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“ Cuando ruge la tempestad resulta peligroso quedar a la intemperie ”.
A los que juzgaran esta máxima de una prudencia elemental, aclaremos inmediatamente que tiene por autor a ese gran místico que reconoce con modestia y lenguaje simple, haber logrado fundir el problema nacional con el problema social bajo un imperio espiritual. Nos referimos al general Franco.
En el desconcertante discurso que acaba de pronunciar el Caudillo, lejos de fijar su mirada sobre la tierra española y los cielos eternos, parece no tener vista nada más que para el extranjero. Esa Rusia que detesta; esa Gran Bretaña de la que espera tanto. Sabe claramente que su suerte será discutida en Potsdam, y sabe también, que la política extranjera de los conservadores ingleses tiende a mantener las ventajas adquiridas. A las novedades insólitas, a las experiencias arriesgadas, Inglaterra prefiere indiscutiblemente todo lo que más se asemeja al pasado. Puesto que Inglaterra no ha regateado su apoyo a las monarquías mediterráneas, conviene alinearse en su campo. No podemos apreciar todavía lo que vale ese cálculo ni en qué medida hallará auditores complacientes. Moscú observa una actitud intransigente. Washington queda a la expectativa.
De momento conviene registrar que no se trata de substituir el régimen franquista por una monarquía. El señor Franco se cree con derecho a conceder la realeza como Luis XVIII otorgó la Carta. No manteniéndose él en el Poder, sino, con toda seguridad, manteniendo esa maravilla de Occidente que representa el régimen del cual es el principal artífice. Su discurso a este respecto no deja lugar a dudas. El señor Franco ha dicho muy cuidadosamente: “No se trata de cambiar el Mando de la batalla o de hacer substituciones que el interés de la Patria no aconseja, sino, al contrario, de consolidar el régimen, de asegurar su sucesión ante las vicisitudes de la vida”. Este pasaje de su discurso y el que hace referencia a las seguridades que da a la Falange, son las dos solas manifestaciones de franqueza de su discurso. El resto oscila entre la idiotez y la mala fe.
¿Quieren algunos ejemplos de ello?: “El hombre tiene para nosotros un valor sobrenatural y, precisamente, cuando se le arrebata ese valor se le transforma en un siervo, en un objeto explotado”. Conforme a esta doctrina el señor Franco procura desembarazar a muchos de sus compatriotas de esa horrible vida física -que de tanta solicitud hace objeto sobre todo a los republicanos- para darles, en cambio, con infinita generosidad, la vida sobrenatural en la eternidad.
No, verdaderamente no puede resistirse el asco que produce el uso que se hace de palabras y de valores, como el espíritu, el hombre y hasta la tradición española. Temblamos ante la idea de que ese inmundo y solapado fascista, con su táctica hipócrita y tortuosa, encuentre medio se salvarse.
Mientras tanto, el pueblo español espera aquí, replegado sobre sí mismo, exiliado, pero sostenido por la esperanza. Sobre todo, no lo olvidemos en este trance.
Combat, 19 de julio 1945.
Дата добавления: 2015-10-16; просмотров: 92 | Нарушение авторских прав
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