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Mente versus cuerpo 5 страница. Sentн su brazo alrededor de mi cintura.

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Sentн su brazo alrededor de mi cintura.

— їAdonde vas, Bella?

—A ver un partido de bйisbol. Ya que tъ no pareces interesado en jugar, voy a asegurarme de que los demбs se divierten sin ti.

—Pero si no es por ahн... ;

Me di la vuelta sin mirarle, y seguн andando a zancadas en la direcciуn opuesta. Me atrapу de nuevo.

—No te enfades, no he podido evitarlo. Deberнas haberte visto la cara —se reнa entre dientes, otra vez sin poder contenerse.

—Ah claro, aquн tъ eres el ъnico que se puede enfadar, їno? —le preguntй, arqueando las cejas.

—No estaba enfadado contigo.

— ї«Bella, eres mi perdiciуn»? —citй amargamente.

—Eso fue simplemente la constataciуn de un hecho.

Intentй revolverme y alejarme de йl una vez mбs, pero me sujetу rбpido.

—Te habнas enfadado —insistн.

—Sн.

—Pero si acabas de decir...

—No estaba enfadado contigo, Bella, їes que no te das cuenta? —Se habнa puesto serio de pronto, desaparecido del todo cualquier amago de broma en su expresiуn—. їEs que no lo entiendes?

— їEntender el quй? —le exigн, confundida por su rбpido cambio de humor, tanto como por sus palabras.

—Nunca podrнa enfadarme contigo, їcуmo podrнa? Eres tan valiente, tan leal, tan... cбlida.

—Entonces, їpor quй? —susurrй, recordando los duros modales con los que me habнa rechazado, que no habнa podido interpretar salvo como una frustraciуn muy clara, frustraciуn por mi debilidad, mi lentitud, mis desordenadas reacciones humanas...

Me puso las manos cuidadosamente a ambos lados de la cara.

—Estaba furioso conmigo mismo —dijo dulcemente—. Por la manera en que no dejo de ponerte en peligro. Mi propia existencia ya supone un peligro para ti. Algunas veces, de verdad que me odio a mн mismo. Deberнa ser mбs fuerte, deberнa ser capaz de...

Le tapй la boca con la mano.

—No lo digas.

Me tomу de la mano, alejбndola de los labios, pero manteniйndola contra su cara.

—Te quiero —dijo—. Es una excusa muy pobre para todo lo que te hago pasar, pero es la pura verdad.

Era la primera vez que me decнa que me querнa, al menos con tantas palabras. Tal vez no se hubiera dado cuenta, pero yo ya lo creo que sн.

—Ahora, intenta cuidarte, їvale? —continuу y se inclinу para rozar suavemente sus labios contra los mнos.

Me quedй quieta, mostrando dignidad. Entonces, suspirй.

—Le prometiste al jefe Swan que me llevarнas a casa temprano, їrecuerdas? Asн que serб mejor que nos pongamos en marcha.

—Sн, seсorita.

Sonriу melancуlicamente y me soltу, aunque se quedу con una de mis manos. Me llevу unos cuantos metros mбs adelante, a travйs de altos helechos mojados y musgos que cubrнan un enorme abeto, y de pronto nos encontramos allн, al borde de un inmenso campo abierto en la ladera de los montes Olympic. Tenнa dos veces el tamaсo de un estadio de bйisbol.

Allн vi a todos los demбs; Esme, Emmett y Rosalie, sentados en una lisa roca salediza, eran los que se hallaban mбs cerca de nosotros, a unos cien metros. Aъn mбs lejos, a unos cuatrocientos metros, se veнa a Jasper y Alice, que parecнan lanzarse algo el uno al otro, aunque no vi la bola en ningъn momento. Parecнa que Carlisle estuviera marcando las bases, pero їrealmente podнa estar poniйndolas tan separadas unas de otras?

Los tres que se encontraban sobre la roca se levantaron cuando estuvimos a la vista. Esme se acercу hacia nosotros y Emmett la siguiу despuйs de echar una larga ojeada a la espalda de Rosalie, que se habнa levantado con gracia y avanzaba a grandes pasos hacia el campo sin mirar en nuestra direcciуn. En respuesta, mi estуmago se agitу incуmodo.

— їEs a ti a quien hemos oнdo, Edward? —preguntу Esme conforme se acercaba.

—Sonaba como si se estuviera ahogando un oso —aclarу Emmett.

Sonreн tнmidamente a Esme.

—Era йl.

—Sin querer, Bella resultaba muy cуmica en ese momento —explicу rбpido Edward, intentando apuntarse el tanto.

Alice habнa abandonado su posiciуn y corrнa, o mбs bien se podrнa decir que danzaba, hacia nosotros. Avanzу a toda velocidad para detenerse con gran desenvoltura a nuestro lado.

—Es la hora —anunciу.

El hondo estruendo de un trueno sacudiу el bosque de en frente apenas hubo terminado de hablar. A continuaciуn retumbу hacia el oeste, en direcciуn a la ciudad.

—Raro, їa que sн? —dijo Emmett con un guiсo, como si nos conociйramos de toda la vida.

—Venga, vamos...

Alice tomу a Emmett de la mano y desaparecieron como flechas en direcciуn al gigantesco campo.

Ella corrнa como una gacela; йl, lejos de ser tan grбcil, sin embargo le igualaba en velocidad, aunque nunca se le podrнa comparar con una gacela.

— їTe apetece jugar una bola? —me preguntу Edward con los ojos brillantes, deseoso de participar.

Yo intentй sonar apropiadamente entusiasta.

— ЎVe con los demбs!

Riу por lo bajo, y despuйs de revolverme el pelo, dio un gran salto para reunirse con los otros dos. Su forma de correr era mбs agresiva, mбs parecida a la de un guepardo que a la de una gacela, por lo que pronto les dio alcance. Su exhibiciуn de gracia y poder me cortу el aliento.

— їBajamos? —inquiriу Esme con voz suave y melodiosa.

En ese instante, me di cuenta de que lo estaba mirando boquiabierta. Rбpidamente controlй mi expresiуn y asentн. Esme estaba a un metro escaso de mн y me preguntй si seguнa actuando con cuidado para no asustarme. Acompasу su paso al mнo, sin impacientarse por mi ritmo lento.

— їNo vas a jugar con ellos? —le preguntй con timidez.

—No, prefiero arbitrar; alguien debe evitar que hagan trampas y a mн me gusta —me explicу.

—Entonces, їles gusta hacer trampas?

—Oh, ya lo creo que sн, Ўtendrнas que oнr sus explicaciones! Bueno, espero que no sea asн, de lo contrario pensarнas que se han criado en una manada de lobos.

—Te pareces a mi madre —reн, sorprendida, y ella se uniу a mis risas.

—Bueno, me gusta pensar en ellos como si fueran hijos mнos, en mбs de un sentido. Me cuesta mucho controlar mis instintos maternales. їNo te contу Edward que habнa perdido un bebй?

—No —murmurй aturdida, esforzбndome por comprender a quй periodo de su vida se estarнa refiriendo.

—Sн, mi primer y ъnico hijo muriу a los pocos dнas de haber nacido, mi pobre cosita —suspirу—. Me rompiу el corazуn y por eso me arrojй por el acantilado, como ya sabrбs —aсadiу con toda naturalidad.

—Edward sуlo me dijo que te caнste —tartamudeй.

—Ah. Edward, siempre tan caballeroso —esbozу una sonrisa—. Edward fue el primero de mis nuevos hijos. Siempre pienso en йl de ese modo, incluso aunque, en cierto modo, sea mayor que yo —me sonriу cбlidamente—. Por eso me alegra tanto que te haya encontrado, corazуn —aquellas cariсosas palabras sonaron muy naturales en sus labios—. Ha sido un bicho raro durante demasiado tiempo; me dolнa verle tan solo.

—Entonces, їno te importa? —Preguntй, dubitativa otra vez—. їQue yo no sea... buena para йl?

—No —se quedу pensativa—. Tъ eres lo que йl quiere. No sй cуmo, pero esto va a salir bien —me asegurу, aunque su frente estaba fruncida por la preocupaciуn. Se oyу el estruendo de otro trueno.

En ese momento, Esme se detuvo. Por lo visto, habнamos llegado a los lнmites del campo. Al parecer, ya se habнan formado los equipos. Edward estaba en la parte izquierda del campo, bastante lejos; Carlisle se encontraba entre la primera y la segunda base, y Alice tenнa la bola en su poder, en lo que debнa ser la base de lanzamiento.

Emmett hacнa girar un bate de aluminio, sуlo perceptible por su sonido silbante, ya que era casi imposible seguir su trayectoria en el aire con la vista. Esperaba que se acercara a la base de meta, pero ya estaba allн, a una distancia inconcebible de la base de lanzamiento, adoptando la postura de bateo para cuando me quise dar cuenta. Jasper se situу detrбs, a un metro escaso, para atrapar la bola para el otro equipo. Como era de esperar, ninguno llevaba guantes.

—De acuerdo —Esme hablу con voz clara, y supe que Edward la habнa oнdo a pesar de estar muy alejado—, batea.

Alice permanecнa erguida, aparentemente inmуvil. Su estilo parecнa que estaba mбs cerca de la astucia, de lo furtivo, que de una tйcnica de lanzamiento intimidatorio. Sujetу la bola con ambas manos cerca de su cintura; luego, su brazo derecho se moviу como el ataque de una cobra y la bola impactу en la mano de Jasper.

— їHa sido un strike? —le preguntй a Esme.

—Si no la golpean, es un strike —me contestу.

Jasper lanzу de nuevo la bola a la mano de Alice, que se permitiу una gran sonrisa antes de estirar el brazo para efectuar otro nuevo lanzamiento.

Esta vez el bate consiguiу, sin saber muy bien cуmo, golpear la bola invisible. El chasquido del impacto fue tremendo, atronador. Entendн con claridad la razуn por la que necesitaban una tormenta para jugar cuando las montaсas devolvieron el eco del golpe.

La bola sobrevolу el campo como un meteorito para irse a perder en lo profundo del bosque circundante.

—Carrera completa —murmurй.

—Espera —dijo Esme con cautela, escuchando atenta y con la mano alzada.

Emmett era una figura borrosa que corrнa de una base a otra y Carlisle, la sombra que lo seguнa. Me di cuenta de que Edward no estaba.

— ЎOut!—cantу Esme con su voz clara.

Contemplй con incredulidad cуmo Edward saltaba desde la linde del bosque con la bola en la mano alzada. Incluso yo pude ver su brillante sonrisa.

—Emmett serб el que batea mбs fuerte —me explicу Esme—, pero Edward corre al menos igual de rбpido.

Las entradas se sucedieron ante mis ojos incrйdulos. Era imposible mantener contacto visual con la bola teniendo en cuenta la velocidad a la que volaba y el ritmo al que se movнan alrededor del campo los corredores de base.

Comprendн el otro motivo por el cual esperaban a que hubiera una tormenta para jugar cuando Jasper bateу una roleta, una de esas pelotas que van rodando por el suelo, hacia la posiciуn de Carlisle en un intento de evitar la infalible defensa de Edward.

Carlisle corriу a por la bola y luego se lanzу en pos de Jasper, que iba disparado hacia la primera base. Cuando chocaron, el sonido fue como el de la colisiуn de dos enormes masas de roca. Preocupada, me incorporй de un salto para ver lo sucedido, pero habнan resultado ilesos.

—Estбn bien —anunciу Esme con voz tranquila.

El equipo de Emmett iba una carrera por delante. Rosalie se las apaсу para revolotear sobre las bases despuйs de aprovechar uno de los larguнsimos lanzamientos de Emmett, cuando Edward consiguiу el tercer out. Se acercу de un salto hasta donde estaba yo, chispeante de entusiasmo.

— їQuй te parece? —inquiriу.

—Una cosa es segura: no volverй a sentarme otra vez a ver esa vieja y aburrida Liga Nacional de Bйisbol.

—Ya, suena como si lo hubieras hecho antes muchas veces —replicу Edward entre risas.

—Pero estoy un poco decepcionada —bromeй.

— їPor quй? —me preguntу, intrigado.

—Bueno, serнa estupendo encontrar una sola cosa que no hagas mejor que cualquier otra persona en este planeta.

Esa sonrisa torcida suya relampagueу en su rostro durante un momento, dejбndome sin aliento.

—Ya voy —dijo al tiempo que se encaminaba hacia la base del bateador.

Jugу con mucha astucia al optar por una bola baja, fuera del alcance de la excepcionalmente rбpida mano de Rosalie, que defendнa en la parte exterior del campo, y, veloz como el rayo, ganу dos bases antes de que Emmett pudiera volver a poner la bola en juego. Carlisle golpeу una tan lejos fuera del campo —con un estruendo que me hiriу los oнdos—, que Edward y йl completaron la carrera. Alice chocу delicadamente las palmas con ellos.

El tanteo cambiaba continuamente conforme avanzaba el partido y se gastaban bromas unos a otros como otros jugadores callejeros al ir pasando todos por la primera posiciуn. De vez en cuando, Esme tenнa que llamarles la atenciуn. Otro trueno retumbу, pero seguнamos sin mojarnos, tal y como habнa predicho Alice.

Carlisle estaba a punto de batear con Edward como receptor cuando Alice, de pronto, profiriу un grito sofocado que sonу muy fuerte. Yo miraba a Edward, como siempre, y entonces le vi darse la vuelta para mirarla. Las miradas de ambos se encontraron y en un instante circulу entre ellos un flujo misterioso. Edward ya estaba a mi lado antes de que los demбs pudieran preguntar a Alice quй iba mal.

— їAlice? —preguntу Esme con voz tensa.

—No lo he visto con claridad, no podrнa deciros... —susurrу ella.

Para entonces ya se habнan reunido todos.

— їQuй pasa, Alice? —le preguntу Carlisle a su vez con voz tranquila, cargada de autoridad.

—Viajan mucho mбs rбpido de lo que pensaba. Creo que me he equivocado en eso —murmurу.

Jasper se inclinу sobre ella con ademбn protector.

— їQuй es lo que ha cambiado? —le preguntу.

—Nos han oнdo jugar y han cambiado de direcciуn —seсalу, contrita, como si se sintiera responsable de lo que fuera que la habнa asustado.

Siete pares de rбpidos ojos se posaron en mi cara de forma fugaz y se apartaron.

— їCuбnto tardarбn en llegar? —inquiriу Carlisle, volviйndose hacia Edward.

Una mirada de intensa concentraciуn cruzу por su rostro y respondiу con gesto contrariado:

—Menos de cinco minutos. Vienen corriendo, quieren jugar.

— їPuedes hacerlo? —le preguntу Carlisle, mientras sus ojos se posaban sobre mн brevemente.

—No, con carga, no —resumiу йl—. Ademбs, lo que menos necesitamos es que capten el olor y comiencen la caza.

— їCuбntos son? —preguntу Emmett a Alice.

—Tres —contestу con laconismo.

— ЎTres! —exclamу Emmett con tono de mofa. Flexionу los mъsculos de acero de sus imponentes brazos—. Dejadlos que vengan.

Carlisle lo considerу durante una fracciуn de segundo que pareciу mбs larga de lo que fue en realidad. Sуlo Emmett parecнa impasible; el resto miraba fijamente el rostro de Carlisle con los ojos llenos de ansiedad.

—Nos limitaremos a seguir jugando —anunciу finalmente Carlisle con tono frнo y desapasionado—. Alice dijo que sуlo sentнan curiosidad.

Pronunciу las dos frases en un torrente de palabras que durу unos segundos escasos. Escuchй con atenciуn y conseguн captar la mayor parte, aunque no conseguн oнr lo que Esme le estaba preguntando en este momento a Edward con una vibraciуn silenciosa de sus labios. Sуlo atisbй la imperceptible negativa de cabeza por parte de Edward y el alivio en las facciones de Esme.

—Intenta atrapar tъ la bola, Esme. Yo me encargo de prepararla —y se plantу delante de mн.

Los otros volvieron al campo, barriendo recelosos el bosque oscuro con su mirada aguda. Alice y Esme parecнan intentar orientarse alrededor de donde yo me encontraba.

—Suйltate el pelo —ordenу Edward con voz tranquila y baja.

Obedientemente, me quitй la goma del pelo y lo sacudн hasta extenderlo todo a mн alrededor.

Comentй lo que me parecнa evidente.

—Los otros vienen ya para acб.

—Sн, quйdate inmуvil, permanece callada —intentу ocultar bastante bien el nerviosismo de su voz, pero pude captarlo—, y no te apartes de mi lado, por favor.

Tirу de mi melena hacia delante, y la enrollу alrededor de mi cara. Alice apuntу en voz baja:

—Eso no servirб de nada. Yo la podrнa oler incluso desde el otro lado del campo.

—Lo sй —contestу Edward con una nota de frustraciуn en la voz.

Carlisle se quedу de pie en el prado mientras el resto retomaba el juego con desgana.

—Edward, їquй te preguntу Esme? —susurrй.

Vacilу un momento antes de contestarme.

—Que si estaban sedientos —murmurу reticente.

Pasaron unos segundos y el juego progresaba, ahora con apatнa, ya que nadie tenнa ganas de golpear fuerte. Emmett, Rosalie y Jasper merodeaban por el бrea interior del campo. A pesar de que el miedo me nublaba el entendimiento, fui consciente mбs de una vez de la mirada fija de Rosalie en mн. Era inexpresiva, pero de algъn modo, por la forma en que plegaba los labios, me hizo pensar que estaba enfadada.

Edward no prestaba ninguna atenciуn al juego, sus ojos y su mente se encontraban recorriendo el bosque.

—Lo siento, Bella —murmurу ferozmente—. Exponerte de este modo ha sido estъpido e irresponsable por mi parte. ЎCuбnto lo siento!

Notй cуmo contenнa la respiraciуn y fijaba los ojos abiertos como platos en la esquina oeste del campo. Avanzу medio paso, interponiйndose entre lo que se acercaba y yo.

Carlisle, Emmett y los demбs se volvieron en la misma direcciуn en cuanto oyeron el ruido de su avance, que a mн me llegaba mucho mбs apagado.

 

LA CAZA

 

Aparecieron de uno en uno en la linde del bosque a doce metros de nuestra posiciуn.

El primer hombre entrу en el claro y se apartу inmediatamente para dejar paso a otro mбs alto, de pelo negro, que se colocу al frente, de un modo que evidenciaba con claridad quiйn lideraba el grupo.

El tercer integrante era una mujer; desde aquella distancia, sуlo alcanzaba a verle el pelo, de un asombroso matiz rojo.

Cerraron filas conforme avanzaban con cautela hacia donde se hallaba la familia de Edward, mostrando el natural recelo de una manada de depredadores ante un grupo desconocido y mбs numeroso de su propia especie.

Comprobй cuбnto diferнan de los Cullen cuando se acercaron. Su paso era gatuno, andaban de forma muy similar a la de un felino al acecho. Se vestнan con el tнpico equipo de un excursionista: vaqueros y una sencilla camisa de cuello abotonado y gruesa tela impermeable. Las ropas se veнan deshilachadas por el uso e iban descalzos. Los hombres llevaban el pelo muy corto y la rutilante melena pelirroja de la chica estaba llena de hojas y otros restos del bosque.

Sus ojos agudos se apercibieron del aspecto mбs urbano y pulido de Carlisle, que, alerta, flanqueado por Emmett y Jasper, saliу a su encuentro. Sin que aparentemente se hubieran puesto de acuerdo, todos habнan adoptado una postura erguida y de despreocupaciуn.

El lнder de los reciйn llegados era sin duda el mбs agraciado, con su piel de tono olivбceo debajo de la caracterнstica palidez y los cabellos de un brillantнsimo negro. Era de constituciуn mediana, musculoso, por supuesto, pero sin acercarse ni de lejos a la fuerza fнsica de Emmett. Esbozу una sonrisa agradable que permitiу entrever unos deslumbrantes dientes blancos.

La mujer tenнa un aspecto mбs salvaje, en parte por la melena revuelta y alborotada por la brisa. Su mirada iba y venнa incesantemente de los hombres que tenнa en frente al grupo desorganizado que me rodeaba. Su postura era marcadamente felina. El segundo hombre, de complexiуn mбs liviana que la del lнder —tanto las facciones como el pelo castaсo claro eran anodinos—, revoloteaba con desenvoltura entre ambos. Sin embargo, su mirada era de una calma absoluta, y sus ojos, en cierto modo, los mбs atentos.

Los ojos de los reciйn llegados tambiйn eran diferentes. No eran dorados o negros, como cabнa esperar, sino de un intenso color borgoсa con una tonalidad perturbadora y siniestra.

El moreno dio un paso hacia Carlisle sin dejar de sonreнr.

—Creнamos haber oнdo jugar a alguien —hablaba con voz reposada y tenнa un leve acento francйs—. Me llamo Laurent, y йstos son Victoria y James —aсadiу seсalando a los vampiros que le acompaсaban.

—Yo soy Carlisle y йsta es mi familia: Emmett y Jasper; Rosalie, Esme y Alice; Edward y Bella —nos identificaba en grupos, intentando deliberadamente no llamar la atenciуn hacia ningъn individuo. Me sobresaltй cuando me nombrу.

— їHay sitio para unos pocos jugadores mбs? —inquiriу Laurent con afabilidad.

Carlisle acomodу la inflexiуn de la voz al mismo tono amistoso de Laurent.

—Bueno, lo cierto es que acabamos de terminar el partido. Pero estarнamos verdaderamente encantados en otra ocasiуn. їPensбis quedaros mucho tiempo en la zona?

—En realidad, vamos hacia el norte, aunque hemos sentido curiosidad por lo que habнa por aquн. No hemos tenido compaснa durante mucho tiempo.

—No, esta regiуn suele estar vacнa si exceptuamos a mi grupo y algъn visitante ocasional, como vosotros.

La tensa atmуsfera habнa evolucionado hacia una conversaciуn distendida; supuse que Jasper estaba usando su peculiar don para controlar la situaciуn.

— їCuбl es vuestro territorio de caza? —preguntу Laurent como quien no quiere la cosa.

Carlisle ignorу la presunciуn que implicaba la pregunta.

—Esta, los montes Olympic, y algunas veces la Coast Ranges de una punta a la otra. Tenemos una residencia aquн. Tambiйn hay otro asentamiento permanente como el nuestro cerca de Denali.

Laurent se balanceу, descansando el peso del cuerpo sobre los talones, y preguntу con viva curiosidad:

— їPermanente? їY como habйis conseguido algo asн?

— їPor quй no nos acompaсбis a nuestra casa y charlamos mбs cуmodos? —Los invitу Carlisle—. Es una larga historia.

James y Victoria intercambiaron una mirada de sorpresa cuando Carlisle mencionу la palabra «casa», pero Laurent controlу mejor su expresiуn.

—Es muy interesante y hospitalario por vuestra parte —su sonrisa era encantadora—. Hemos estado de caza todo el camino desde Ontario —estudiу a Carlisle con la mirada, percatбndose de su aspecto refinado—. No hemos tenido ocasiуn de asearnos un poco.

—Por favor, no os ofendбis, pero he de rogaros que os abstengбis de cazar en los alrededores de esa zona. Debemos pasar desapercibidos, ya me entiendes —explicу Carlisle.

—Claro ——asintiу Laurent—. No pretendemos disputaros el territorio. De todos modos, acabamos de alimentarnos a las afueras de Seattle.

Un escalofrнo recorriу mi espalda cuando Laurent rompiу a reнr.

—Os mostraremos el camino si querйis venir con nosotros. Emmett, Alice, id con Edward y Bella a recoger el Jeep —aсadiу sin darle importancia.

Mientras Carlisle hablaba, ocurrieron tres cosas a la vez. La suave brisa despeinу mi cabello, Edward se envarу y el segundo varуn, James, moviу su cabeza repentinamente de un lado a otro, buscando, para luego centrar en mн su escrutinio, agitando las aletas de la nariz.

Una rigidez repentina afectу a todos cuando James se adelantу un paso y se agazapу. Edward exhibiу los dientes y adoptу la misma postura defensiva al tiempo que emitнa un rugido bestial que parecнa desgarrarle la garganta. No tenнa nada que ver con los sonidos juguetones que le habнa escuchado esta maсana. Era lo mбs amenazante que habнa oнdo en mi vida y me estremecн de los pies a la cabeza.

— їQuй ocurre? exclamу Laurent, sorprendido. Ni James ni Edward relajaron sus agresivas poses. El primero fintу ligeramente hacia un lado y Edward respondiу al movimiento.

—Ella estб con nosotros.

El firme desafнo de Carlisle se dirigнa James. Laurent parecнa percibir mi olor con menos fuerza que James, pero pronto se dio cuenta y el descubrimiento se reflejу tambiйn en su rostro.

— їNos habйis traнdo un aperitivo? —inquiriу con voz incrйdula, mientras, sin darse cuenta, daba un paso adelante.

Edward rugiу con mayor ferocidad y dureza, curvando el labio superior sobre sus deslumbrantes dientes desnudos. Laurent retrocediу el paso que habнa dado.

—He dicho que ella estб con nosotros —replicу Carlisle con sequedad.

—Pero es humana —protestу Laurent. No habнa agresividad en sus palabras, simplemente estaba atуnito.

—Sн... —Emmett se hizo notar al lado de Carlisle, con los ojos fijos en James, que se irguiу muy despacio y volviу a su posiciуn normal, aunque las aletas de su nariz seguнan dilatadas y no me perdнa de vista. Edward continuaba agazapado como un leуn delante de mн.

—Parece que tenemos mucho que aprender unos de otros.

Laurent hablaba con un tono tranquilizador en un intento de suavizar la repentina hostilidad.

—Sin duda —la voz de Carlisle todavнa era frнa.

—Aъn nos gustarнa aceptar vuestra invitaciуn —sus ojos se movieron rбpidamente hacia mн y retornaron a Carlisle—. Y claro, no le haremos daсo a la chica humana. No cazaremos en vuestro territorio, como os he dicho.

James mirу a Laurent con incredulidad e irritaciуn, e intercambiу otra larga mirada con Victoria, cuyos ojos seguнan errando nerviosos de rostro en rostro.

Carlisle evaluу la franca expresiуn de Laurent durante un momento antes de hablar.

—Os mostraremos el camino. Jasper, Rosalie, Esme —llamу y se reunieron todos delante de mн, ocultбndome de la vista de los reciйn llegados. Alice estuvo a mi lado en un momento y Emmett se situу lentamente a mi espalda, con sus ojos trabados en los de James mientras йste retrocedнa unos pasos.

—Vamonos, Bella —ordenу Edward con voz baja y sombrнa.

Parecнa como si durante todo ese tiempo hubiera echado raнces en el suelo, porque me quedй totalmente inmуvil y aterrorizada. Edward tuvo que agarrarme del codo y tirar bruscamente de mн para sacarme del trance. Alice y Emmett estaban muy cerca de mi espalda, ocultбndome. Tropecй con Edward, todavнa aturdida por el miedo, y no pude oнr si el otro grupo se habнa marchado ya. La impaciencia de Edward casi se podнa palpar mientras andбbamos a paso humano hacia el borde del bosque.

Sin dejar de caminar, Edward me subiу encima de su espalda en cuanto llegamos a los бrboles. Me sujetй con la mayor fuerza posible cuando se lanzу a tumba abierta con los otros pegados a los talones. Mantuve la cabeza baja, pero no podнa cerrar los ojos, los tenнa dilatados por el pбnico. Los Cullen se zambulleron como espectros en el bosque, ahora en una absoluta penumbra. La sensaciуn de jъbilo que habitualmente embargaba a Edward al correr habнa desaparecido por completo, sustituida por una furia que lo consumнa y le hacнa ir aъn mбs rбpido. Incluso conmigo a las espaldas, los otros casi le perdieron de vista.

Llegamos al Jeep en un tiempo inverosнmil. Edward apenas se parу antes de echarme al asiento trasero.

—Sujйtala —ordenу a Emmett, que se deslizу a mi lado.

Alice se habнa sentado ya en el asiento delantero y Edward puso en marcha el coche. El motor rugiу al encenderse y el vehнculo girу en redondo para encarar el tortuoso camino.

Edward gruснa algo demasiado rбpido para que pudiera entenderle, pero sonaba bastante parecido a una sarta de blasfemias.

El traqueteo fue mucho peor esta vez y la oscuridad lo hacнa aъn mбs aterrador. Emmett y Alice miraban por las ventanillas laterales.

Llegamos a la carretera principal y entonces pude ver mejor por donde нbamos, aunque habнa aumentado la velocidad. Se dirigнa al sur, en direcciуn contraria a Forks.

— їAdonde vamos? —preguntй.

Nadie contestу. Ni siquiera me miraron.

— ЎMaldita sea, Edward! їAdonde me llevas?

—Debemos sacarte de aquн, lo mбs lejos posible y ahora mismo.

No mirу hacia atrбs mientras hablaba, pendiente de la carretera. El velocнmetro marcaba mбs de ciento noventa kilуmetros por hora.

— ЎDa media vuelta! ЎTienes que llevarme a casa! —gritй. Luchй contra aquel estъpido arnйs, tirando de las correas.

—Emmett —advirtiу Edward con tono severo.

Y Emmett me sujetу las manos con un fйrreo apretуn.

— ЎNo! ЎEdward, no puedes hacer esto!

—He de hacerlo, Bella, ahora por favor, quйdate quieta.

— ЎNo puedo! ЎTienes que devolverme a casa, Charlie llamarб al FBI y йste se echarб encima de toda tu familia, de Carlisie y Esme! ЎTendrбn que marcharse, y a partir de ese momento deberбn esconderse siempre!

—Tranquilнzate, Bella —su voz era frнa—. Ya lo hemos hecho otras veces.

— ЎPero no por mн, no lo hagas! ЎNo lo arruines todo por mн!

Luchй violentamente para soltarme, sin ninguna posibilidad.

—Edward, dirнgete al arcйn —Alice hablу por primera vez.

El la mirу con cara de pocos amigos, y luego acelerу.

—Edward, vamos a hablar de esto.

—No lo entiendes —rugiу frustrado. Nunca habнa oнdo su voz tan alta y resultaba ensordecedora dentro del Jeep. El velocнmetro rebasaba los doscientos por hora—. ЎEs un rastreador, Alice! їEs que no te has dado cuenta? ЎEs un rastreador!

Sentн cуmo Emmett se tensaba a mi lado y me preguntй la razуn por la que reaccionaba de ese modo ante esa palabra. Significaba algo para ellos, pero no para mн; querнa entenderlo, pero no podнa preguntar.

—Para en el arcйn, Edward.

El tono de Alice era razonable, pero habнa en йl un matiz de autoridad que yo no habнa oнdo antes. El velocнmetro rebasу los doscientos veinte.

—Hazlo, Edward.

—Escъchame, Alice. Le he leнdo la mente. El rastreo es su pasiуn, su obsesiуn, y la quiere a ella, Alice, a ella en concreto. La cacerнa empieza esta noche.

—No sabe dуnde...

Edward la interrumpiу.

— їCuбnto tiempo crees que va a necesitar para captar su olor en el pueblo? Laurent ya habнa trazado el plan en su mente antes de decir lo que dijo.

Ahoguй un grito al comprender adonde le conducirнa mi olor.

— ЎCharlie! ЎNo podйis dejarle allн! ЎNo podйis dejarle! —me debatн contra el arnйs.

—Bella tiene razуn ——observу Alice.

El coche redujo la velocidad ligeramente.

—No tardaremos demasiado en considerar todas las opciones —intentу persuadirle Alice.


Дата добавления: 2015-10-30; просмотров: 122 | Нарушение авторских прав


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