn. Definitivamente, estoy luchando contra el destino al intentar mantenerte con vida.
Suspirй. Al traspasar los lнmites de Forks fuimos mбs despacio. El viaje le habнa llevado menos de veinte minutos.
— їTe verй maсana? —quise saber.
—Sн. Tambiйn he de entregar un trabajo —me sonriу—. Te reservarй un asiento para almorzar.
Despuйs de todo lo que habнamos pasado aquella noche, era una tonterнa que esa pequeсa promesa me causara tal excitaciуn y me impidiera articular palabra.
Estбbamos enfrente de la casa de Charlie. Las luces estaban encendidas y mi coche en su sitio. Todo parecнa absolutamente normal. Era como despertar de un sueсo. Detuvo el vehнculo, pero no me movн.
— їMe prometes estar ahн maсana?
—Lo prometo.
Sopesй la respuesta durante unos instantes y luego asentн con la cabeza. Me quitй la cazadora despuйs de olerнa por ъltima vez.
—Te la puedes quedar... No tienes una para maсana —me recordу.
Se la devolvн.
—No quiero tener que explicбrselo a Charlie.
—Ah, de acuerdo.
Esbozу una amplia sonrisa. Con la mano en la manivela, vacilй mientras intentaba prolongar el momento.
— їBella? —dijo en tono diferente, serio y dubitativo.
— їSн? —me volvн hacia йl con demasiada avidez.
— їVas a prometerme algo?
—Sн —respondн, y al momento me arrepentн de mi incondicional aceptaciуn. їQuй ocurrнa si me pedнa que me alejara de йl? No podнa mantener esa promesa.
—No vayas sola al bosque.
Le mirй fijamente, totalmente confusa.
— їPor quй?
Frunciу el ceсo y mirу con severidad por la ventana.
—No soy la criatura mбs peligrosa que ronda por ahн fuera. Dejйmoslo asн.
Me estremecн levemente ante su repentino tono sombrнo, pero estaba aliviada. Al menos, йsta era una promesa fбcil de cumplir.
—Lo que tъ digas.
—Nos vemos maсana —suspirу, y supe que deseaba que saliera del coche.
—Entonces, hasta maсana.
Abrн la puerta a regaсadientes.
— їBella?
Me di la vuelta mientras se inclinaba hacнa mн, por lo que tuve su esplйndido rostro pбlido a unos centнmetros del mнo. Mi corazуn se detuvo.
—Que duermas bien —dijo.
Su aliento rozу mi cara, aturdiйndome. Era el mismo exquisito aroma que emanaba de la cazadora, pero de una forma mбs concentrada. Parpadeй, totalmente deslumbrada. Edward se alejу.
Fui incapaz de moverme hasta que se me despejу un poco la mente. Entonces salн del coche con torpeza, teniendo que apoyarme en el marco de la puerta. Creн oнrle soltar una risita, pero el sonido fue demasiado bajo para confirmar que fuera cierto.
Aguardу hasta que lleguй a trancas y barrancas a la puerta y entonces oн el sonido del motor del coche. Me volvн a tiempo de contemplar el vehнculo plateado desapareciendo detrбs de la esquina. Me di cuenta de que hacнa mucho frнo.
Tomй la llave de forma maquinal, abrн la puerta y entrй. Charlie me llamу desde el cuarto de estar.
— їBella?
—Sн, papб, soy yo.
Fui hasta allн. Estaba viendo un partido de baloncesto.
—Has vuelto pronto.
— їSн? —estaba sorprendida.
—Aъn no son ni las ocho —me dijo—. їOs habйis divertido?
—Sн, nos lo hemos pasado muy bien —la cabeza me dio vueltas al intentar recordar todo el asunto de la salida de chicas que habнa planeado—. Las dos encontraron vestidos.
— їTe encuentras bien?
—Sуlo cansada. He caminado mucho.
—Bueno, quizбs deberнas acostarte ya.
Parecнa preocupado. Me preguntй quй aspecto tendrнa mi cara.
—Antes debo llamar a Jessica.
—Pero їno acabas de estar con ella? —preguntу sorprendido.
—Sн, pero me dejй la cazadora en su coche. Quiero asegurarme de que maсana me la trae.
—Bueno, al menos dale tiempo de llegar a casa.
—Cierto —aceptй.
Fui a la cocina y caн exhausta en una silla. Entonces empecй a marearme de verdad. Me preguntй si, despuйs de todo, no iba a entrar en estado de sbock. ЎContrуlate!, me dije.
El telйfono me sobresaltу cuando sonу de repente. Levantй el auricular de un tirуn.
— їDiga? —preguntй entrecortadamente.
— їBella?
—Hola, Jes. Ahora te iba a llamar.
— їEstбs eh casa?—su voz reflejaba sorpresa y alivio.
—Sн. Me dejй la cazadora en tu coche. їMe la puedes traer maсana?
—Claro, pero Ўdime quй ha pasado! —exigiу.
—Eh, maсana, en Trigonometrнa, їvale?
Lo pillу al vuelo.
—Ah, tu padre estб ahн, їno?
—Sн, exacto.
—De acuerdo. En ese caso, maсana hablamos —percibн la impaciencia en su voz—. ЎAdiуs!
—Adiуs, Jess.
Subн lentamente las escaleras mientras un profundo sopor me nublaba la mente. Me preparй para irme a la cama sin prestar atenciуn a lo que hacнa. No me percatй de que estaba helada hasta que estuve en la ducha, con el agua —demasiado caliente— quemбndome la piel. Tiritй violentamente durante varios minutos; despuйs, el chorro de agua relajу mis mъsculos agarrotados. Luego, sumamente cansada para moverme, permanecн en la ducha hasta que se acabу el agua caliente.
Salн a trompicones y envolvн mi cuerpo con una toalla en un intento de conservar el calor del agua para que no regresaran las dolorosas tiritonas. Rбpidamente me puse el pijama. Me acurruquй debajo de la colcha, avovillбndome como una pelota, abrazбndome, para conservar el calor. Me estremecн varias veces.
La cabeza me seguнa dando vueltas, llena de imбgenes que no lograba comprender y algunas otras que intentaba reprimir. Al principio, no tenнa nada claro, pero cuando gradualmente me fui acercando al sueсo, se me hicieron evidentes algunas certezas.
Estaba totalmente segura de tres cosas. Primera, Edward era un vampiro. Segunda, una parte de йl, y no sabнa lo potente que podнa ser esa parte, tenнa sed de mi sangre. Y tercera, estaba incondicional e irrevocablemente enamorada de йl.
Дата добавления: 2015-10-30; просмотров: 106 | Нарушение авторских прав
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