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Capítulo 30

Capítulo 17 | Capítulo 18 | Capítulo 19 | Capítulo 20 | Capítulo 21 | Capítulo 22 | Capítulo 23 | Capítulo 24 | Capítulo 25 | Capítulo 28 |


Читайте также:
  1. Capítulo 1
  2. Capítulo 10
  3. Capítulo 11
  4. Capítulo 12
  5. Capítulo 13
  6. Capítulo 14
  7. Capítulo 15

 

El viaje de Ërno se estaba retrasando y las palabras de Kiki no hacían más que machacarme la cabeza. Mal que me pese, si tardaba más acabaría dándole la razón a ella. Un día sí y otro también tenía que ausentarme del taller para mojarme las sienes, mareada por la presión de los días y la ausencia. Nueva York estaba tan lejos que contaba los días de la travesía como si por ello fuese a acelerar las máquinas del buque, cuando lo único que hacía era acelerar mi corazón. Vomitaba cada vez que pensaba en Ërno mirando por la cubierta en esa bañera gigantesca de mar. Como si fuera a llegar cada tarde, ilusa, miraba el reloj y, acelerada, ordenaba mis cosas del taller para marcharme a casa. Creía que por correr a cambiarme de ropa y esperar su llegada haría que todo fuese más fugaz. Coco me entendía bien. «Los nervios son lo mejor para empezar a parecer una amada», según sus palabras.

—Ojalá yo pudiera nadar para encontrarlo.

Hablaba de ella. De su pérdida. Entonces entendí que yo podía esperar, ella no. Y que esperar puede ser tan angustiante como feliz.

—Ojalá.

Lo dijo tocando una de las telas que por mi tensión empezaba a descolgarse de la mesa de los patrones. Me parecía injusto y disimulé mi cosquilleo de emociones para liquidar mi tensión en segundos. Despaché mis asuntos entre hilos y telas y salí raudamente. No sé ni cómo llegué a casa. Tal vez el «ojalá» de Coco me había lanzado por la borda de mi angustia. Cuando me di cuenta estaba en la bañera, en casa, jugando con las burbujas y mirándome en las pompas de jabón que me reflejaban de manera infinita vuelta del revés.

Yo, en medio de mi mar.

Soplé las pompas como quien despliega las velas de un barco a sotavento.

Él estaría en medio de otro mar.

Hice lo que todas las tardes desde que partió a Nueva York, cada día de cada semana, esperando..., esperándole… Elegí el vestido que mejor me quedaba, comprobé que el pelo estaba perfecto, me perfumé y, después de mirarme en el espejo no sé ya ni cuántas veces porque iba y venía corriendo del baño al vestidor, me ajusté el collar al cuello para que Ërno se encontrara a la Alice que esperaba. Así me quedé un rato. «Pensaba que no ibas a llegar, pensaba que te habías olvidado de mí, pensaba que…»

Las odiosas vigas del techo vibraron por la presencia de alguien subiendo las escaleras del edificio. Sonreí coqueta.

Sonó un golpe en la puerta.



Дата добавления: 2015-11-04; просмотров: 36 | Нарушение авторских прав


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