La mujer en el mundo laboral

El hecho de que la tasa de natalidad en España haya descendido hasta situarse en la más baja de Europa, y seguramente del mundo, está íntimamente ligado a la entrada de la mujer en el mundo laboral. Cabe preguntase por qué en otros países la misma circunstancia no ha supuesto este descenso tan acusado de la tasa de natalidad, qué factores pueden haber influido para que la incorporación de la mujer al trabajo en España haya creado este problema social.

En primer lugar habría que analizar los motivos que han llevado a la mujer a desear entrar en el mundo laboral, pues, aunque es cierto que la mujer llevaba mucho tiempo trabajando fuera del hogar, solía hacerlo más por necesidad que por deseo. El tipo de actividad que realizaba estaba limitado a la sanidad (enfermeras), la educación primaria, la asistencia social y a cubrir necesidades de mano de obra en tareas que no realizaban los hombres. En un porcentaje muy alto de casos, cuando estas mujeres se convertían en madres, abandonaban el trabajo remunerado, excepto en aquellas ocasiones en que su salario era necesario para la manutención de la familia. Entonces ¿qué ha cambiado? Por una parte la autopercepción de la mujer, su deseo de independencia y sus expectativas son factores que se han visto modificados por el acceso a la educación. Además el trabajo doméstico ofrece muy pocos alicientes para la construcción de la propia identidad, aparte de estar totalmente infravalorado y, por ello, no recibir el más mínimo reconocimiento social. De hecho, solamente a través del empleo se consiguen los derechos plenos de ciudadanía. Cuando la mujer se hace plenamente consciente de esta realidad es cuando desea entrar en el mercado laboral, no solamente para cubrir necesidades, sino para definir claramente su papel social e individual.

Sin embargo, este camino hacia la emancipación de la mujer es el mismo que se ha vivido en el resto de los países europeos (aunque en España se retrasara debido a los muchos años de dictadura) sin que se haya producido un descenso en la natalidad tan espectacular.

Hay un factor importante que puede ayudarnos a entender qué ha llevado a la mujer a no desear convertirse en madre y es el hecho de que pocos ámbitos de nuestra sociedad han intentado adaptarse a las consecuencias de la inserción de la mujer al mundo laboral. El cambio, los desajustes y las contradicciones que se han producido afectan sobre todo a la mujer. El primer ámbito donde se hace patente esa inadecuación es la familia donde la mujer sigue cargando con la mayor parte de las tareas domésticas, convirtiéndose en una empleada a doble jornada con el subsiguiente coste psíquico, físico y emocional. No sería justo culpar exclusivamente al hombre de esta situación. En muchos casos y, seguramente más por costumbre y tradición que por deseo, es la propia mujer la que asume esta doble tarea. Sin embargo, también es cierto que el varón, en general, no ha puesto gran empeño en cambiar sus comportamientos y actitudes y no es infrecuente encontrar aquellos que opinan que "si la mujer trabaja fuera es porque quiere, nadie la obliga, y mejor estaría en casita cuidando de los niños".

Pero con mayores repercusiones que en la familia, en la empresa aparece de forma más clara esa falta de adecuación al nuevo modelo social. Sin tener en cuenta la presencia de la mujer, la empresa ha optado por el modelo tradicional de jornada completa, sin ofrecer la posibilidad de jornada a tiempo parcial, que sería un modelo óptimo para la mujer-empleada-madre. Así pues, la empresa sigue organizada en horarios masculinos. Además, no confía en la mujer trabajadora ya que la considera incapaz de dedicarse de forma exclusiva a su trabajo y entiende la maternidad como una amenaza a sus intereses. Por ello discrimina a la mujer tanto en salarios como en condiciones laborales. Los puestos de responsabilidad están casi siempre "reservados" para el trabajador masculino y sigue siendo una realidad que a igual trabajo, el salario de las mujeres es más bajo.

Дата добавления: 2015-11-14